Las restricciones que han adoptado las autoridades ayudan pero no son la solución: expertos
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Una amalgama de factores naturales, ambientales, meteorológicos y ocasionados por la mano del hombre, son los que todos los años, por esta época, generan los mayores índices de contaminación del aire que se respira en el país.
En la capital de la República son varios los estudios de diferentes fuentes académicas que, por estos días, muestran el impacto que la degradación del aire está produciendo en la ciudad, en especial para grupos vulnerables de población como mujeres embarazadas, niños menores de cinco años y personas de la tercera edad.
Claro, no es un fenómeno exclusivo de Bogotá, pues una situación similar se está registrando en el área metropolitana del Valle de Aburrá, en Antioquia, donde 10 municipios, incluida la capital paisa, fueron declarados en alerta naranja debido a la contaminación atmosférica.
Igual sucedió en el área metropolitana de Bucaramanga, incluida esa capital y los municipios de Girón y Floridablanca.
En todas estas ciudades se han adoptado medidas urgentes que pasan por el Pico y Placa extensivo a vehículos particulares y motos, como sucedió en Bogotá hace dos semanas, y otras como el cierre de fábricas e industrias contaminantes, el Día sin Carro y sin Moto, restricción para el ingreso de camiones de carga a la ciudad y a las centrales de abasto, etc.
Sin embargo, se trata de medidas que, aunque bien encaminadas, no solucionan el problema de fondo, que en buena parte depende de las condiciones atmosféricas.
Y es que a través de los años se ha repetido entre febrero y marzo, cuando se pasa de una época de sequía a lluvia, que hay problemas meteorológicos que hacen que aumente la contaminación del aire por el Fenómeno del Niño, lo que genera mayor número de incendios forestales, etc.
“Eso genera mayor contaminación, y en el caso particular de Bogotá es por el aumento de las fuentes móviles del transporte: el de mayor impacto es el transporte público, en especial vehículos de carga que usan diésel y generan material particulado”, explica Astrid Altamar, investigadora de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Libre de Bogotá.
Y no le falta razón, pues las mediciones de la Secretaría de Ambiente de Bogotá indican causas de la contaminación atmosférica también son “el intenso verano y un cruce de vientos” que obligó a declarar hace dos semanas la alerta naranja para las localidades de Bosa, Tunjuelito, Kennedy, Puente Aranda, y amarilla para el resto de la ciudad, según el secretario de Ambiente, Francisco Cruz.
Y los incendios forestales también han hecho su aporte, pues solo entre el 15 de diciembre de 2018 y el 25 de febrero pasado, la Dirección Nacional de Bomberos registró un total de 876 incendios forestales en todo el país.
Crítica situación en Medellín
En la capital paisa, por estos días, atraviesan una situación ambiental crítica que ha obligado a adoptar diversas medidas de prevención de enfermedades respiratorias.
La calidad del aire en Medellín y los 10 municipios del Valle de Aburrá que fueron declarados en alerta naranja tiene, al igual que en Bogotá, multiplicidad de causas.
Un estudio sobre el impacto económico de la contaminación en Medellín, elaborado por varias entidades regionales entre 2017 a 2018, mostró que a la atmósfera cada año son arrojadas 1.230 toneladas de material contaminante, provenientes en su mayoría de fuentes móviles (70%) y fijas (30%).
Y que el número de enfermedades respiratorias agudas atendidas por consulta externa, hospitalización y urgencias, en el período 2011 a 2016, fue de 607.134 casos en promedio cada año, lo que muestra la magnitud del problema.
Santander tampoco es la excepción. En esta parte del país también fue declarado el estado de alerta para Bucaramanga, Girón, Piedecuesta y Floridablanca, donde la principal causa de contaminación sigue siendo el parque automotor.
¿Qué hacer?
Para la investigadora Altamar, las medidas que se han tomado en Bogotá, que son similares a las adoptadas en otras partes del país, “no han sido contundentes”.
Dice la experta que “medidas como el Pico y Placa ayudan pero no hay una medida que impacte en las causas. Se requieren medidas de fondo y permanentes”.
A ello se suma que la red distrital que hace la medición de la calidad del aire en Bogotá “no reporta toda la información, pero no porque los equipos estén dañados, sino porque la información se toma a cuenta gotas”.
Una muestra de lo que sucede en Bogotá, y que refleja la situación de otras grandes capitales es que al valorar el impacto del Día sin Carro no se evidenció una ostensible reducción de la contaminación.
“Nosotros hicimos nuestras propia mediciones y encontramos que durante la semana del Día sin Carro, se reportó un leve aumento de material particulado, lo que indica que esa jornada no disminuyó la contaminación, porque ya se ha identificado que la principal fuente es el combustible del transporte público que utiliza diésel”, señala la docente.
En las medición es que hizo la Universidad Libre en sus sedes de Bogotá se comprobó que todos esos factores están afectando la calidad del aire por material particulado menor a 2,5 micrómetros y menor a 10 micrómetros.
“Las medidas que está proponiendo la Administración no son contundentes, no se está enfocando a la causa del problema que es la incidencia de las fuentes móviles, en especial transporte público”, advierte la investigadora Altamar.
De ahí que mientras en el país no se superan los efectos climáticos producidos por el Fenómeno del Niño, y las autoridades adoptan medidas contundentes para frenar la contaminación atmosférica, la ciudadanía tendrá que acostumbrarse a no exponerse a salir a la calle sin tapabocas, evitar las actividades al aire libre sin protección, y a proteger a los grupos poblaciones más vulnerables.