Independientemente de la posición que cada persona pueda tener con respecto a las fiestas del 31 de octubre, conocidas como fiestas de “Halloween”, o de las posiciones teológico-sociales que alrededor de estas fiestas se tienen, es importante tener en cuenta las implicaciones prácticas que para nuestro planeta tienen estas celebraciones.
Cada año por estas fechas se celebran las mencionadas fiestas en más de medio planeta, con uno u otro nombre, y en ellas no suelen faltar los dulces, los disfraces, los pendones, los faroles, las tarjetas de felicitación y toda clase de adornos; a partir de ellos se producen inmensas cantidades de residuos que, entran a intensificar los problemas que ya de por si tiene el país con el manejo de los mismos. Si es difícil, por no decir imposible, solucionar estos problemas, por lo menos deberíamos minimizarlos siguiendo algunas directrices que permitan aliviar al desgastado planeta.
Como primera medida es inconcebible que los disfraces utilizados, en su mayoría sean desechados en lugar de ser modificados o utilizados por otras personas, generando así una especie de reciclaje de disfraces y vestidos viejos para elaborar los nuevos, esto aliviaría la carga; de otra parte, el reciclaje de papel, cartón y plástico podría ser utilizado en la confección de los nuevos disfraces, para luego ser desechados junto con el reciclaje normal de todos los días. Una buena sugerencia es guardar en una caja los disfraces utilizados junto con piezas de reciclaje que pudieran utilizarse para lograr al final del año elaborar nuevos disfraces sin dañar nuestro entorno con un consumismo desbordado.
Existen también problemas asociados a la salud, producidos por la alta ingesta de caramelos y dulces de todo tipo, con altos contenidos de azúcar, prueba de ello es el crecimiento en los registros por consultas asociadas a esta ingesta en los días siguientes a las fiestas mencionadas; por qué entonces no podemos considerar, en beneficio de los niños, entregar borradores, lápices, libros de colorear, juegos u otro tipo de regalos que, agradando a los niños, cuide su salud y disminuya los residuos finales y la afectación al medio ambiente. Ahora bien, es comprensible que los niños se decanten por los dulces, entonces por qué no considerar la posibilidad de entregar frutas dulces, frutas pasas o frutos secos.
En cuanto a los grandes desperdicios de materiales que se utilizan en las decoraciones, por qué no impulsar el uso de elementos renovables tales como; las calabazas, el papel reciclado, el cartón reciclado o algunos elementos de plástico de reciclaje. Al terminar las fiestas sería fácil recoger los elementos reciclables y sacarlos en el reciclaje normal y utilizar los sobrantes de las calabazas para enterrarlos a manera de abono en los jardines; además hay la seguridad de que la descomposición de las calabazas no produce gases de efecto invernadero.
Los recipientes para la recolección de dulces, que hacen juego con los disfraces, son muy llamativos, pero ¿Qué tan prácticos son? Creo que sería mejor utilizar recipientes reutilizables o de material de reciclaje; quizá sean menos llamativos, pero con seguridad son más ecológicos.
Si a lo anterior aunamos el esfuerzo de eliminar el consumo de papel, eliminando por ejemplo volantes o invitaciones impresas y utilizando más los modernos medios digitales, en algo ayudaremos al planeta y en algo minimizaremos los impactos que estamos generando; no está por demás recordar que cada día de duración extra que le demos al planeta es un día más que podrán vivir en él nuestros descendientes.
Finalmente quiero reiterar que no es una posición personal a favor o en contra del Halloween, es una posición para que, quienes lo celebran lo hagan sin perjudicar nuestro planeta.
@alvaro080255