Gracias a las políticas de conservación implementadas en la Universidad Nacional (U.N.) Sede Amazonia, se han registrado, entre otras, las siguientes especies: 17 de serpientes, 104 de mariposas diurnas y 62 de nocturnas, además del avistamiento de 207 clases de aves, el cual es favorecido por la riqueza vegetal del bosque.
Un estudio evaluó el impacto que la infraestructura física del campus de la U.N. Sede Amazonia ha tenido sobre el bosque. En este se recopila y actualiza la información de la biodiversidad con la que convive la comunidad universitaria.
En cuanto a los mamíferos se hace referencia a dos grupos: los voladores (murciélagos) y las pequeñas especies terrestres o arborícolas. Sobre los primeros se mencionan 16 especies que se alimentan de insectos, mientras que de los segundos se reportaron 11 clases, entre las que se destaca la aparición en una cámara trampa de un ocelote adulto.
En peces, la información corresponde a material biológico recolectado en algunos de los humedales del campus de la U.N. Sede Amazonia. Se identificaron 11 especies, todas ellas de individuos pequeños, lo que es común en arroyos selváticos amazónicos. De estas hay una en peligro de extinción: Anablepsoides elongatus.
Las políticas de conservación implementadas en la Sede desde sus inicios, en 1987, permitieron recuperar el bosque pantanoso, el cual se ha convertido en uno de los pocos parches de vegetación que aún se conservan en el casco urbano de Leticia.
La compilación de los datos para el proyecto estuvo a cargo del profesor Santiago Duque. Para ello se tuvo en cuenta tanto la revisión de la historia de la Sede Amazonia, y de su campus en Leticia, como un análisis de la vegetación y la fauna, representada en insectos, serpientes, aves, mamíferos y peces.
De esta manera se constató la transformación que ha sufrido el terreno desde que la U.N. comenzó a hacer presencia en la zona, cuando este era un extenso pastizal dedicado a la ganadería.
Por medio de imágenes satelitales de la zona se determinó que entre 1977 y 2017 el bosque pantanoso de la U.N. pasó de un 21 % a un 37 % de cobertura, mientras que el bosque secundario -más joven y que se encuentra en la tercera fase de recuperación hacia un bosque maduro- aumentó del 0,5 al 41,8 %.
Ángel María Pijachi, tecnólogo forestal que participó en el análisis vegetal del estudio, señala que durante dos meses se hizo un inventario en las 15 hectáreas del bosque de la U.N., dividiéndolo en 12 zonas de 2 m x 50 m en las que se llevó a cabo la recolección de muestras de hojas y el registro fotográfico de árboles y plantas para su posterior identificación.
“Eso lo hicimos en varios puntos del bosque teniendo en cuenta imágenes satelitales que georreferenciamos y con las que tratamos de identificar qué tipo de bosque era”.
Agrega que con este procedimiento se describieron en la Sede Amazonia cuatro unidades de vegetación: bosque pantanoso, bosque secundario, borde de bosques e infraestructura discontinua con jardines.
En estos espacios fue posible reconocer 171 especies vegetales entre árboles, lianas, hierbas y palmas, incluyendo las especies presentes en los jardines. La mayor biodiversidad está en el bosque pantanoso, con 72 especies, mientras que el bosque secundario presentó 57 especies.
Para el investigador Pijachi este es un ecosistema importante no solo para la conservación sino también para la educación, pues es objeto de visitas y estudios de universidades y colegios que incluso vienen de Brasil.
Por su parte Kees Van Vliet, ingeniero forestal que también participó en el estudio, hizo referencia a la importancia del estudio ante la amenaza que podría representar el nuevo aeropuerto para el ecosistema, cuya visibilidad podría verse afectada por un incremento en la altura del bosque.