La marca de Merkel | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Diciembre de 2016

Hace apenas unos pocos meses la popularidad de la canciller Ángela Merkel parecía declinar de manera estrepitosa en su país y en Europa por cuenta de la reacción de muchos sectores a los actos terroristas perpetrados por el yihadismo radical, el mismo que no pocos relacionan injustamente con la diáspora de miles de refugiados provenientes del Medio Oriente y el norte de África que, huyendo despavoridos de la guerra en esa región, fueron acogidos en parte, con audacia y generosidad sin precedentes, por Alemania, constituyéndose en un ejemplo de solidaridad y humanismo.

Esa actitud que tuvo múltiples lecturas y análisis. Por ejemplo, en el Reino Unido, convocado entonces a votar por el entonces primer ministro conservador David Cameron sobre su permanencia o salida de la Unión Europea, hay quienes culpan a la política migratoria alemana y de otras naciones del triunfo del Brexit. Otros señalan que, en realidad, fueron las políticas de austeridad fiscal impulsadas por Berlín en todo el bloque las que influyeron en el voto de los ingleses. Tras el resultado adverso, Cameron, estadista y caballero, renuncia pese a contar con el apoyo del sector conservador que discrepa de los resultados electorales. En el entretanto, en otros países de la Unión Europea se recalienta la tendencia xenófoba contra los refugiados. Pero Merkel se mantuvo en su política. Igual lo hizo ante dos desastres electorales para su partido a nivel interno, incluyendo Berlín.

El efecto de esas derrotas políticas en su país parecía devastador para Merkel y no pocos pusieron en duda su futuro electoral inmediato, sobre todo la posibilidad de buscar un nuevo mandato. Pero pasados apenas un par de meses, la dirigente más fuerte de Europa recobró sus niveles normales de popularidad. Es claro que

frente al populismo en boga de derecha e izquierda, el electorado alemán se muestra desconfiado de esas tendencias y prefiere el talante conservador y moderado de la Canciller. Los alemanes con sus altos ingresos, proverbial competitividad y madurez política suelen no creer en los aventureros y demagogos de turno. Las mayorías tienden a ser reflexivas y apuestan, a seguro, por el estilo de Merkel que los ha conducido con una alta dosis de estabilidad a lo largo de tres mandatos, pese a las sucesivas crisis regionales y mundiales. No cayó en la tentación de participar en las aventuras militares en el Medio Oriente y otras regiones.

Los sondeos más recientes señalan que un 64 por ciento de los alemanes está a favor de que la mandataria intente de nuevo conquistar la Cancillería federal, mientras que un 33 por ciento está en contra. Incluso casi nueve de cada diez militantes de la formación conservadora se mostró satisfecho con la decisión tomada por Merkel.

La decisión de aspirar a un cuarto mandato de la líder política alemana coincide con la elección en los Estados Unidos del magnate Donald Trump, un ultranacionalista que se proclama defensor a ultranza de los intereses de esa potencia. Los analistas estiman que Merkel, junto al español Mariano Rajoy y otros gobernantes de derecha en Europa pueden contribuir a moderar la relación entre el viejo continente y Washington. Igualmente la jefa de gobierno alemana es clave dentro de la activación de una política de paz en el Medio Oriente. No hay que olvidar que sólo en Siria han muerto más de trecientas mil personas, el país está quebrado y convertido en ruinas.

El responsable de Asuntos Exteriores de la Unión Cristianodemócrata alemana (CDU) Norbert Röttgen, sostiene que la Canciller tiene un potencial imparable para mover a los alemanes, lo mismo que para crecerse en las dificultades. Tras 11 años como gobernante se la considera una de las más experimentadas y sagaces líderes para defender el estatus y los intereses de Alemania y la Unión Europea frente al mundo. Se destaca la forma en que se  sintoniza con la opinión pública y las circunstancias políticas internacionales. Incluso viene planteando una política defensiva de rearme de Alemania, en consonancia con los anuncios de Trump de exigir a sus aliados europeos que se metan la mano en el bolsillo para la defensa de Europa.

La economía alemana bajo la batuta de Ángela Meckel ha progresado sustancialmente, no sólo porque es uno de los países con más capacidad exportadora en el mundo, sino que ostenta el crecimiento per cápita más alto del mundo desarrollado, sumado a un desempleo controlado e indicadores productivos estables.

Así las cosas, en Alemania prevalece hoy la política conservadora social del mercado. Allí, por ley, los sindicatos forman parte de las juntas directivas de las empresas en búsqueda de mayores avances tecnológicos, mejor producción y ganancias que engrosen el capital de los patronos y mejoren el poder adquisitivo de los trabajadores. Allí  imperan las Mittelstand (empresas pequeñas y medianas) que en la actualidad conforman el 95% de la economía.

Esa es la Alemania que aspira a seguir gobernando Merkel, sin duda la dirigente política más sólida de la Unión Europea y uno de los factores de poder geopolítico del planeta.