Es uno de los pueblos más lindos del país, donde resalta a primera mano su potente riqueza histórica, cultural y natural. 

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En un rinconcito de la bella Santander se esconde entre las verdes montañas un municipio en el que el silencio vale tanto como la conservación histórica de su arquitectura. Al apreciarlo se pueden retroceder doscientos, quinientos o mil años en el tiempo, en el que sus paisajes dejan sin habla, erizan la piel y paralizan el corazón, donde los pobladores son como una sola familia y lo hacen sentir como un rey. Este es Barichara, el ‘Pueblito más lindo de Colombia’.

Pero Barichara no es como cualquier otro sitio que sólo se aferra a sus raíces, sus pobladores se han encargado de convertir a este lugar en una casa de reconexión entre el alma y el cuerpo, donde las tensiones de la ciudad se descargan a través del silencio de sus calles, el cantar de las aves, la retrospección hacia el pasado y una buena sesión de yoga con Macaya, la terapeuta espiritual.

De extremo a extremo el pueblo y sus corregimientos resaltan su arquitectura tradicional heredada de la época colonial, la cual es única, ya que aún conserva la rudimentaria técnica de sus ancestros, construida en piedra, agua y tierra. Así mismo, Barichara es reconocido por los coloridos destellos florales que se enredan a lo largo de los muros, las cortinas tejidas que describen los impresionantes paisajes santandereanos y sus tremendas esculturas en piedra distribuidas por todas partes.

A diferencia de otros lugares turísticos del país y del resto del mundo, la riqueza de Barichara no sólo se queda en sus fachadas y su historia sino que radica en un solo propósito: prosperar unidos. Aquí no solo el centro histórico, los exclusivos restaurantes y los grandes hoteles se quedan con las mieles del turismo, ya que la comunidad en una muestra de emprendimiento desarrollan un plan en el que todos tienen cabida.

El campesino es quien apoya al empresario, el conductor al comerciante y la comunidad en general contribuye con la formación de planes alternativos para los visitantes, como encuadernar, pintar con tierra, esculpir, hacer yoga, un retiro espiritual o una caminata. Además, ese falso ideal de que es un lugar exclusivo o costoso, se ha quedado sin piso, pues con cualquier presupuesto se puede disfrutar de su magia.

La cuna histórica

Sin embargo, esta belleza que ya es reconocida como patrimonio inmaterial de la humanidad, se queda corta con la que encontramos a lo largo de un Camino Real que conduce hasta los orígenes indígenas y coloniales de la región: la senda hacia Guane.

Guane es uno de los corregimientos de Barichara, fue cuna de la extinta comunidad indígena Guane y el lugar donde se gestó gran parte de la cultura indígena y colonial de ese territorio, dado que ese fue punto de encuentro entre esta comunidad y los colonizadores españoles, por lo que en sus calles aún existe el registro de muchas guerras y el paso de libertadores hacia sus batallas de gloria.

Y aunque ya no existe registro de ningún indígena puro de esta comunidad, los mestizos que habitan el corregimiento, atienden al turista como un amigo o un vecino más, y lo hacen parte de sus tradiciones, y le muestran los secretos que esconden las montañas.

Lo hermoso de Guane es que nunca olvida su historia, pues en su museo no sólo mantiene vivo el recuerdo de su tribu, sino también conmemora el pisar de los dinosaurios hace miles de años.

Estas palabras siempre se quedarán cortas ante el esplendor de Barichara, jamás se podría describir la calidez de su gente,  la sensación de tranquilidad o el impactante paisaje, sólo podría decirse que en el ‘Pueblito más lindo de Colombia’ lo esperan con las puertas abiertas.

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