Con preocupación he comenzado a notar como en Bogotá se han tomado decisiones en materia ambiental al mejor estilo de Simón el bobito; me refiero a medidas absurdas y que no solucionan nada como las de la fábula de Pombo…” Vio un montón de tierra que estorbaba el paso, y unos preguntaban: “¿Qué haremos aquí?” — “¡Bobos!”, dijo el niño resolviendo el caso, “que abran un gran hoyo y la echen allí”. Me estoy refiriendo, claro está a las medidas que se tomaron la semana anterior para rebajar la contaminación en la ciudad de Bogotá.
Para comenzar podemos decir que en términos de aire existen dos tipos básicos de contaminación, por gases y por material particulado; en el caso que nos ocupa las medidas se toman para proteger la salud de los ciudadanos en cuanto hace a la segunda, pero no se tiene en cuenta la primera. Lo increíble de la situación es que las medidas acabarían protegiendo mas por la contaminación de gases que por la contaminación por material particulado, para estas últimas las medidas adoptadas son prácticamente inocuas.
Para comprender mejor el problema debemos comprender que la contaminación por material particulado es producida en esencia por residuos de material de cantera, es decir el polvo que se acumula a diario en las calles es una fuente de material particulado, también existen partículas en los escapes de los motores que funcionan a partir de Diesel y en algunas emisiones generadas a partir de combustibles; como se notará en casi ninguno de los casos el problema es generado por el parque automotor particular de la ciudad.
Algún desprevenido lector se preguntará el por qué entonces, se rebajó la contaminación por material particulado se rebajó en un 50% con la medida adoptada, simplemente porque ese dato es inexacto y manipulado aún cuando esa manipulación sea involuntaria, tal y como presumo que sea; la contaminación por material particulado se produce a diario en Bogotá y es arrastrada hacia el sur por los vientos provenientes del nor-oriente a través de lo que se conoce como el “cañón del Bogotá, al llegar a la altura de la calle trece se encuentra con otra corriente denominada la “corriente del San Francisco que desvía el recorrido y acumula la contaminación en un punto sobre el sur-occidente de Bogotá, aproximadamente entre los sectores de la Sevillana y Soacha. En este punto se acumula la contaminación y los nuevos vientos la dispersan al final de la tarde.
Si las mediciones se hacen en la mañana a primera hora, con seguridad que no se sobrepasan los límites permitidos y si se hace en la noche, tampoco se sobrepasarán, si llueve la lluvia arrastrará la contaminación y la medición dará contaminaciones muy bajitas. Por lo anterior es necesario registrar las mediciones en días, horas, temperatura y condiciones de precipitación iguales; de lo contrario estaremos comparando peras con bananos y diciéndonos o peor aun creyéndonos las mentiras que nos decimos.
En la práctica de las mediciones en Bogotá, lo que ocurrió fue que los días sábado y domingo cayeron cantidades de agua superiores al promedio sobre Bogotá, esto bajó las mediciones puntuales, pero no solucionó el problema, además es imposible pretender que parar la mitad del transporte particular, que no suma en total ni el 10% de las emisiones de gases y menos del 1% de las emisiones de material particulado, haya logrado una reducción del 50% en la contaminación de la ciudad.
Algo hay que hacer, estamos de acuerdo en ello, pero habrán de ser soluciones reales y estructurales y no palos de ciego para impactar en la ciudadanía sin demasiados estudios que soporten las medidas.
@alvaro080255