Cuidemos la palma de cera del Quindío | El Nuevo Siglo
Foto archivo
Domingo, 12 de Abril de 2020
Alvaro Sánchez

Como ya he mencionado en las mas recientes columnas, la pandemia del Covid-19 ha dejado algunas mejoras, temporales si se quiere, pero mejoras en el ambiente, al fin y al cabo; quizá uno de los mayores logros en esta materia ha sido la supresión del uso de la palma de cera en la hechura de algunos ramos, a pesar de las muchas prohibiciones al respecto.

Comenzaré por referirme al uso de la palma de cera y a los daños que el mismo genera en nuestros ecosistemas; podemos decir que, desde el punto de vista de la flora, la palma de cera es una de las que más ha dado a conocer a Colombia en el contexto global, sobre ella se han escrito innumerables líneas y ha sido admirada por miles y miles de viajeros desde principios del siglo XIX. El más reconocido entre ellos fue el Barón Alexander Von Humboldt.

Podemos decir que quienes manifiestan admiración por esta planta, tienen buenas razones para ello, pues la palma de cera se hace notar en el entorno por múltiples razones, entre ellas: Su altura ya que normalmente una planta de palma de cera adulta alcanza alturas de entre 37 y 43 metros, sin embargo, hay registros de plantas que han alcanzado alturas de hasta 72 metros. Para hacernos una referencia global, esto convierte a la palma de cera en la planta más alta que se conoce en el planeta; su ubicación pues como es sabido, con muy pocas excepciones, las palmas se encuentran en climas cálidos. Por el contrario, la palma de cera es una de las pocas plantas de esta especie que se reproducen y que habitan en terrenos altos. Algunas están por encima de los tres mil metros en zonas de páramo, convirtiéndose así en la variedad de palma que habita a mayor altura en el planeta; su especificidad, pues por razones que aún no están determinadas en forma exacta, la palma de cera no ha podido ser reproducida en otras latitudes, por lo menos con las características con las que se reproduce en el Quindío.

La suma de todas estas características y el cariño que los habitantes de estas regiones le tienen a esta variedad de palma, han hecho de ella el árbol nacional de Colombia y la han convertido en símbolo de nuestra diversidad vegetal en compañía de la orquídea y de la victoria regia.

Las palmas de cera poseen alrededor de su tronco una capa de recubrimiento de una cera de color blanquecino, de esta manera, además de sus características ya enumeradas, se distingue de otras varias especies de palmas que se encuentran en Colombia. Desde la época de la Colonia se ha acostumbrado por los moradores el raspar el tronco de las palmas con el fin de recolectar la cera para emplearla en industrias artesanales, principalmente en la fabricación de velas y velones dada su excelente calidad. 

Hoy por hoy, la palma de cera del Quindío es la segunda palma en producción de cera en el mundo, pero es la primera en calidad por su alta resistencia al calor, lo cual permite mayor durabilidad de las velas y velones que con ella se producen. 

Nuestra palma de cera cumple con un papel fundamental en el equilibrio de los bosques andinos en los que se aloja, ella suministra refugio a una inmensa cantidad de animales, algunos de ellos endémicos; la más reconocida, el loro orejiamarillo, especie que es exclusiva de las cordilleras de Colombia y sobre todo de la zona del Quindío y que está declarada en peligro de extinción. Este animal depende en todo de la palma de cera, pues no solo tiene su hábitat en ellas, sino que el 90% de su alimentación depende de los frutos de la misma.

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