La ausencia de agua potable en amplias zonas del país es un problema que, de acuerdo con el DANE afecta a 3.6 millones de personas. Aunque Colombia se encuentra entre los 20 países con mayor cantidad del líquido en el mundo, las altas temperaturas, derivadas del calentamiento global; el desperdicio del recurso; la baja calidad de este y la falta de desarrollo de fuentes hídricas no convencionales, han sido factores que han reforzado el argumento de que, en los próximos años, el 75% del territorio nacional podría sufrir por desabastecimiento.
Por un lado, de acuerdo con cifras del Estudio Nacional del Agua 2018, si bien el 85% del agua potable que se consume en Colombia proviene de los páramos y ecosistemas altoandinos, estos están retrocediendo frente al incremento de las altas temperaturas, la disminución de la precipitación acumulada anual, la deforestación y la minería ilegal.
Adicionalmente, según el Centro de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de la Sabana, en el país el 43% del agua potable se desperdicia por la baja concientización en el ahorro del recurso y las malas prácticas operativas de las empresas.
Por otro lado, aunque el acceso al agua potable y la capacidad instalada para la distribución del recurso hídrico solo afecta al 7.7% de la población, el índice de calidad de agua de Colombia comparado con otros países de la región es bajo. Según el IDEAM, el índice varía generalmente entre aceptable y muy malo, debido la existencia de poca infraestructura para el tratamiento de agua.
Así mismo, de acuerdo con Diana Aguilar, coordinadora de Producción y Consumo Sostenible de la Corporación Ambiental Empresarial (CAEM), filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, “en Colombia tenemos que trabajar más en el desarrollo de Fuentes Hídricas No Convencionales (FHNC) puesto que estas serían una solución muy plausible para combatir los posibles escenarios de desabastecimiento de agua. Estas fuentes alternativas son grandes proveedores de agua de uso agrícola, industrial y doméstico, que pueden suplir necesidades que actualmente son cubiertas por el agua natural, sin embargo, en Colombia aún estamos muy atrasados en este tipo de proyectos, si nos comparamos con países como Israel”.
¿Qué son Las Fuentes Naturales No Convencionales?
Se pueden centrar en tres líneas: la extracción de agua subterránea tratada para el consumo doméstico; la conversión de agua marina a agua potable; y la implementación de plantas de tratamiento de aguas negras que generen agua utilizable por el sector agrícola.
Según Clive Lipchin, director del Centro para la Gestión del Agua Transfronteriza del Instituto Arava de Israel, “es fundamental que hoy los países entiendan que debido a las variaciones climáticas y al aumento de la demanda hídrica, tenemos que dejar de depender en mayor medida de agua natural y empezar a buscar alternativas que satisfagan necesidades básicas y no básicas de los ciudadanos. Hoy Colombia es un país que tiene un gran potencial para implementar proyectos de FHNC, puesto que cuenta con condiciones hidrográficas y geográficas importantes. En primer lugar, porque cerca del 74% del territorio presenta condiciones favorables para el almacenamiento de agua subterránea y, en segundo lugar, porque el país colinda con el Océano Pacífico y el Mar Caribe, lo que le permitiría producir grandes cantidades de agua potable a partir de agua salina proveniente de estos cuerpos hídricos”.
De igual manera, en Colombia desde hace varios años se ha buscado la conformación de proyectos importantes para el tratamiento de aguas negras. Un ejemplo claro de esto han sido los proyectos de estructuración y adecuación de plantas como la PTAR El Salitre y ahora la PTAR Canoas por parte de la CAR- Cundinamarca, para mejorar el saneamiento del rio Bogotá y que en un futuro sus aguas puedan ser utilizadas en agricultura.
“Estas iniciativas han sido muy importantes, puesto que han puesto sobre la mesa una realidad que hace unos años era inimaginable y es la de sanear el rio Bogotá y reutilizar sus aguas. Sin embargo, en este punto es relevante aclarar que, si bien el país ha mejorado en la articulación y ejecución de los instrumentos normativos, técnicos, institucionales, financieros y económicos para generar megaproyectos de saneamiento, aún tenemos que trabajar en concientizar a las empresas y personas que contaminan el río; y es esto lo que hemos querido hacer entre la CAEM y la CAR”, afirmo Diana Aguilar.
Actualmente, la Corporación Ambiental Empresarial y la CAR renovaron un convenio de asociación con el propósito de promover acciones de reconversión hacia sistemas sostenibles de producción mediante el manejo integral del recurso hídrico, huella de carbono, la gestión del riesgo ambiental y la promoción de buenas prácticas en las empresas pertenecientes a la jurisdicción CAR.
Este convenio entre sus líneas de acción ha buscado la gestión eficiente y sostenible del agua por parte de las empresas y el sector agrícola, con el objetivo de reducir el impacto medioambiental que estos actores generan por el desperdicio de agua o la contaminación a fuentes hídricas como el río Bogotá.