Rusos y occidentales mostraron sus profundas divergencias sobre Siria durante la cumbre del G8 que se inauguró ayer en Irlanda del Norte, eclipsando el impacto de la apertura de las negociaciones de un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
La tragedia siria enrareció la primera reunión en más de un año entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y el ruso, Vladimir Putin, al margen de las sesiones de trabajo en el lujoso complejo de Lough Erne.
Washington y Moscú tomaron en mayo la iniciativa de tratar de organizar una conferencia de paz, la denominada Ginebra 2, para abrir negociaciones entre los beligerantes sirios, pero esta parece todavía muy improbable debido a la amplitud de las divergencias y de la incesante guerra.
Sin embargo, según señaló el presidente ruso, esa idea no se ha abandonado.
La víspera de la apertura del G8, el presidente ruso, cuyo país es un aliado indefectible del régimen de Damasco, se mostró muy ofensivo, advirtiendo a los occidentales del peligro de armar a los rebeldes sirios.
Durante una reunión bilateral el lunes con el presidente francés, François Hollande, justo antes de la apertura de la cumbre, Putin mantuvo un semblante serio, impávido, mientras su interlocutor hablaba de Siria.
Holande criticó enérgicamente a su llegada a Lough Erne a Rusia, que continúa "entregando armas al régimen de Bashar al Asad, cuando la oposición recibe muy pocas y hoy está siendo masacrada".
París y Londres hicieron levantar el embargo europeo sobre las armas a finales de mayo y abogan por una mayor ayuda a los rebeldes sirios, aunque las dos capitales afirman que no han decidido todavía pasar al acto.
Por su parte, el principal interesado, Asad, lanzó una advertencia a Europa a través de la prensa. "Si los europeos entregan armas, el patio trasero de Europa se convertirá en terreno abonado para el terrorismo y Europa lo pagará muy caro", dijo en una entrevista con la edición del diario alemán Frankfurter Allgemeine que se publicará el martes.
En cuanto al otro gran respaldo de Damasco, Irán, se declaró, a través de su nuevo presidente electo, en contra de cualquier intervención extranjera en los asuntos sirios.
Hassan Rohani, considerado "moderado", estimó en su primera rueda de prensa que Asad debe seguir en su puesto "hasta las próximas elecciones" previstas en 2014.
Una solución a la que se opone categóricamente la oposición siria. Esta reclama su marcha después de más de dos años de conflicto y 93.000 muertos, según la ONU.
Antes incluso de la apertura oficial de la cumbre de las ocho mayores potencias industrializadas, Obama y los dirigentes europeos dieron el pistoletazo de salida de las negociaciones con miras a un acuerdo comercial "histórico" para crear la mayor zona de libre comercio del mundo. Pero pasada esta etapa inicial, el consenso se anuncia difícil de alcanzar.
Los europeos sólo lograron ponerse de acuerdo sobre su mandato de negociación in extremis el pasado viernes, después de haber aceptado excluir el sector audiovisual en aras de la excepción cultural que Francia defiende con uñas y dientes.
La polémica se reactivó con unas declaraciones del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que denunció una actitud "totalmente reaccionaria" de Francia./AFP