El hecho que más de la mitad de los ciudadanos habilitados para votar no acudan a las urnas es un síntoma de alarma para cualquier democracia, más para la colombiana que atraviesa por un momento coyuntural e histórico a partir de la Constitución del 91, que abrió las compuertas para la participación de los diferentes sectores y tendencias. El fenómeno de la abstención sigue vivo y así se vio en los comicios parlamentarios y la primera vuelta presidencial de este año.
Esta situación ha llamado al país a preguntarse si sería necesario instaurar el voto obligatorio como sucede en otras naciones de la región o medidas menos drásticas, como sería más incentivos electorales para los ciudadanos.
Seguramente esta discusión será obligatoria en la reforma política que será ineludible para el gobierno del presidente que hoy sea elegido. Lo cierto es que Colombia no puede seguir asistiendo impávida a ver el fenómeno de la alta abstención en sus comicios. En juego está no solamente la legitimidad de quienes son elegidos porque deja de participar más de la mitad del electorado sino el principal soporte de la democracia, como es la expresión de los ciudadanos a través del voto.
En las elecciones de marzo pasado la abstención tanto en Senado como en Cámara fue del 56,5%, un poco menos que en iguales comicios del año 2010, que fue del 57%.
Mientras que la primera vuelta presidencial el pasado 25 de mayo se registró un abstencionismo del 60%, el segundo más alto en los últimos 20 años, pues en la primera vuelta del año 1994 el 66% de los ciudadanos habilitados para votar dejaron de ir a las urnas.
La mala imagen que tiene el ejercicio de la política y los políticos en general es la principal razón que esgrimen los expertos para explicar el fenómeno de la abstención, que no solo lo vive Colombia sino varios países de la región, como es el caso de Chile.
El abstencionismo puede tener diversas lecturas, “en muchos casos se da por apatía, por sentir que las decisiones de los ciudadanos con respecto a sus gobernantes no tiene ningún efecto sobre la vida de los votantes, pero también puede ser resultado de una falta de cultura política que se expresa de esta manera o también consecuencia de la poca capacidad que tienen los partidos políticos de llegar a la población”, explica César Corredor, director del programa de Economía de La Universidad de La Salle.
Tras la realización de la primera vuelta presidencial este año, el delegado para estos comicios de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore), Gustavo Alejandro Vivo, se mostró sorprendido por el alto índice de abstencionismo en Colombia.
"No es lo más saludable, la alta abstención conspira con la representatividad del Gobierno y debilita las instituciones de la República y al país en el contexto internacional. No lo hace atractivo para las inversiones porque es visto como Gobierno débil" precisó.
Añadió que "los ciudadanos deben tomar cartas en el asunto, involucrarse más y si las cosas no están bien cambiar o afirmar el rumbo pero que haya que definirse y contribuir al país, sufragar significa ayudar y en este caso significa ayudar al Gobierno del partido político que sea".
En igual sentido se manifestó el jefe de la Misión de la OEA destacada para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el expresidente de Costa Rica José María Figueres. "Debemos hacer un gran esfuerzo nacional entre las instituciones y los partidos para combatir el abstencionismo, un 60 % pone de manifiesto un grave desencanto de la ciudadanía con el accionar político nacional", dijo en esa oportunidad.
Segunda vuelta
Históricamente la abstención en Colombia es más alta en las elecciones presidenciales que en las parlamentarias, lo que tendría explicación en que en las primeras operan en mayor medida las maquinarias políticas regionales aupadas por los partidos y los congresistas de turno que buscan conseguir un periodo más o de no ser así, catapultar a uno de su grupo político para conservar la curul en el Senado o la Cámara de Representantes.
Es decir, el voto que se deposita en las elecciones presidenciales es más pensado y a conciencia por parte del ciudadano, pues sin dejar de lado los colores políticos, pesa más lo que ofrece el candidato en temas que son vitales para la gente como empleo, seguridad, salud y cualquiera otra cosa que termine redundando en la calidad de vida.
Sin embargo, en la segunda vuelta programada para hoy será un tema coyuntural, como es el de la paz, el que estará por encima de las numerosas propuestas que figuran en la ‘oferta’ social, económica y de desarrollo que hacen los dos candidatos que arribaron a esta instancia.
La paz expresada en un proceso de negociación ya muy adelantado que el presidente Juan Manuel Santos se empeña en sacar adelante con las Farc o la postura del candidato Óscar Zuluaga, quien le dará continuidad a las conversaciones solo si esta guerrilla abandona sus acciones irregulares, son las opciones que tienen para elegir los colombianos, lo que promete hacer mejorar la participación en las urnas si se compara con la jornada del pasado 25 de mayo.
En ese sentido este balotaje ha sido sintetizado por muchos como una definición entre la paz y la guerra, según las propuestas de cada candidato. Una definición de tal calibre hace esperar para hoy una movilización importante de los ciudadanos a las urnas y, por ende, un duro golpe a la abstención. Si no al punto de reducirla a su mínima expresión, sí bajarla de largo del 50%.
El pasado 25 de mayo solo votaron 13.216.402 ciudadanos de un potencial electoral cifrado en 32.975.158 personas habilitadas para sufragar.
Analistas y las mismas campañas políticas consideran que muchos de los ciudadanos que no votaron en la primera vuelta sí lo harán hoy. Son varias las razones a considerar para que así sea: la primera por supuesto es la continuidad o no de las conversaciones de paz en las condiciones que se desarrollan actualmente. También está que hoy es la votación definitiva, a diferencia que en la primera vuelta muchos prefirieron quedarse en la casa y sufragar en el balotaje. Igualmente, está el hecho que son solo dos candidatos en el tarjetón, que sumado a las diferencias marcadas que presentan haría que mejore la votación en esta oportunidad.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de este año la abstención llegó al 60%, la más alta en las dos últimas décadas.
Abstención en legislativas
Año %
200257,10%
200659,42%
201057%
201456,42%
Abstención en presidenciales
1994 primera vuelta 66 %
1998 primera vuelta 48%
1998 segunda vuelta41%
2002 primera vuelta 54%
2006 primera vuelta 55%
2010 primera vuelta 51%
2010 segunda vuelta56%
2014 primera vuelta 59,93%
El sufragio
. La Constitución de 1810 consagró el derecho al voto, pero excluyó a los esclavos, los analfabetos, las mujeres y los pobres. La Constitución de 1853 estableció el derecho al voto para los hombres mayores de 21 años y a los descendientes de los esclavos.
. La Constitución de 1886 quitó nuevamente el derecho al voto a los analfabetos, que en esa época eran más de la mitad de los colombianos, a menos que tuvieran propiedades o altos ingresos.
. En 1931 se incorpora la tinta indeleble para evitar que una persona votara dos o más veces.
. En 1936 se establece el derecho al voto de todos los hombres mayores de 21 años.
. En 1975 se rebajó a los 18 años la edad para ejercer el derecho al sufragio.
. En el año 2004 la Ley 892 incorporó el voto electrónico, aunque hasta el momento no ha tenido aplicación general en las elecciones porque los gobiernos no han apropiado los recursos para su implementación.