Especial para El Nuevo Siglo
Por Oscar Munevar Forero
Rio de Janeiro
Alemania-Argentina final que se repetirá después de 24 años, la primera oportunidad fue el 29 de junio de 1986 en el estadio Azteca de México de la mano de Diego Maradona donde consiguieron el segundo título en su historia, el primero se había obtenido en 1978 en Buenos Aires y esa final se repetiría en 1990 en Italia, cuando los ganadores fueron los germanos y se quedaron con la corona.
La historia dice que ningún europeo ha ganado en tierras suramericanas y como dijo el arquero Sergio Romero al término del partido,”hemos soñado con una victoria, con humildad y trabajo”, seguirá acaso la costumbre haciéndose ley, que ningún europeo se impone por estas tierras suramericanas y que el hechizo continua? Eso lo podremos saber el domingo 13 de julio, cuando el juez central de por terminado el juego.
La historia de 1986 Mexico
Un domingo soleado de junio para el pueblo argentino, se convirtió en un sueño hecho realidad al conseguir el segundo título de la Copa Mundo, gracias a la tarea del polémico y siempre recordado Diego Armando Maradona, quien durante el desarrollo de los partidos de ese mundial puso en serios aprietos a la FIFA y a los árbitros por una mano que bautizo “la mano de Dios,” que a la postre, los llevó al título, en Estadio Azteca donde derrotó a los germanos tres goles a dos.
Ese partido es recordado por el sólido accionar argentino, a la maquinaria conducida por Maradona y Jorge Burruchaga, que se puso al frente con los goles de José Brown ex jugador del Atlético Nacional de Medellín a los 23 minutos, Jorge Valdano, hoy comentarista deportivo a los 55 minutos. Pero a los alemanes no hay que derrotarlos a medias, pese a que perdían 2-0 en jugadas similares, tras sendos tiros de esquina, Rummenigge a los 74 minutos y Voeller a los 80 empataron el partido. Entonces, Diego Armando Maradona al cierre, minuto 88, le dio alcance al más puro estilo alemán, los venció con una inspiración que solo a su estilo se lograba, de ganas, de empuje, de hombría y de lucha.
Pero entonces esta tarde en el azteca, el fútbol se impuso a todo, a la férrea marcación del medio campo, al desgaste físico, a un posible declive mental. Los dos hombres de talento de los argentinos, Maradona y Burruchaga, se encontraron y ganaron el título, todo fue festejo, éxtasis el pueblo duro varios días gozando lo hecho por el tango argentino en ciudad de México. Los de Diego Maradona, ganaron a lo puro Macho.
Estadio Olímpico de Roma 1990
Cuatro años más tarde, el 7 de julio de 1990, y porque el fútbol es así, se vuelven a encontrar estos dos colosos, pero el escenario era otro el Olímpico de Roma, los Alemanes toman desquite y en esta oportunidad en una tarde de verano europeo con un sol radiante y un gol de penal discutido por los “Gauchos” que todo el mundial fueron el centro de atención por las salidas en falso de Maradona, Andreas Brehme a los 85' toma revancha de lo ocurrido en México, y derrotan a los argentinos 1-0.
La final fue, seguramente, una de las peores que recuerda la ‘era moderna’. Una Argentina mezquina, avara, miserable y muy mermada por sus bajas, se tiró de cabeza a la defensiva a buscar los penaltis a fin de asegurar un 50% de la victoria. La expulsión de Pedro Monzón (la primera en una final en la historia de los Mundiales) respaldó el conservadurismo de Bilardo. La albiceleste se abrigó en su área y dejó pasar los minutos en busca de la prórroga. A cinco del final, el árbitro mexicano Edgardo Codesal señaló un polémico penalti a favor de Alemania. El lateral del Inter de Milán Andreas Brehme no falló desde los once metros y dio el título a la ‘Mannschaft’; un equipo formado por jugadores de mucho talento. Rudi Völler, Jürgen Klinsmann y -el gran capitán- Lothar Matthäus; todos ellos fueron responsables de la última conquista germánica hasta la fecha. La última también bajo la denominación de ‘Alemania Federal’, apenas unos meses después de que fuese derribado el Muro de la vergüenza. La final no dio para más. Maradona tuvo que poner paz tras una nueva expulsión, en este caso del delantero Gustavo Dezotti, aunque apenas restasen tres minutos para su conclusión. Ni tan siquiera comprometió Argentina el último esfuerzo del martillo alemán. Maradona, de cuclillas en el césped, rompió a llorar como un niño al recoger su medalla. El público que tanto le quería, se regodeaba de su llanto. El título que le hubiera hecho infinitamente inmortal, se le acababa de escapar entre los dedos.
Esa tarde los amores entre los Italianos y Maradona que llenaba estadios para verle jugar, se rompieron, el divorcio fue un (HP) que el argentino les lanzo desde la A quienes estaban en la tribuna que en su gran mayoría eran sus seguidores, ahí empezó el odio hacia el astro de la fanaticada romana.
Diego Armando, entonces estalló contra la FIFA, a la salida del vestuario sostuvo y todavía mantiene su teoría conspiratoria un cuarto de siglo después, convencido de que Argentina no podía ganar dos veces consecutivas la Copa del Mundo. “Estaba todo orquestado antes de la final”. Y ratificó que “existía una mafia en el fútbol”. Teoría, por otro lado, que fue alimentada por el capitán de los alemanes, el mismo que había metido el gol de penalti. Brehme, 16 años después de la final, admitió que “no hubo pena máxima en aquella acción de Sensini sobre Völler”. “El que yo marqué no fue penalti”.
Hoy 24 años más tarde la historia se volverán a enfrentar, en esta ocasión Alemania viene de conseguir lo que ninguna selección en el planeta había logrado vapulear en su propia tierra a los brasileños 7-1 en Belo Horizonte, donde los locales fueron hipnotizados por los germanos quienes no tuvieron compasión con los 200 millones habitantes que tiene Brasil y derrotó contundentemente a quienes aspiraban a conseguir la sexta estrella. Desde entonces en Brasil no para de llover, esa tarde, en Rio de Janeiro y Sao Paulo cuentan sus habitantes que cayó un aguacero que nunca antes ellos lo habían vivido, hoy todavía llueve como si el cielo aun derramara lágrimas por esa derrota de los auriverdes.
Por su parte Argentina de la mano de Messi, que no ha logrado aún ganarse la distinción del mejor jugador del mundo en un campeonato mundial, llega tras unas presentaciones que han dejado mucho que desear, incluso para esta final, tuvo que ir a la instancia de extra tiempo ante la siempre favorita pero desinflada Holanda, para conseguir desde el punto de penal su anhelada participación.
El estadio para esta cita será el renovado Maracaná, que tiene capacidad para 78.738 espectadores, se reconstruyó pensando que en la final de este 13 de Julio, los Brasileños estarían disputando o consiguiendo la sexta estrella, pero el fútbol no tiene lógica, ni tiene por qué tenerla, el que se equivoca pierde, esa es su norma, por esa razón tendremos una final como en los últimos tres mundiales, donde el anfitrión tendrá que ver a otros coronarse campeón, en 2010 en Sudáfrica, España campeón, en el 2006 en Alemania, Italia salió campeón, en Corea – Japón en 2002 el turno fue para Brasil.
El último campeón anfitrión fue Francia el Siglo pasado en 1998.
Brasil es el equipo más exitoso, al alcanzar cinco campeonatos, seguido por Italia con cuatro y Alemania con tres. En términos estadísticos, Brasil es el equipo con más victorias, seguido por Alemania e Italia.
Brasil e Italia son, además, los únicos equipos que han ganado dos torneos consecutivamente: Italia lo logró en 1934 y 1938, mientras que los sudamericanos lo lograron en 1958 y 1962. Ambos equipos se han enfrentado en dos finales (1970 y 1994), en ambas ha salido victorioso Brasil. La final de 1970, además, fue la primera en que se coronó a un tricampeón, al cual se le otorgó definitivamente el trofeo Jules Rimet, la reglamentación de la época decía que quien se ganara en tres oportunidades la Copa, se quedaría con ella, y le correspondió a Pele y su corte quedarse con ella. A partir de Alemania 74, nace entonces el trofeo FIFA, que quien lo gana, lo recibe durante cuatro años y la organización le entrega para sus vitrinas una réplica, pero la Copa sigue siendo una sola.
Los Jugadores Alemanes en caso de ganar la cuarta estrella, recibirían una prima de 300.000 euros para cada uno. Esta cifra se sumaría a los 150.000 euros que ya han cobrado los jugadores después de vencer a Brasil por un escandaloso 1-7 en semifinales. No obstante, no es un gran gasto si consideramos que la FIFA dará de premio al ganador 35 millones de euros.
Dicen que los argentinos por ahora solo piensan en el titulo, que la plata la arreglan después.
El partido está fijado para las cuatro de la tarde hora de Brasil, dos de la tarde hora Colombiana, once de la noche del verano europeo. ¿Quién ganara? Solo lo conoceremos, tal vez después de 90 minutos reglamentarios o 120 con el suplemento o con tiros libres desde el punto de penal, pero este domingo se corona campeón.