La violencia juvenil en Colombia le preocupa a la jerarquía católica, expresó una delegación de obispos que concedió ayer una rueda de prensa en el marco de la Asamblea Plenaria del Episcopado que concluye hoy en Bogotá.
Los prelados dijeron que después de la pobreza, el problema que afecta la calidad de vida de los jóvenes es la violencia.
Este hecho, según el estudio presentado, fragmenta a las comunidades, genera miedo, reduce la capacidad productiva, incrementa el costo de la vida cotidiana, imposibilita la competitividad y conduce al atraso socioeconómico.
Entre los hallazgos del documento se encuentra el incremento de las tasas de criminalidad urbana con participación de la población juvenil, asociada a bajos indicadores económicos, predominio de mercados criminales relacionados con provisión ilegal de servicios de seguridad, narcotráfico, tráfico de armas, contrabando y lavado de activos.
Para los obispos urge atender esta problemática porque la violencia juvenil acaba con miles de vidas cada año en Colombia.
También señala el informe que los jóvenes que viven en entornos violentos toman decisiones riesgosas, cortoplacistas, estando menos dispuestos a invertir en su bienestar, el familiar y el comunitario, con la consecuente disminución del desarrollo social y productivo.
El sacerdote Héctor Fabio Henao, director de la Pastoral Social, sostuvo que la educación es un tema importante y por ello la insistencia en que se den enfoques hacia la protección y que se tengan espacios protectores hacia los jóvenes.
“Esos entornos pasan fundamentalmente por la escuela y la familia. Y ojalá que sean entornos que ayuden a disminuir la problemática presentada”, manifestó Henao.
La investigación, contó Henao, fue hecha entre los rangos de edades de 12 a 18 años y se encontró también que en muchas zonas del país no hay mecanismos ni la capacidad institucional de ofrecer oportunidades de resocialización a los jóvenes que entran en contacto con las organizaciones criminales.
“En un bloque muy grande de municipios del país no hay casi mecanismos, pero hay que reconocer que hay algunas políticas y que han dado resultados”, dijo.
Edades tempranas
Manifestó Henao que entre los 7.000 jóvenes procesados por la justicia el año pasado hay principalmente tres tipos de actividades ilícitas, que son asaltos a personas en la calle, a viviendas y homicidios.
“La tasa de homicidios ha disminuido, pero el problema es que hay una gran participación de jóvenes en las actividades relacionadas con todo tipo de criminalidad”, expresó Henao, señalando como punto importante que el consumo de sustancias psicoactivas se viene dando en edades muy tempranas: “Se inicia muy temprano en el consumo de drogas, por inseguridad que rodea las escuelas, el problema del microtráfico”.
El problema es que en Colombia se juntan los delitos de vieja data, que tenían raíz política, con los delitos nuevos que en el mundo se caracterizan como las extractivas y por los conflictos urbanos juveniles, consideró Henao: “El país es un punto de encuentro entre conflictos históricos y conflictos nuevos, mirados más a una nueva realidad de necesidades económicas, personales”.
Según el estudio, la Ley de Infancia y Adolescencia lo que ha traído son unos cambios positivos, pero que a pesar de ello es necesario adoptar nuevos enfoques de infancia y juventud en los municipios y departamentos.
El desafío
El gran desafío que se plantea es que las políticas gubernamentales tengan enfoques juveniles y de infancia, que sean en términos de prevención y solucionar las necesidades de inclusión social.
En ese sentido, Henao indicó que el país debe estar en la capacidad de brindar oportunidades sociales a los jóvenes, tema que “pasa por lo económico, pero también por lo cultural”.
Aseguró que cuando los jóvenes rurales llegan a una situación como la que se vive en Colombia, de una gran concentración urbana, es difícil aprender a vivir en ese entorno sin tener el riesgo de reaccionar violentamente.
Agregó Henao que en el caso de Bogotá se hizo el estudio en lo que tiene que ver con el hurto y fue el tema donde hubo más recurrencia por parte de los jóvenes.
Otras violencias
El estudio registró que se vienen ejerciendo otras violencias, como las sicológicas que pasan por el matoneo, por hacer la vida imposible a otros niños o jóvenes en los entornos educativos.
Henao informó que eso muestra cómo la escuela está siendo tomada como escenario de violencia de una manera diferente.
“Ese tipo de violencia la hemos detectado muy fuertemente en ciudades como Bogotá y hay que atenderla de manera integral”, comentó.
Esta violencia se da por la presión que se da porque el niño es de otro color, “entonces hay una forma de exclusión de aislamiento, una forma de abandono de ciertos niños por esas circunstancias”.
Entre tanto, el obispo castrense Fabio Suescún aseguró que en eso incide la formación que vienen recibiendo los niños en la escuela y en el hogar.
“La violencia intrafamiliar nos lleva a niños violentos y a jóvenes violentos. Cuando un niño crece con las malas palabras, con el maltrato, con el golpe físico. Ese niño repite en sus esquemas de relación con los demás ese esquema que él aprendió en su hogar”, señaló.
Suescún reiteró que la incidencia de la vida familiar en paz repercutiría sobre jóvenes cultivadores de paz y una violencia intrafamiliar lleva al destrozo de los corazones porque los jóvenes y niños aprenden que a las malas es como se consiguen las cosas.
Entre tanto, el padre Héctor Eduardo Lugo, provincial franciscano en Colombia, añadió que “se les está dando a los jóvenes una política de retaliación, de venganza, de violencia, de autonomía pura, de libertad sin límites y que todo se vale”.
Lugo manifestó que una solución es que se tiene que dialogar con los jóvenes: “Hay cosas que no se están poniendo sobre el tapete en conversaciones tanto en los colegios, en las universidades y en la familia”.
Para el líder franciscano es importante involucrar a los jóvenes y que sepan que en la sociedad está pasando y que a ellos mismos les compete y por eso deben comprometerse en la reconciliación.
A tener en cuenta
El padre Henao expresó que entre las cosas a tener en cuenta en el tema educativo para disminuir la violencia juvenil, la primera es la calidad de la educación y crear ambientes de respeto de valores. Que la institución educativa se convierta en un escenario de paz y de diálogo, por medio de mecanismos concertados.
“Lo que encontramos es que hay múltiples factores de violencia simbólica. Esos factores tienen que ver con el señalamiento, con el aislamiento, pero también con colocar fotos en redes sociales, con mensajes discriminatorios, muchas veces humillantes a jóvenes, y que generan respuestas”, manifestó.
Sostuvo Henao que las redes sociales son muy vulnerables para hacer daño y crear violencia y destruir a otras personas, manifestando que la sociedad colombiana podrá construir una fase nueva en su historia solo si es capaz de solucionar los nuevos potenciales conflictos que hay y los riesgos que se enfrentan.
Según Henao, el estudio indicó que uno de los grupos más estudiados entre los que ejercen la violencia juvenil han sido las pandillas y eso se debe a que son una de las formas más frecuentes de organización juvenil involucradas en la violencia.
Se dice que en Colombia hay diversos grupos armados que tienen relación con los jóvenes en calidad de victimarios o incorporándolo a sus filas, lo que para Henao se debe a la falta de oportunidades económicas y en muchas ocasiones a la falta de oportunidad para entrar a los centros educativos.
Municipios
Frente al llamado de la jerarquía católica a los gobiernos locales de crear políticas juveniles que ayuden a disminuir la participación de los jóvenes en hechos criminales, el director de la Federación Nacional de Municipios, Gilberto Toro, expresó que el problema está en que muchas veces no existen los recursos para ejecutar los programas de los mandatarios.
“Valoramos el llamado de la Conferencia Episcopal. Lo acatamos. El mensaje cae en terreno abonado, pero en los municipios tienen programas de apoyo a los jóvenes, algunos en mayor dimensión que otros, porque el tema siempre es de recursos”, anotó.
Toro explicó que la Federación hará de alto-parlante al llamado y se le pedirá a los alcaldes que dejen planteado el tema en los planes de desarrollo que se avecinan: “Vamos a dar un debate para que los recursos del sistema general de participación se incrementen para destinarlas a estas políticas”.