SEGÚN el último Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Escolares, realizado por el Observatorio de Drogas de Colombia, el consumo de alcohol, tabaco, marihuana, cocaína, inhalables y popper sigue en aumento entre jóvenes y adolescentes del país que se encuentran en su etapa escolar. Las cifras preocupan a padres y a actores del sector pues esta problemática no sólo constituye consecuencias negativas para la salud, sino que denotan graves dificultades en los procesos de desarrollo emocional y educativo.
Por esta razón, Justo Andrés Mesa, coordinador del Departamento de Psicología del Gimnasio Moderno, indica que el ser humano debe estar muy bien constituido para no necesitar de elementos externos que le permitan controlar sus emociones, o tener la sensación de bienestar. Es así como la causa real de la problemática del consumo de sustancias psicoactivas en los jóvenes, no radica en el “consumo como tal”, sino en la existencia de dificultades emocionales como sentimientos de abandono, baja autoestima, escaso desarrollo emocional y poca consciencia de sí mismo.
Para prevenir que su hijo o alumno se convierta en un ser vulnerable al consumo de estupefacientes, el especialista indica estos tres elementos para ser tenidos en cuenta, tanto en la familia, como en las instituciones educativas:
1. No descuidar la Prevención primaria: El primer paso darles a conocer a los jóvenes, y a sus familias, las consecuencias negativas de cualquier tipo de consumo desmedido ya sean sustancias psicoactivas, compras, hasta el uso de pantallas, entre otras. En consecuencia, se les debe informar sobre los riesgos como desajustes neuroquímicos del cerebro, alteración del estado de ánimo, problemas familiares, relacionales y sociales, adicción, conductas de aislamiento, etc.
2. Trabajar en el autoconocimiento: Más allá de que los estudiantes sean conscientes de los riesgos, se debe trabajar el fomento de la seguridad en sí mismo; debemos ayudarles a que se acepten como son, a valorar sus avances y logros; manifestarles amor, cariño y crear -en la familia- expectativas que se ajusten a la realidad personal de cada cual. Esta es la clave para ayudarles a crear conciencia y para poder dirigir adecuadamente sus emociones a través de la construcción personal de un ser social, que se quiere a sí mismo y que genera prácticas de autocuidado y consciencia.
3. Reconocer sus fortalezas: Si desde un inicio logramos que los niños, jóvenes y adolescentes refuercen sus fortalezas, cuando tengan una dificultad, lograrán acudir a ellas para solucionarlas de una manera sana. De la misma manera, es positivo ayudarles a ser conscientes de sus propias necesidades y motivarlos a que puedan darles respuesta sin necesitar de tantos factores externos; de esta forma, ellos tomarán decisiones basadas en una amplia consciencia, y no bajo la influencia o la presión de otros.
Tener en cuenta estas tres claves de prevención, puede ayudar a que, por medio del trabajo en conjunto con maestros, padres, compañeros de clase y los mismos jóvenes, se logre que menos muchachos caigan en este flagelo de las sustancias psicoactivas y que su etapa de desarrollo físico, emocional, psicológico y relacional se dé de la mejor manera.