La cifra de víctimas de minas antipersona, sean civiles o uniformados, sube cada día y el tema ya generó un enfrentamiento entre el Gobierno y las Farc en las negociaciones de paz por lo que se consideró, es una falta de compromiso por parte de la guerrilla en el desmantelamiento de los campos sembrados en la mayoría de municipios del país.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, en el país, en los últimos 12 años han sido ubicados y destruidos 199.549 artefactos explosivos y según cálculos de organismos internacionales, quedan unas 100 mil minas quiebrapatas sembradas.
De la misma manera, se estima que más de 11 mil personas, entre muertos y heridos, han dejado este tipo de artefactos instalados por las Farc y el Eln desde 1990.
El comandante del Batallón de Desminado Humanitario Número 60, coronel Willington Benítez, en diálogo con EL NUEVO SIGLO afirmó que solo 4 municipios están libres de minas antipersona, mientras que en 31 de los 32 departamentos se han registrado eventos por explosivos improvisados.
La Jefatura de Ingenieros Militares, según el coronel Benítez, cuenta con más de diez mil soldados, suboficiales y oficiales entrenados y capacitados en el desminado.
“Las minas antipersona se convirtieron en el enemigo número uno de los niños, las mujeres y hombres del campo, de las Fuerzas Militares y de la Policía. Estos artefactos limitan el trabajo de los labriegos y el desplazamiento de sus ganados y demás animales domésticos hacia las fuentes de agua y, por supuesto, de nosotros los militares y policías que trabajamos para enfrentar a los enemigos de la paz y de la concordia”, dijo el oficial.
Recordó que de acuerdo con información de la Dirección para la Acción Integral contra las Minas Antipersona, desde 1990 a la fecha se registran 11.006 víctimas de estos artefactos entre muertos y heridos; que 4.219 son hombres, mujeres y niños, especialmente, campesinos, de las cuales 3.423 resultaron heridos, 796 perdieron la vida y 6.787 miembros de la Fuerza Pública.
La cifra registra que 5.378 uniformados quedaron heridos y 1.409 fallecieron. Y entre el 1º de enero al 31 de diciembre de 2014 se registraron un total de 277 víctimas. De estas, 95 pertenecen a población civil, de las cuales 8 perdieron la vida y otras 87 quedaron heridas. De las 182 víctimas miembros de la Fuerza Pública 151 quedaron heridas y 31 fallecieron en el lugar del accidente.
Por ello, dijo, actualmente están entrenando al personal para el desminado humanitario. “Creo que avanzamos por un buen camino. Desde el año 2002 a la fecha, llevamos un total de 199.549 artefactos explosivos ubicados y destruidos a nivel nacional”.
Valores relativos
En cuanto al costo de una mina antipersona, su instalación y demás, el oficial precisó que “eso es relativo y va de acuerdo con la intención que tengan los terroristas. Por ejemplo, una mina antipersona puede hacerse fácilmente por $200 mil, porque las hay de regular o bajo poder y de alto poder. En Colombia se encuentra en cualquier parte un artefacto de esos… en un cuaderno, en un teléfono, en un tarro abandonado, en cilindros, la idea de los terroristas es hacer daño”.
Explicó que “los artefactos de bajo poder amputan las extremidades inferiores y afectan otras partes del cuerpo del campesino, del militar o del policía. Incluso en algunos casos, muchas de las víctimas sufren la amputación de sus brazos e incluso quedan ciegas. Y las de alto poder, tienen la capacidad de asesinar o desintegrar a una persona. Es relativo con respecto a los precios, pero para generar el daño tan grave que causan, no es tan caro. Los terroristas que siembran las minas no piensan nunca en quién es la víctima, si es un niño, una mujer, un labriego, un militar o un policía. Las minas antipersona es el enemigo número uno de todos los colombianos”.
De acuerdo con la experiencia, una mina antipersona, así sea de bajo poder, tiene la capacidad de hacer daño a una o dos personas. “Son 199.549 artefactos que se han destruido, es decir, son casi 400 mil seres humanos a los que les hemos salvado su integridad e incluso la vida”.
Contó que a la mina antipersona se le conoce como el soldado perfecto porque no le da sueño, no le da hambre, no se cansa y siempre está ahí lista para atrapar a su víctima.
“Hay minas que pueden permanecer intactas entre los diez y cincuenta años de acuerdo con su dispositivo que mantiene activa la batería. Hay minas que sus baterías se pueden cambiar. Otras cuentan con sistemas de ignición química, por alivio de presión, en fin los terroristas van mutando e innovando”, explicó el coronel Benítez.
Todo un reto
De acuerdo con el experto, “para el Batallón de Desminado Humanitario Número 60, el desminado militar es un reto. Contamos con personal altamente calificado. Lo más difícil de todo es detectar dónde se encuentra ese artefacto. Sin embargo, gracias a la población civil en muchas áreas del país son conscientes de que esos artefactos no solo afectan a los militares y policías sino a todos, entonces nos informan dónde vieron a los guerrilleros sembrando esas cargas explosivas. Los terroristas a medida que pasa el tiempo van mutando y van cambiando sus sistemas de activación”.
En lo que sí estuvo de acuerdo con expertos internacionales es en que si bien es cierto es barato construir una mina antipersona, el solo detector de metales con el que se buscan esos artefactos explosivos tiene un costo de $8 millones y adiestrar a un canino para la detección y su preparación tiene un costo de unos $3,5 millones. “Mire la diferencia que hay entre generar dolor y daño e incluso acabar con la vida de una persona y poder evitar que una persona caiga en esa trampa mortal”, dijo.
Para el coronel Benítez, “la tecnología es útil dependiendo de la información de la ubicación de esos artefactos y lo desactiva generalmente quien lo instala. Pero en Colombia acurre que un guerrillero que instala esas cargas, casi siempre olvida dónde lo hizo por varias razones: murió en un combate, se desmovilizó o simplemente no se acuerda dónde llevó a cabo ese procedimiento. Nosotros contamos actualmente con detectores de metales y lo fundamental, contamos con el talento humano de nuestros hombres que reciben una formación y un exigente entrenamiento para llevar a cabo esa misión que de por sí es peligrosa e incluso que cada vez que se acerca para ejecutar un procedimiento pone en riesgo su propia vida”, señaló.
La instrucción es de seis semanas en solo el conocimiento de qué clase de explosivos se utilizan para la fabricación de las minas antipersona y luego cómo se deben ejecutar los procedimientos y salir avante en cada proceso. También se cuenta con robots y otros equipos para la detección y desactivación de esos artefactos.
Los uniformados dedicados a desactivar minas están recibiendo instrucción de otras naciones como España y Suiza, entre otros países, para cumplir con todos los procedimientos y protocolos que exige la comunidad internacional.
Casos aberrantes
“Las Farc y el Eln cuando instalan una mina antipersona lo hacen con sevicia, porque no les interesa y no les importa quién cae y por esta razón no solo las instalan en sus áreas de influencia para protegerse sino cerca de las fuentes de agua, en caminos que son paso obligado no solo de las tropas sino de los mismos campesinos; a escuelas rurales y en general siempre buscan hacer daño. Ellos saben que las tropas necesitan consumir agua, descansar en sitios donde haya sombra, que deben avanzar en su permanente tarea de combatirlos, entonces esos sitios se vuelven un blanco perfecto para instalar esos artefactos explosivos improvisados”, relato el oficial.
Recordó que “un caso dramático ocurrió con un campesino que murió al caer en una de esas trampas y fue muy difícil y dispendioso recuperar sus despojos mortales, porque el sector estaba totalmente minado. Fue un drama difícil, pero finalmente se pudo recuperar el cadáver, pero el sufrimiento de su familia está ahí, quedaron su esposa y sus hijos desamparados, además de otros familiares”.
También explicó que “una víctima le cuesta al Estado más de $100 millones por las exigentes terapias a las que se debe someter, el trabajo psicológico, las prótesis y el trabajo de equipos especializados para volver a esta persona blanco de la acción terrorista útil a la sociedad. El trabajo psicológico es muy duro, especialmente cuando se trata de niños, porque ellos sueñan con ser alguien en la vida como futbolistas, ciclistas, abogados, médicos, militares y policías… es difícil trabajar para sacar adelante a un niño y hacerle ver que sus ilusiones siguen vigentes y que puede estudiar y triunfar. Pero también es difícil para un niño ver a su padre mutilado o a su mamá. Los soldados cuando recogen a una víctima de una mina antipersona se quebrantan al máximo. El dolor es muy grande”.
Reiteró el coronel Benítez que “cuatro municipios no tienen minas sembradas, pero me gustaría no mencionarlos porque a lo mejor para demostrar que no es así, los elementos de las Farc y del Eln, vuelven a sembrarlas para hacer quedar mal al Gobierno y a nosotros y a responsabilizarnos por lo que pueda pasar”.
Así mismo, dijo que solo en un departamento no se registra ningún evento de minas antipersona, “por fortuna”.
Y, de acuerdo con las cifras, las Farc son probablemente el grupo armado que más utiliza las minas antipersona. “Es muy difícil saber cuántas minas antipersona han sido sembradas en determinada región o departamento, pero estamos en esa tarea. Además agrego que los elementos de las Farc y del Eln actualmente están sembrando minas antipersona”, dijo.
Plazo
Colombia, para cumplir lo consignado en la Convención de Ottawa tiene plazo hasta el 2021 para “limpiar” el territorio nacional de las minas antipersona.
“En una convención en Cartagena solicitó un plazo de diez años más para cumplir con esa misión. Por tal razón contamos actualmente en las Fuerzas Militares con más de diez mil hombres capacitados en explosivos para llevar a cabo esta labor. Destaco que a pesar del Acuerdo y los protocolos consignados con la Convención de Ottawa, es un compromiso con nosotros los colombianos, pues la población civil nos necesita y nosotros no descasamos para cumplir con esta misión”.
Manifestó que en 2009 se cumplió con el Artículo 4º del Tratado de Ottawa. Es decir, el compromiso era destruir todos los explosivos de ese tipo en depósitos y retirar las minas que estaban alrededor de las bases. “El Ejército cumplió con todo ese proceso y por esta razón actualmente estamos con el Artículo 5º para hacer un mapa detallado donde están las minas para su destrucción”.
Además del Ejército, en el país la empresa privada también adelanta desminado: la Alotrom.
Insistió en que “estamos en capacidad de hacer el desminado humanitario con el personal que tenemos altamente entrenado. Pero es una muestra de sensatez que las Farc y el Eln nos digan, por lo menos, hasta donde sabe, dónde fueron instaladas. Estoy seguro que ni ellos mismos saben dónde las han sembrado. Pero de los pocos que saben dónde fueron instaladas que nos digan por el bien de nuestros niños, niñas, mujeres y hombres del campo. Cómo será que los mismos guerrilleros caen en sus campos minados, porque no saben dónde sus compañeros las sembraron y se vuelven víctimas de su propio invento”.