SE EXPANDE rápidamente como un tapete que cubre los cuerpos de agua cortando la conectividad entre ríos y ciénagas, por lo que esta planta invasora es considerada como un problema grave.
Sin embargo, la taruya se ha convertido en una solución para familias del norte del país, quienes de un tiempo para acá la utilizan para hacer artesanías y ahora para abono.
Pero no es para lo que el también conocido como buchón de agua sirve. El ingeniero ambiental y tecnólogo en gestión de recursos naturales Daniel Lamarca, explica que “es una planta flotante y una de sus características es que puede remover contaminantes o metales pesados, así es que ella es una absorbedora de estos elementos. No obstante, debido a su absorción los nutrientes que tiene el agua, comienza una reproducción acelerada por lo que, de ser una solución, se transforma en un problema”. Hallaca
Señala el encargado de manejo ambiental e instructor de la Fundación Manatí que “la taruya se encuentra en los cuerpos de agua que tienen un cauce lento y que sean de baja salinidad, es decir de agua dulce”.
“La taruya es la planta que toda la vida ha causado problemas en mi comunidad. Crecí viendo cómo en muchas ocasiones no se podía salir a pescar debido a la presencia de esta planta o se pescaba muy poco y en algunos días nada debido a que los peces se retiraban”, recuerda.
Añade que “en algunos momentos familiares y amigos quedaban atrapados en medio de la ciénaga por culpa de esta planta que tiene un acelerado crecimiento, se puede reproducir de manera sexual y por división de sus estolones. Al ser una planta flotante posee la característica de entrelazarse entre sí creando un gran tapete flotante que puede cubrir grandes áreas”.
Justamente por eso, “por su acelerada reproducción y por el tapete flotante que se crea comienza a cubrir grandes extensiones, esto ocasiona que las plantas acuáticas que se encuentran por debajo y que, además, son nativas de la región no puedan recibir los rayos del sol los cuales son indispensables para la fotosíntesis de estas plantas, esto es importante, ya que ellas producen oxígeno lo cual es fundamental para un ecosistema”, indica Daniel.
“Como consecuencia, al no poder realizar la fotosíntesis, se comienza un daño en cadena, las plantas mueren, el oxígeno disuelto en el agua disminuye lo que ocasiona que los peces y otras especies mueran o se retiren de la zona que se encuentra afectada, con esto se altera la cadena alimenticia, ya que siempre hay una especie que depende de la otra. Y, por último, la pérdida de la fuente hídrica debido a la descomposición de las especies que perecen”, añade.
El plan
Buscando soluciones a los problemas generados por la planta invasora, se llegó a la implementación del Plan Taruya.
“El Plan Taruya fue un proyecto que realizó la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (C.R.A.), con la finalidad de poder enseñar a las comunidades las alternativas que se pueden dar a una problemática que siempre los ha estado afectando. La organización buscó a la Fundación Manatí, la cual es una organización que trabaja por el medio ambiente, está ubicada en el departamento del Cesar y lleva más de 10 años trabajando con esta problemática, transformando un problema en una nueva alternativa ambiental-social y económica”, relata Daniel.
Sostiene que “el Plan Taruya se puso en marcha hace 1 año y se desarrolló en las comunidades de Aguada de Pablo y la Peña (Atlántico), mientras que la Fundación Manatí desarrolla sus actividades en el corregimiento de Antequera del municipio de Tamalameque (Cesar)”.
“El objetivo del plan es enseñar a las personas a identificar esta planta como una nueva alternativa, es decir, se les enseña a llegar al punto en donde se encuentra la planta, extraerla, secarla y procesarla para obtener la artesanía”, manifiesta.
El plan se hizo pensando, inicialmente, en la comunidad de pescadores, quienes son los más afectados por la presencia de la planta invasora, aunque sin olvidar que cumple la función de absorbedora de materiales pesados.
En el Plan Taruya participaron más de 120 personas, quienes aprendieron todo el proceso para elaborar las artesanías con la taruya, como agendas, individuales, abanicos, carteras, bolsos, mochilas, entre otros, más abono orgánico.
Capacitaciones
“La Fundación Manatí da capacitaciones para que las comunidades aprendan a fabricar papel ecológico, artesanía y abono orgánico. Lo que buscamos es que la comunidad tenga un recurso económico a través de un material que no tiene costo y que, al extraerlo de las fuentes de agua, contribuyen a solucionar un problema”, dice.
Explica Daniel que los productos elaborados con taruya “tienen un gran potencial, ya que si hablamos de la artesanía estas tienen un buen mercado extranjero. Por otro lado, el papel ecológico es un impacto y gran innovación que apunta a las entidades que buscan ser amigables con el medio ambiente, debido a que del papel se pueden hacer cajas, sobres, lámparas, bolsas de regalo, papel para imprimir, postales, agendas y todo lo que la imaginación permita hacer con este producto natural, renovable y reciclable”.
“Por otro lado, el abono orgánico es muy demandado por los agricultores que buscan nutrir sus cultivos de manera más natural y así disminuir la aplicación de químicos en sus tierras”, agrega.
“En cuanto al proceso para la elaboración de las artesanías, se procede a la recolección de la planta tomando las que tienen el tallo más grande, luego se desinfecta, seguido se deja secar. Este proceso puede durar una semana aproximadamente y, por último, se procede a fabricar las artesanías”, explica.
Indica que “la Fundación Manatí utiliza la taruya en la fabricación de papel ecológico, shampoo, concentrado para animales y se está trabajando en tres innovaciones más que están dando excelentes resultados y que ya se darán a conocer”.
“El proyecto plan taruya cuenta, actualmente, con un emprendimiento llamado Taruyarte está es una iniciativa que busca incentivar a las comunidades a producir sus artesanías y ellos ser la ventana que les ayude difundir todo el trabajo que realizan en la región”, manifiesta este ingeniero que lleva más de 8 años trabajando en favor del medio ambiente.
Asegura que su mayor satisfacción en esta labor es “obtener los resultados esperados con las innovaciones que se vienen trabajando”.