En 1969, dos estadounidenses pisan el imaginario lunar | El Nuevo Siglo
AFP
Lunes, 8 de Julio de 2019
Agence France Presse

Al posarse en la Luna en 1969, los estadounidenses Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaron con sus propios pies un astro que alimentaba las fantasías de la humanidad desde hacía años.

"Un imaginario lunar muy poderoso recorrió los siglos, hasta que el sueño se hizo realidad", resume para la AFP el astrofísico Jean-Pierre Luminet.

Ya fuera en literatura, poesía o cine, el satélite de la Tierra fue objeto durante más de 15 siglos, de la Antigüedad hasta los años 1940, de expediciones imaginarias, a cada cual más fantasmagórica.

A la Luna se viajó en una ola durante una tormenta en los "Relatos verídicos" de Luciano de Samósata en el siglo II; con ayuda del rocío en el "Viaje a la Luna" de Cyrano de Bergerac, en 1657; o incluso en barco volador en "Las aventuras del barón Münchhausen", en 1785.

Y en ella se encontraban los demonios de "Somnium", del astrónomo alemán Johannes Kepler (1634); champiñones gigantes, como en la poética película de Méliès "Viaje a la Luna", de 1901; y selenitas (el nombre de los presuntos habitantes del satélite terrestre) que vivían en la Luna de H. G. Wells en "Los primeros hombres en la Luna".

Pero todo tiene su fin: la realidad acabó atrapando a la ciencia ficción, que se había revelado racional y premonitoria en obras como "De la Tierra a la Luna" de Julio Verne (1865), donde se mencionaba la propulsión, o en la película "Una mujer en la Luna" de Fritz Lang (1929) y el cómic "Objetivo la Luna" de Hergé (1950), donde aparecían los cohetes. 

"A partir de los años 1930-1940, los avances en el ámbito aeroespacial se van concretando, el viaje a la Luna se convierte en algo verosímil y el imaginario lunar se desdibuja", explica Natacha Vas Deyres, profesora de Letras en la Universidad Burdeos-Montaigne. 

Y más aún, después de que "nos diéramos cuenta de que la Luna era un astro completamente muerto, de que no había gran cosa que hacer allí salvo, por supuesto, avances científicos", indica Jean-Pierre Andrevon, escritor de ciencia ficción. 

Se quiere ir más lejos y es en ese momento cuando Marte toma la delantera, y llega el turno de obras como "Crónicas marcianas", del estadounidense Ray Bradbury (años 1940), "Life on Mars?", el éxito de David Bowie, escrito a finales de los años 1960, la trilogía sobre Marte de Kim Stanley Robinson de los años 1990 o incluso "The Martian" ("Misión rescate") de Ridley Scott, en 2015. 

 

- 1969, entrada en la cultura pop -

"A medida que se va explorando, vamos ampliando los lugares donde situamos cosas extraordinarias", explica el astrofísico Roland Lehoucq, presidente del festival internacional de ciencia ficción Les Utopiales. 

El 20 de julio de 1969, ¿acabó aquel gran paso para la humanidad con el imaginario lunar?

No del todo: "Después de 1969, la Luna se convierte en un objeto de la cultura pop, de los mangas, de las series televisivas...", comenta Natacha Vas-Deyres, que cita la serie "Cosmos 99" (1975-1977), "una verdadera serie que marcó el imaginario de la ciencia ficción". 

"Y la aventura continúa" con Goldorak (de 1975 a 1977), "el más poderoso de los robots" y el primer manga animado. La Luna se convierte en un campo militar extraterrestre que hay que destruir. 

Y aunque lo de viajar a la Luna ya no haga soñar a tantos, el satélite no deja de ser un terreno fértil para algunos autores. "Nos hemos puesto a fantasear con una Luna llena de hombres viviendo bajo cúpulas, en bases presurizadas, etc. Lo que todo el mundo tiene en la cabeza es la parte lunar de '2001: una odisea en el espacio' (1968), de Stanley Kubrick", recuerda Jean-Pierre Andrevon. 

Otros fantasean con la cara oculta, como Pink Floyd y su "The Dark Side Of The Moon" (1973), el álbum más vendido del grupo. 

La Luna también ofrece la posibilidad de imaginar el futuro de la Tierra. El astro explota por culpa de los experimentos militares de Georges-Jean Arnaud en los cómics "La compagnie des glaces) (1980-2005) e invita a reflexionar sobre la clonación y la inteligencia artificial en el filme "Moon", de Duncan Jones (2009) o sobre el colonialismo en "La Luna es una cruel amante" (Robert A. Heinlein, 1966). 

"En ciencia ficción, hagamos lo que hagamos o vayamos donde vayamos, incluso en la más lejana de las galaxias, siempre situamos problemas terrestres: la diferencia, la lucha por el poder, la guerra, la colonización...", apunta Jean-Pierre Andrevon. 

Unos temas a los que se agregan el cambio climático y el fin de la civilización "desde que tomamos conciencia de forma seria de lo que nos esperaba", añade el escritor.