Cada vez existen más pacientes que usan cannabis con fines terapéuticos y cada vez son más los países que ofrecen una vía legal a este tipo de tratamientos, como es el caso de algunos estados en Canadá, Estados Unidos, Portugal, Tailandia, Malawi o Israel.
PlantMedco, la compañía colombiana productora de cannabis medicinal y que actualmente se encuentra operando en el eje cafetero, comparte una guía para familiarizar a los colombianos sobre los beneficios de esta planta en el ser humano:
Orígenes: El cáñamo es una planta normalmente anual, de color verde con sexos separados. Las variedades del cáñamo con poco THC (Delta-9-tetrahidrocannabinol, sustancia activa más importante desde el punto de vista farmacológico) son las que se cultivan. Las variedades ricas en THC se usan con fines medicinales o recreativos y de ellas se obtiene la marihuana (flores de cannabis) y el hachís (resina de cannabis).
“Existen dos especies de cannabis, la “indica”, de menor altura y hojas más anchas y la “sativa”, que son más altas y tienen las hojas más delgadas. Bajo las mismas condiciones de crecimiento adecuadas (genética de las semillas, abonos, clima, iluminación, temperatura, humedad, etc) las plantas indicas se desarrollan más rápidamente que las sativas. Además. la primera es más estimulante y energética, se caracteriza por ser muy mental, mientras que los efectos de las indicas se caracterizan por ser más corporales o físicos”, afirma Gustavo Cataño, Director Agrícola de PlantMedco.
EL THC: “Es uno de los responsables de que en nuestro país exista un marcado interés en la producción de cannabis medicinal, ya que es la sustancia que cuenta con las propiedades medicinales que estamos buscamos. Tenemos conocimiento que en países como España, Austria, Suiza y Alemania los médicos prescriben el THC por ser un medicamento que sube el ánimo, relaja los músculos, tiene un efecto antiepiléptico, inhibe las náuseas, estimula el apetito, actúa como antibiótico, reduce la fiebre, la presión intraocular, dilata los bronquios, tranquiliza y mitiga los dolores”, asegura Iván Arias Aranzazu, Presidente de PlantMedco.
Según Franjo Grotenhermen, quien es el impulsor y presidente del ACM (Grupo de Trabajo por el Cannabis como Medicina) y de la ACIM (Asociación Internacional del Cannabis como Medicamento), el cáñamo cuenta con un buen número de componentes útiles para la salud, como algunos aceites esenciales (terpenos) y algunos flavonoides, como es el caso de la apigenina o la cannflavina, quienes actúan como antiiinflamatorios; y otros como la quercetina, son sustancias antioxidantes y protegen las células de los efectos perjudiciales.
El objetivo: Usar cannabinoides vegetales que no tengan efectos psíquicos, pero que sí tengan una acción terapeútica, es decir: CBD (cannabidiol): antiinflamatorio, ansiolítico, antipsicótico, etc.; CBDA (ácido cannabidiólico): para tratar las náuseas y vómitos; THCV (tetrahidrocannabidiólico): para inhibir el apetito y tratar la diabetes de tipo 2 y CBG (cannabigerol): para tratar el cáncer.
El Comité de Expertos en Drogodependencias (ECDD por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de la Salud, ha ofrecido sus recomendaciones a los estados miembros de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas para el cambio de status del cannabis al eliminarla de la lista IV de la Convención de 1961, la categoría reservada para las sustancias más peligrosas, y su paso a tener un valor únicamente terapéutico.
Aceite de cannabis: Es el que más THC contiene, hasta un 40%, a veces más. Se obtiene de las hojas o de la resina del cannabis por medio de extracción con disolventes o de destilación. Es un aceite marrón oscuro y espeso. No debe confundirse con el aceite culinario obtenido a partir de las semillas de la planta, conocido como aceite de cáñamo.
El aceite de cannabis es rico en cannabinoides y aceites esenciales (terpenos). Para fabricarlo se usan diferentes disolventes, como el alcohol. Los cannabinoides y otras sustancias (terpenos, ceras) se diluyen en el disolvente que después se evapora aplicándole calor. Lo que queda es un extracto con una alta concentración en THC. Los buenos aceites de cannabis contienen más de un 50% de THC.
Aceite de cáñamo: A parte de usarlo como producto alimenticio, el aceite de cáñamo se encuentra también dentro de los productos cosméticos de higiene personal (jabones, cremas, lociones, champús o gel). Su alto contenido en ácidos grasos insaturados le otorga excelentes propiedades como suavizante y lubricante. La aplicación de estos ácidos es ideal para la piel seca y para contrarrestar el envejecimiento.