La contienda por el Senado y la Cámara nada que arranca en forma. Enredada mecánica de las presidenciales, crisis partidista, reforma política en trámite y vacíos en implementación del acuerdo de paz, entre las causas
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1, Sin cabezas de lista: Casi ningún partido ha definido quiénes serán los que encabecen sus planchas de candidatos al Senado y Cámara de Representantes. En gran parte ello se debe a que mientras no se escojan los candidatos presidenciales definitivos, tanto a nombre de los partidos como de los movimientos significativos de ciudadanos, no se sabe cuántos de ellos terminarán en las listas de Congreso una vez sean descartados para la contienda por la Casa de Nariño. Para nadie es secreto que varios de quienes hoy fungen como precandidatos presidenciales tienen, en realidad, la aspiración de pelear por una curul en el Congreso o, muy en el fondo, saben que no tienen los votos ni la fuerza política para ir por la jefatura del Estado y prefieren jugar al ajedrez de las coaliciones para ubicarse lo mejor posible.
2. Coaliciones en vilo: una de las novedades de la campaña parlamentaria para 2018 es la posibilidad de que los partidos pequeños y medianos puedan hacer listas únicas al Congreso. La norma ya fue autorizada en la reforma de equilibrio de poderes, de hace dos años, pero no ha sido reglamentada. Ahora se intenta viabilizarla por la vía de la reforma política y electoral que se está tramitando en el Congreso, al amparo del ‘fast track’. Hasta el momento no hay certeza sobre su aplicación, pero hay partidos como el Polo, Alianza Verde y Movimiento Ciudadano, de la coalición de los precandidatos Jorge Enrique Robledo, Claudia López y Sergio Fajardo, que estudian la posibilidad de una lista interpartidista. Dos senadores de La U propusieron lo mismo a los liberales pero la opción está cerrada, por ahora, para los partidos grandes.
3. Coletazo de la corrupción: por cuenta de escándalos como el de los sobornos de Odebrecht y la compraventa de fallos y decisiones procesales en la Corte Suprema de Justicia algunas candidaturas al Congreso ya están archivadas o se estarían repensando. Las capturas de los senadores Bernardo Elías y Musa Besaile así como las indagaciones a otros parlamentarios y exparlamentarios presuntamente involucrados en estos y otros escándalos, que podrían terminar con su encarcelamiento en poco tiempo, han llevado a que algunos replanteen su aspiración de reelegirse o volver al Congreso, en tanto que varias colectividades, conscientes del lastre político y electoral que significa incluir a los salpicados en sus listas, estarían haciendo maniobras para convencerlos de que den un paso al costado.
4. Alineación en las presidenciales: otro de los aspectos que no ha permitido que la campaña avance de la manera más rápida es el relacionado con la forma en que algunos congresistas están buscando alinearse en las distintas campañas presidenciales. Por ejemplo, en La U mientras varios parlamentarios son de la tesis de irse con Germán Vargas Lleras, otros prefieren una alianza con los liberales. A ello se suma que cuando termine la selección definitiva de los candidatos presidenciales, no se descarta que los parlamentarios inconformes opten por cambiarse de partido a última hora, así no puedan postularse al Parlamento a nombre de otra colectividad.
5. Reglas de juego en vilo: otro de los frenos de la campaña para renovar Senado y Cámara es la incertidumbre sobre la reglamentación que regirá dichos comicios. Hay un proyecto de reforma política y electoral en curso en el Congreso por la vía del ‘fast track’, que tiene plazo de aprobarse hasta el próximo 30 de noviembre. Esa reforma toca aspectos bastante importantes de la elección congresional como las listas cerradas, restricciones al voto preferente, coaliciones interpartidistas, cambios en la financiación de partidos, modificación del Consejo Nacional Electoral y otros asuntos más que, de entrar en vigor para los comicios de marzo, cambiarían las reglas del juego en medio de la campaña en forma sustancial.
6. Elecciones regionales en la mira: no se puede negar que varios senadores y representantes están analizando profundamente si buscan la reelección en marzo o mejor dan un paso al costado con el fin de reservarse para los comicios regionales de octubre de 2019, es decir dentro de dos años. Es claro que los escándalos de corrupción y su judicialización por la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia están llevando a que la dirigencia de varios departamentos tema que sus líderes terminarán procesados, encarcelados o inhabilitados. Por esa razón algunos parlamentarios no están seguros de lanzarse a la reelección o mejor esperar para eventuales candidaturas a gobernaciones y alcaldías. En departamentos como Córdoba, La Guajira, Sucre y otros, en donde los escándalos de corrupción judicial empiezan a cobrar cabezas, esta situación es bastante evidente.
7. ¿Congresistas-ministros?: hay incertidumbre sobre si se abrirá o no la posibilidad de que los parlamentarios pueden renunciar de un día para otro y entrar al gabinete. Ese es uno de los aspectos que se quiere incluir tanto en el proyecto de reforma política como en otros que hacen curso. Varios congresistas están pendientes del tema porque si bien quieren mantener su curul también sueñan con dar el salto al gabinete en el próximo gobierno y proyectar sus respetivas carreras políticas. Senadores de primer orden, incluso hoy dentro de la nómina de precandidatos presidenciales, podrían tomar la decisión de postularse o no al Congreso dependiendo de lo que se resuelva.
8. Transfuguismo sobre la mesa: aunque la mayoría de los partidos dice que no está de acuerdo con autorizar, vía Congreso, una nueva amnistía al trasteo partidista, lo que le permitiría a muchos congresistas cambiarse de colectividad sin incurrir en ninguna inhabilidad, lo cierto es que ya hay una propuesta de reforma andando en ese sentido que sus promotores quieren incluir en la reforma política y electoral. Habría más de una veintena de senadores y muchos más representantes a la Cámara que, en privado, ya le han dado su apoyo a esta iniciativa, que si bien no tiene el respaldo del Gobierno sería impuesta por las mayorías parlamentarias si se logran los respectivos acuerdos entre las bancadas con más votos.
9. Curules de Farc en el aire: aunque el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc establece que esa guerrilla, una vez desarmada, desmovilizada y convertida en partido político podrá participar en las elecciones parlamentarias de 2018 e incluso tendría aseguradas 10 curules en Senado y Cámara, sin importar la votación que obtenga, ahora esa opción se está embolatando. En el marco de la discusión del proyecto de ley estatutaria que reglamenta la Jurisdicción Especial de Paz, algunos partidos han propuesto que esas curules solo podrían ser ocupadas por los cabecillas y mandos altos de las Farc una vez sean procesados y condenados por la justicia transicional. Tanto el Gobierno como los voceros de las Farc sostienen que eso sería cambiar las reglas del juego pactadas en La Habana.
10. Dieciséis circunscripciones de paz bajo la lupa: según el acuerdo de paz en los comicios de marzo tendrán que elegirse 16 representantes a la Cámara en igual número de zonas afectadas sustancialmente por el conflicto armado. El acto legislativo que crea estas circunscripciones especiales de paz, adicionales a los 168 escaños de hoy en la Cámara, han tenido un trámite accidentado en el Congreso por la vía del ‘fast track’. La iniciativa tendrá visto bueno antes de noviembre 30, aunque ha sido ajustada no solo para que las víctimas del conflicto armado tengan una mayor posibilidad de acceder a las mismas, sino para evitar que el partido de las Farc y otras colectividades tradicionales traten de colarse en estas circunscripciones especiales de paz a través de movimientos sociales de fachada.
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