2014, el año en que se jugó la paz | El Nuevo Siglo
Lunes, 8 de Diciembre de 2014

A no dudarlo el proceso de paz, en Colombia, es la noticia del año 2014 porque, además de profundizar los pilares, llegó prácticamente al punto de no retorno, con protagonistas múltiples a su alrededor.

De hecho, el país no dejó de hablar de ello un solo día, impactando fundamentalmente en las elecciones presidenciales donde se puso sobre el tapete la posibilidad de mantenerlo, modificarlo o acabarlo, con el presidente Juan Manuel Santos jugándose la reelección a ese respecto y la oposición, aglutinándose bajo versiones diferentes. Inclusive los planteamientos y las consignas políticas llegaron a dividirse entre la guerra y la paz y eso fue lo que permitió un segundo mandato de Santos luego de haber perdido la primera vuelta.

De este modo, se dio un “mandato por la paz”, en el entendido de que fue el principal tema de campaña y que conquistó las mayorías. Todo ello cambió el espectro político, determinando, de un lado, una coalición por la paz en la que se aglutinaron los partidos de la Unidad Nacional y sectores del Partido Conservador, el Polo Democrático y la Alianza Verde, así como de afrodescendientes, indígenas y cristianos, y del otro lado el nuevo partido del Centro Democrático, encabezado por el expresidente Álvaro Uribe, y otros sectores conservadores.

Desde el comienzo de 2014 el proceso de paz, hasta el momento sin solidez definitiva, comenzó a impactar en tres frentes: el militar, el económico y el político.

 

Chuzadas

En el frente militar, en los primeros meses del año se descubrió que sectores del Ejército, bajo la plataforma Andrómeda, venían ‘chuzando’ a los negociadores de paz del Gobierno y al propio Presidente de la República. Fue el resultado de filtraciones de Inteligencia militar que previamente ya venían desestabilizando el proceso, como las coordenadas en la salida a La Habana de ‘Pablo Catatumbo’.

En esta ocasión, comenzaron a circular correos confidenciales del Presidente, sin embargo sin mayor trascendencia, pero que demostraron la inseguridad informática. Finalmente ello llevó a la remoción de parte de la cúpula y la investigación de algunos coroneles, asociados además con los ‘falsos positivos’.

El malestar tomó mayor vuelo en la segunda vuelta presidencial, cuando la Asociación de Almirantes y Generales Retirados (Acore), se mostró irritada por el triunfo de Santos, luego de respaldar al candidato opositor, Óscar Iván Zuluaga, pupilo del expresidente Uribe. Al final del año, incluso, la situación tomó otros visos, cuando el general Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Titán, fue secuestrado por las Farc, hecho nunca visto en los 50 y más años de conflicto armado interno colombiano, generando uno de los mayores golpes a la institucionalidad. El caso lo resolvió rápidamente Santos, por la vía humanitaria, superando el escabroso hecho que pudo significar, de acuerdo con otras etapas del país, décadas de cautiverio. En ese escenario el Primer Mandatario pidió absoluta lealtad a las Fuerzas Militares, mientras el expresidente Uribe emitía trinos en los que invitaba a “rebelarse” contra Santos.

En efecto, esos trinos venían siendo comidilla durante todo el 2014, especialmente cuando Uribe encabezó una lista al Senado para las elecciones de marzo. Por esa época la oposición había llegado a tal embestida, tratando de trancar a Santos, como que hizo circular un video en el que el Presidente sufría una secuela de su operación quirúrgica. En efecto, Uribe subió el tono por considerar que el Presidente lo había “traicionado” a raíz del proceso de paz y enfocó todas sus baterías con miras a cumplir la meta que se habían puesto en las elecciones congresionales: elegir entre 30 y 40 senadores.

Los resultados apenas llegaron a los 20 senadores, y algunos Representantes a la Cámara, saliendo victoriosas las fuerzas de la Unidad Nacional, con el Partido Conservador obteniendo dos millones de votos, el ‘palo’ de las elecciones, especialmente entre aquellos que respaldaban a Santos. Si bien a comienzo de año la convención conservadora, en medio de una decisión discutida, había elegido a Marta Lucía Ramírez como su candidata oficial, parte importante del conservatismo se mantuvo con Santos, aduciendo procedimientos irregulares en el cónclave partidista. El triunfo de la Unidad Nacional y sectores conservadores fue una primera advertencia de que las mayorías parecían estar por la paz. En tanto, el expresidente Uribe intentaba acolchonar sus resultados, aduciendo fraudes y lo que llamó “la mermelada”, es decir los cupos indicativos parlamentarios en el presupuesto nacional. Finalmente por la paz se situó más del 70% del Parlamento.

 

Incidencia

No obstante, hacia las elecciones presidenciales la primera vuelta fue de nuevo incidida por elementos asociados con la Inteligencia Militar, en este caso dos hackers contratados por la campaña de Zuluaga. Esto hizo que estallara una dura pugna entre los dos líderes de las encuestas, Santos y Zuluaga, que desconcertó al país. De hecho las fricciones, con denuncias de la oposición y del expresidente Uribe de que Santos había recibido dineros de los narcoparamilitares, crearon una marea de acusaciones. Esto hizo que parte del electorado mirara hacia las otras alternativas, particularmente Marta Lucía Ramírez y Clara López, logrando cada una de ellas cerca de dos millones de votos. Esto las puso de protagonistas de 2014, la una de centroderecha y la otra de centroizquierda, y las posicionó como líderes con vocación de futuro. Aun así quienes clasificaron, de lejos, fueron Zuluaga y Santos, el primero con 29% y el segundo con 27%.

De inmediato, hacia la segunda vuelta, 20 días después, el proceso de paz tomó mayor vigencia como motivo de las discrepancias políticas. Ramírez adhirió a Zuluaga, convirtiéndose en su jefe de debate, mientras López no entró a la campaña de Santos, pero dejó entrever su favorabilidad a esta alternativa. Zuluaga intentó moverse hacia el centro, mientras Santos profundizó en la paz como su bandera principal. De suyo, en el lapso, se firmaron nuevos acuerdos con las Farc, en La Habana, sobre narcotráfico y vocería a las víctimas, en tanto se oficializaron los contactos con el Eln.

Al final, el Presidente obtuvo su reelección con el 51% de los votos, contra 45% de Zuluaga. Desde ese momento quedó claro que el país, aun en medio de las vicisitudes, le apostaba al proceso de paz y que éste adquiría nuevo vigor, pasado por el filtro electoral. Terminada la contienda proselitista, Santos enfatizó su pertenencia a la “Tercera Vía”, en presencia de los expresidentes Bill Clinton, Felipe González y Fernando Cardozo, y del exprimer ministro británico Tony Blair. A su turno, Zuluaga pasó a ser el jefe del Centro Democrático y en principio Uribe concentró la atención del Congreso, aún con debates en su contra.

 

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Ya reelegido, Santos anunció la creación de una mesa especial con miembros activos de las Fuerzas Militares a fin de comenzar a tramitar el tema del desarme y el fin del conflicto. Uribe ripostó, aduciendo que no podían poner en el mismo nivel militares y delincuentes. Sucedido su secuestro y liberación del general Álzate, meses más tarde, en lo que a diciembre se comienza a tramitar por vía del denominado “desescalamiento” de las acciones ofensivas.

En medio de lo anterior, el Gobierno decidió publicar la totalidad de los tres acuerdos a los que se había llegado con las Farc (desarrollo rural integral, participación política y narcotráfico), con miras a demostrar que no existía ninguna agenda secreta. El acto fue ripostado por Uribe y el Centro Democrático con un documento que llamó “Las 68 capitulaciones de Santos en La Habana”.

Sin embargo, la publicación de lo acordado fue recibida positivamente por el país. Es más, ello le permitió a Santos no solo exponer ante Naciones Unidas los avances del proceso sino que dio pie a una extensa gira por Europa que soportó en las necesidades y la preparación de Colombia para el posconflicto. De antemano, el Primer Mandatario había recibido el respaldo estadounidense en charlas con el presidente Barack Obama y la visita del vicepresidente Joseph Biden y otros altos delegados norteamericanos. Al final del año, Santos viajaba a EU a fin de afianzar sus tesis en conferencias de la Fundación Clinton. Entre tanto el Centro Democrático ha anunciado una contragira para mostrar sus opiniones sobre el proceso de paz.

En el 2014, a raíz del proceso de paz, también se han presentado versiones encontradas entre el fiscal general, Eduardo Montealegre, y el procurador general, Alejando Ordóñez. Mientras el primero considera que la guerrilla puede participar en política y no pagar cárcel, siempre y cuando se adopten criterios claros de justicia transicional, el segundo declara lo contrario y se ha afincado para ello en criterios de la fiscal de la Corte Penal Internacional. Hacia finales del año el Presidente terció sobre si el delito político puede tener de conexo al narcotráfico, pendiente todo ello de ley estatutaria a tramitarse en el Congreso bajo el llamado Marco Jurídico de la Paz.

Al mismo tiempo, la Corte Constitucional, en un fallo determinante, autorizó que la refrendación popular de lo acordado en el proceso de paz podía hacerse el mismo día de las elecciones, que no fueran presidenciales, avizorando para ello las municipales y regionales del 2015 o las parlamentarias del 2018.

En el último semestre, la palabra más escuchada ha sido la de posconflicto, dando a entender que el tema es irreversible. Ello, por igual, ha sido motivo permanente de la discusión económica en cuanto a las necesidades de recursos a los efectos. Por lo pronto, el Plan de Desarrollo para los próximos cuatro años tendrá de corazón a la paz, demostrando la importancia que el 2014 tiene como eje gravitante del futuro. Si bien las guerrillas han dicho que los acuerdos conseguidos aún son parciales, la dura prueba que pasó el proceso con el secuestro del general Alzate y la incursión de la Mesa en el desescalamiento militar, demuestran cómo en esta ocasión, al parecer, no hay vuelta de hoja. Por todo lo anterior, el presidente Juan Manuel Santos es Personaje del Año, tanto en cuanto fue en 2014 quien puso las condiciones de irreversibilidad para terminar más de medio siglo de conflagración y barbarie.