El cometa, conformado por roca, polvo y gases congelados, que orbita entre Júpiter y el Sol, fue descubierto en 1948 por el astrónomo Carl Wirtanen, y en esta oportunidad –a mediados de diciembre– se pudo observar a una distancia de 7 millones de kilómetros de la Tierra, equivalentes a 30 veces la distancia a la Luna, o a 0,7 unidades astronómicas (UA).
La observación estuvo a cargo del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), la Asociación Colombiana de Estudios Astronómicos (ACDA), y la Licenciatura en Ciencias Naturales de la Universidad de La Sabana.
“Nuestro equipo utilizó seis telescopios para tomar fotografías y determinar la magnitud del cometa”, destaca el profesor David Tovar, del Departamento de Geociencias de la U.N.
El avistamiento de un cometa es raramente registrado porque sus lugares de origen están a muchísima distancia de nuestro planeta –la nube de Oort, ubicada entre 50.000 y 100.000 UA del Sol, y el cinturón de Kuiper, localizado más allá de la órbita de Neptuno–, y la mayoría de ellos describen órbitas elípticas de gran excentricidad.
Se estima que –al igual que otros astros similares– el cometa 46P/Wirtanen se formó a partir de elementos que surgieron con el sistema solar, es decir que por eso tendrían la clave de su composición en sus orígenes.
A diferencia de los asteroides, los cometas son cuerpos compuestos de materiales que pasan del estado sólido al gaseoso cada vez que transitan cerca del Sol, fenómeno que se conoce como sublimación.
Cuando alcanza una distancia entre 5 y 10 UA se genera una atmósfera que rodea el cuerpo celeste, conocida como coma o cabellera –su nombre proviene de este vocablo en griego–, formada por gas y polvo, que debido al viento solar forma la cola característica.
Cada vez que un cometa pasa cerca del Sol pierde material que no se puede reponer, por lo que se estima que después de pasar un promedio de 2.000 veces terminará sublimándose por completo.
Cuando la Tierra atraviesa la órbita de un cometa, los fragmentos que se desprenden de este penetran en la atmósfera en forma de estrellas fugaces o lluvia de meteoros.
Fenómeno poco frecuente
Después de conocer las coordenadas por las que pasará el cometa se procede a emplazar los telescopios, a partir de un sistema de programación computarizado que permite adelantar un seguimiento de este cuerpo celeste en el transcurso de la noche, para determinar tanto los cambios en su magnitud como su trayectoria.
“La magnitud de un cometa se determina después de comparar la cantidad de luz que reflejan otros objetos circundantes, como estrellas cuya magnitud ya es conocida, con la de instrumentos especiales llamados fotómetros”, explica el profesor Tovar.
Cuando el fotómetro percibe el flujo de luz, después de hacer una serie de ecuaciones y cálculos matemáticos se puede determinar su magnitud correspondiente, la cual es aparente o absoluta: la primera hace referencia a qué tan brillante puede ser el objeto en relación con otros objetos en el cielo, mientras la segunda se determina con base en cálculos matemáticos, de manera que los objetos observados conserven una misma distancia estándar, equivalente a 3,23 años luz.