Viernes, 9 de Septiembre de 2011
En este 10º aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, recordemos que en esa fecha se produjo no sólo un ataque contra Estados Unidos, sino un ataque contra el mundo y contra la humanidad y las esperanzas que compartimos.
Recordemos que entre las casi 3.000 personas inocentes que perdimos aquel día había cientos de ciudadanos de más de 90 países. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, de muchas razas y credos. En este solemne aniversario nos sumamos a sus familias y sus países para rendir homenaje a su memoria.
Recordemos con gratitud cómo hace diez años el mundo manifestó su unidad. En todo el planeta, ciudades enteras se paralizaron en momentos de silencio. La gente ofreció sus oraciones en iglesias, mezquitas, sinagogas y otros lugares de culto. Y todos en Estados Unidos nunca olvidaremos como las personas en todos los rincones del mundo se solidarizaron con nosotros en vigilias con velas y entre los mares de flores delante de nuestras embajadas.
Recordemos que en las semanas después del 11 de septiembre actuamos como comunidad internacional. En el marco de una amplia coalición, expulsamos a al Qaeda de sus campamentos de entrenamiento en Afganistán, derribamos a los talibanes y ofrecimos al pueblo afgano la oportunidad de vivir sin terrorismo. Sin embargo, los años posteriores fueron difíciles y el espíritu de la alianza mundial que sentimos tras aquel día se desgastó.
Como presidente, he dirigido mis esfuerzos a renovar la cooperación mundial que tenemos que tener para responder a la gama entera de retos que afrontamos. Por medio de una nueva era de participación, hemos establecido alianzas con países y personas que se basan en intereses y respeto mutuos.
Como comunidad internacional, hemos demostrado que los terroristas no son rival para la fortaleza y resistencia de nuestros ciudadanos. He dejado bien sentado que Estados Unidos no está en guerra contra el Islam, y nunca lo estará. Más bien, con aliados y socios estamos unidos contra al Qaeda, que ha atacado docenas de países y matado a decenas de miles de hombres, mujeres y niños inocentes, en su gran mayoría musulmanes. Esta semana, recordamos a todas las víctimas de al Qaeda así como el valor y la resistencia con que sus familias y conciudadanos han perseverado, desde Oriente Medio a Europa, desde África hasta Asia.
Al trabajar juntos, hemos desbaratado complots de al Qaeda, eliminado a Osama bin Laden y a gran parte de sus altos mandos, y hemos colocado a al Qaeda en el camino hacia la derrota. Mientras tanto, los pueblos de Oriente Medio y el norte de África demuestran que el camino más seguro hacia la justicia y la dignidad es la fuerza moral de la no violencia, en lugar del terrorismo y la violencia sin sentido. Está claro que los extremistas violentos se están quedando atrás y que el futuro pertenece a aquellos que desean construir y no destruir.
A los países y a las personas que desean un futuro de paz y prosperidad, les digo que tienen un socio en Estados Unidos; pues aunque nos enfrentamos a desafíos económicos internos, Estados Unidos continuará desempeñando un papel singular de liderazgo en el mundo. Mientras replegamos el resto de nuestras tropas de Iraq y trasladamos las responsabilidades en Afganistán, apoyaremos a los iraquíes y a los afganos en sus esfuerzos por lograr la seguridad y ofrecer oportunidades a sus pueblos. En el mundo árabe y más allá de este, defenderemos la dignidad y los derechos universales de todos los seres humanos.
En todo el mundo, continuaremos el arduo trabajo de intentar lograr la paz, fomentar el desarrollo que saca a la gente de la pobreza, y contribuir a avanzar la seguridad alimentaria, la salud y el buen gobierno que desatan el potencial de los ciudadanos y las sociedades.
Al mismo tiempo, nos hemos vuelto a comprometer con el ejercicio de nuestros valores en nuestro país. Como país de inmigrantes, Estados Unidos recibe a personas de todos los países y culturas. Estos nuevos estadounidenses, como las víctimas inocentes que perdimos hace diez años, nos recuerdan que a pesar de las diferencias de raza u origen étnico, antecedentes o creencias, a todos nos une la esperanza común de que podemos hacer que el mundo sea un lugar mejor para esta generación y las venideras. Este debe ser el legado de aquellos que perdimos.
Aquellos que nos atacaron el 11 de septiembre querían crear divisiones entre Estados Unidos y el mundo. Fracasaron. En este 10.º aniversario, nos sumamos a nuestros socios y amigos para recordar a todos aquellos que perdimos en esta lucha. En honor a su memoria, reiteramos el espíritu de alianza y respeto mutuos que necesitamos para hacer realidad un mundo en el que todas las personas vivan con dignidad, libertad y paz.