El alcalde electo de Bogotá, Gustavo Petro, que anda en París en gestiones previas a su posesión, ha resuelto ponerle peajes a la ciudad en sitios de mayor congestión.
Recodemos que la megalópolis está repleta de puntos congestionados, lo que conlleva al desmonte del pico y placa, obligando a la gente a utilizar el transporte público. Tengamos en cuenta que con la apertura de esos peajes las zonas críticas se “infartarán” más, pues al detenerse los automotores para pagar el peaje se estarían armando nuevos trancones de proporciones.
Atrapados sin salida. Le preguntamos al alcalde dónde está el sitio no congestionado de Bogotá para evitar el pago del peaje y estamos absolutamente seguros de que no lo encontrará. Esta es otra de las propuestas fallidas del futuro mandatario capitalino, a quien más bien le sugeriríamos que utilice piraguas, chalupas, lanchas, canoas y barcas para aprovechar las condiciones navegables que tiene hoy Bogotá.
Ríos moribundos. En el mundo civilizado toda ciudad que se respete defiende, cuida y conserva celosamente sus ríos. Estas fuentes de agua pura son las venas de ciudades y pueblos que los colombianos no hemos sabido proteger y preservar con responsabilidad.
París con su Sena, Londres con su Támesis, Roma con el Tíbet, Viena y demás ciudades bañadas por el Danubio, Madrid con su Manzanares, Rusia con su Moscota, Estados Unidos con su Mississippi y el río de La Plata compartido por Buenos Aires y Montevideo.
Navegabilidad. Estas ciudades han sabido convivir con sus ríos, convirtiéndolos en verdaderas atracciones turísticas, por su navegabilidad. Lo mismo pasa con los bellos lagos que la naturaleza le dio a la hermosa Suiza.
Nos viene a la memoria la lucha estéril que desarrollaron en el siglo pasado, en defensa de la navegabilidad del río Magdalena, los líderes conservadores Laureano Gómez, su hijo Álvaro Gómez, Jorge Leiva y Joaquín Franco Burgos.
Grandes cloacas. Los ríos de Colombia están convertidos en auténticas cloacas, en enormes vertederos de desperdicios, en despreciables botaderos de basuras. Duele decirlo: los ríos principales de Bogotá, Medellín y Cali son los sitios de mayor contaminación, porque en este país no existe policía fluvial. La pesca nos tiene sin cuidado. ¿Qué han hecho las controvertidas Corporaciones Autónomas para rescatar arterias fluviales como el Magdalena y el Cauca?
El humedal. En plena crisis invernal da grima el intercambio de inculpaciones entre funcionarios de uno y otro bando. Después de tantos años se culpa al ex ministro Leyva de la construcción de la Autopista Norte en Bogotá, y al ex alcalde Mazuera de la construcción de los puentes de la 26. Sólo falta que le achaquen los males de la actual emergencia a Don Gonzalo Jiménez, el fundador de la ciudad, o que crucifiquen a los directivos de la Universidad de la Sabana por haber sido los únicos que ejecutaron obras de prevención en su anegado entorno de Chía con sabia asistencia extranjera. Si la solución la tienen los holandeses, ¿por qué no los llaman?