Aunque es un verdadero avance lo que las grandes potencias lograron con Irak al pactar, tras una maratón diplomática, un compromiso marco sobre el programa nuclear, queda una gran labor para cerrar antes del 30 de junio un histórico acuerdo y sobre todo para blindarlo de posibles sabotajes de los férreos opositores al mismo.
Y aunque lo alcanzado este “jueves santo” no es comparable al histórico “Acuerdo del Viernes Santo” firmado en 1998 entre los gobiernos británico e irlandés para poner fin al conflicto de Irlanda del Norte, cabe resaltar que evidencia férrea voluntad política e intensa gestión diplomática (de esa diplomacia vieja que encarna el secretario de Estado de EU, John Kerry) para definir los “parámetros” sobre los cuales se pretende alcanzar un histórico entendimiento.
Los iraníes celebraron ayer como histórico el preacuerdo nuclear, saludado también por la comunidad internacional pero denunciado por Israel.
Pero la firma de este compromiso no implica que la confianza sea plena. Los occidentales advierten que todo lo acordado podría ser revisado si Teherán no cumple su parte.
Lo que se ha conseguido es "muy frágil" resume el analista del International Crisis Group, Ali Vaez, que destaca la "temible" fuerza de los enemigos del acuerdo. Además, "varios temas espinosos deberán ser resueltos en los tres próximos meses", añade.
En efecto, el acuerdo que fija los puntos clave de la negociación, a saber enriquecimiento de uranio, control e inspecciones, sanciones y duración del acuerdo, tiene numerosas ambigüedades o imprecisiones.
Este documento prefigura lo que será un acuerdo final. Según la versión estadounidense del texto, Irán se comprometió a reducir en dos tercios el número de sus centrifugadoras, que permiten enriquecer uranio, para conservar 6.000 de las 19.000 actuales (10.000 de ellas en funcionamiento).
Además, las reservas de uranio enriquecido que tiene Irán serán casi totalmente reducidas, en un 98%.
El reactor de agua pesada de Arak, que preocupaba especialmente a los occidentales, será reconfigurado para que ya no pueda producir plutonio, otra medio diferente al uranio para llegar a la bomba, y será sometido a draconianas inspecciones por parte de la ONU.
A cambio de estos compromisos, el texto prevé que las sanciones norteamericanas, europeas y de Naciones Unidas se levantarán en función de que Teherán respete sus promesas, pero también podrían ser restablecidas.
Los iraníes, que celebraron el acuerdo en las calles de Teherán, desean que se levanten rápidamente las sanciones, que ahogan desde hace años la economía del país.
Pero éstas no serán levantadas de una sola vez, sino aligeradas gradualmente, en función de los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
En los tres próximos meses, los expertos internacionales elaborarán un calendario preciso para determinar qué sanciones serán levantadas, en qué momento, y en función de qué medidas concretas tomadas por Teherán.
"Hemos sido muy claros, a la vez públicamente y en privado: un acuerdo final no estará basado en promesas. Estará basado en pruebas", repitió el jueves el secretario de Estado norteamericano John Kerry, principal artífice del compromiso con su homólogo iraní Mohamad Javad Zarif.
Pero el acuerdo marco de Lausana "no fija un calendario específico para que Irán se pliegue a las medidas pedidas en el marco de la investigación de la AIEA", subraya la analista Kelsey Davenport, especialista en asuntos de no proliferación.
No obstante, pese a estas imprecisiones y a sus zonas de sombra, "la importancia crucial de este acuerdo sobre los principales parámetros del tema nuclear no puede ser subestimada".
Por su lado, Vaez destaca que las presiones de los republicanos podrían dificultar el levantamiento de las sanciones estadounidenses contra la República Islámica. Además, un proyecto de ley que debe ser votado el 14 de abril podría obligar al presidente Obama a requerir la autorización de los congresistas para firmar un acuerdo final.
"El Senado estadounidense debería evitar tomar medidas que pudieran socavar este acuerdo marco", subraya Tom Collina, de la fundación Ploughshares Fund. "Ello podría liquidar el acuerdo antes de que sea cerrado", agrega.
Alerta israelí
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, exigió una mayor presión sobre Irán para obtener un mejor acuerdo y reclamó a Teherán que reconozca "sin ambigüedades" el derecho a Israel a existir en todo el pacto nuclear, una exigencia irrealizable puesto que ambos países son enemigos jurados.
Pese a considerar malo el acuerdo, Netanyahu señaló que las opciones disponibles no eran solo un mal acuerdo o la guerra. "Hay una tercera alternativa: mantenerse firmes e incrementar la presión sobre Irán hasta lograr un buen acuerdo", afirmó en un comunicado.
Además, "Israel pide que cualquier acuerdo final con Irán incluya un claro e inequívoco reconocimiento por Irán del derecho a existir de Israel", añadió.
Por su parte el presidente iraní, Hassan Rohani, afirmó que un acuerdo nuclear definitivo con las grandes potencias podrá cerrarse si ambas partes mantienen sus promesas. "Si la otra parte honra sus promesas, honraremos nuestras promesas" para alcanzar un acuerdo "equilibrado", afirmó en una intervención televisada, en la que agregó que si se alcanza, se "abriría una nueva página" para Irán y el mundo.
La comunidad internacional saludó el preacuerdo, pero se mostró prudente. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, aclaró que el calendario de levantamiento de las sanciones "aún no está resuelto" y que estas se irán levantando "a medida" que Irán respete sus compromisos.
Berlín advirtió que "era demasiado temprano para festejar", puesto que no había "ninguna garantía" de un éxito final" y Moscú dijo que "todavía queda mucho por aclarar".
El presidente Barack Obama habló de un "acuerdo histórico", si bien subrayó que debe ser objeto de "verificaciones sin precedentes" en lo relativo a su aplicación, mientras que el premier británico David Camerón saludó este “acuerdo sólido”./EL NUEVO SIGLO - AFP