Merlí: el maestro que enseña otra manera de aprender | El Nuevo Siglo
Foto Netflix
Domingo, 27 de Mayo de 2018
Andrés Rivera
Esta serie española trata la vida de filosofía que le plantea a sus estudiantes numerosas preguntas sobre su existencia y cotidianidad. Enganchando a muchas personas, se ha convertido en una de las más preferidas en Netflix

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LA GRAN mayoría de nosotros ha tenido al menos un maestro que nos ha marcado la vida de una forma significativa. Son personas que logran apropiarse de un segmento especial en nuestros recuerdos y simultáneamente, algo de su reflejo se manifiesta en la forma de ser que tenemos hoy en día.  Los medios y consecuencias de dicho impacto son para mi imposibles de sintetizar de manera que haré uso de una serie de televisión creada en España que trata el tema de manera muy particular.

 

Merlí es una serie escrita por Héctor Lozano, dirigida por Eduard Cortés, producida por Veranta TV y ha sido emitida por varias cadenas españolas, estadounidenses y plataformas como Netflix, entre otras. El argumento de la serie se basa en la historia de un profesor de filosofía que va a dar clases a un instituto de educación pública. Sus métodos de enseñanza al igual que su manera de vivir la filosofía, unidos a una personalidad que incita encuentros y desencuentros constantemente, hacen que el tipo de relaciones que se desarrollan dentro del contexto de un instituto entre estudiantes, familias y profesorado tengan movimientos interesantes alrededor de situaciones, al parecer cotidianas, pero que para los personajes involucrados tienen un significado importante debido al contexto y etapa de vida que atraviesan.

 

Profesor y maestro

 

Uno de los planteamiento interesantes de la serie es la contraposición que podría inferirse entre lo que es ser un profesor y ser un maestro. Esta distinción puede abarcarse desde diversas aproximaciones. Una de ellas es la que surge a partir de la motivación de quien la lleva a cabo: enseñar por profesión o enseñar por vocación. En el primero del los casos el enseñar puede llegar a reducirse a un trabajo mecánico de transmisión de algún conocimiento o habilidad, con cierta técnica viendo a los estudiantes como un recipiente vacío por llenar en donde la simple información transmitida es suficiente para alcanzar determinados objetivos como pasar exámenes, ingresar a una universidad, conseguir un trabajo o cosas por el estilo.

 

El que enseña por vocación, como en el caso de Merlí, se ha apropiado de un área del conocimiento que ha hecho suya, no solo como una herramienta para resolver problemas o realizar alguna labor, sino como una forma de vivir que lo impregna tanto dentro como fuera de la clase. El que enseña por vocación no intenta únicamente transmitir conocimiento, intenta compartir desde la emoción la manera como ese conocimiento le ha impactado, intenta apelar en los estudiantes no a receptáculos pasivos sino a sujetos creadores, activos y críticos frente a lo que se les enseña. Busca no que amen o aprecien en conocimiento por sí mismo, sino más bien lo que buscan es encender una llama interna que ame el acto de conocer, de crear, de cuestionar y de utilizar todo lo que se proceso genera para llevarlo a la vida cotidiana.

 

En muchos colegios las asignaturas de arte, filosofía, literatura y educación física entre otras suelen tener una relevancia secundaria en los programas de estudios. También en la percepción de las familias y estudiantes. Es mucho peor reprobar matemáticas que filosofía, ¿por qué? Lo que hace Merlí es enseñar los planteamientos de diferentes filósofos integrándolos a las preocupaciones y problemáticas que se desarrollan en sus vidas. Nunca sigue el programa académico sino que a partir de su lectura del grupo y las dificultades que aparecen en sus vidas Merlí aterriza los planteamientos filosóficos de manera que aporten al desarrollo de la conciencia, pensamiento y emocionalidad de los estudiantes, de manera que los aprendizajes no se queden en un mero dato intelectual, sino que lindándolos con contenidos experienciales, actuales y relevantes para sus estudiantes, el conocimiento filosófico transciende el aula impactando a las familias de los estudiantes, al instituto y a los profesores, en especial, tiene un impacto evidente y transformador en la toma de decisiones de los estudiantes y en la modificación de actitudes frente a lo que la vida les pone al frente.

 

Amor a la sabiduría

 

De lo anterior se desprende la revaloración del aprendizaje filosófico desde una pedagogía para la vida. Etimológicamente ¨Filosofía¨ quiere decir amor a la sabiduría, amor al conocimiento. Lamentablemente en nuestra sociedad el amor al conocimiento o a la sabiduría se ha perdido en gran medida. Ya la motivación no nace del amor sino del miedo, de la inercia o de la imposición. Lo que intenta Merlí como maestro es utilizar el conocimiento filosófico, enmarcarlo dentro de una relación cercana con las vidas y preocupaciones particulares de sus estudiantes, de manera que los ejercicios experienciales y reflexiones realizados logren despertar algo de ¨Filosofía¨, en particular, genera uno de los logros a mi entender más elevados que puede lograr un maestro: establecer la duda como una constante en el pensamiento, de manera que las ideas y concepciones que suelen limitar nuestras posibilidades  de expresión como seres humanos puedan ser flexibilizadas y de esta manera incrementar la responsabilidad del individuo para que pueda llevar una vida más auténtica y llena de sentido, tomando una actitud personal frente a lo que le rodea actuando en consecuencia. Esto genera una efecto sobre el contexto inmediato de los individuos movilizando procesos similares al interior de las relaciones que establecen.

 

Así como dice Bertrand Russell, un escritor, filósofo, matemático y premio Nobel Ingles: ¨El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que se derivan del sentido común, de las creencias habituales de su tiempo y en su país¨.  De esta manera Merlí, más que enseñar filosofía, pretende despertar una actitud filosófica frente a la vida. No es la respuesta la que motiva al verdadero filósofo sino el cuestionamiento, el proceso de búsqueda constante que implica tomar postura frente a las propias acciones y frente al mundo que los rodea. La apropiación y reflexión sobre diversos modelos de pensamiento permiten ampliar nuestra perspectiva, lo cual invita a la curiosidad, a la creatividad a la crítica y al asombro. Mis mejores maestros me han dejado más preguntas que respuestas ¿Y los suyos?

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