Liberan 15 cocodrilos en el río Manacacías | El Nuevo Siglo
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Lunes, 20 de Noviembre de 2017
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Los animales nacieron y se criaron en la Estación de Biología Tropical Roberto Franco ubicada en Villavicencio.

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Después de más de 24 horas de preparación y movilización, estos reptiles de la especie Crocodylus intermedius, conocidos como “cocodrilo del Orinoco”, tuvieron contacto por primera vez con su hábitat natural en el río Manacacías (Puerto Gaitán, Meta) que será su hogar de aquí en adelante.

A paso lento pero sin dudarlo, cada uno de cocodrilos caminó hasta la orilla del río para sumergirse y así culminar con éxito el extenuante trabajo de los docentes, investigadores y profesionales de la Estación de Biología Roberto Franco de la Universidad Nacional (U.N.), que se encargaron del alistamiento y traslado de los animales.

Este momento también significó el resultado de los esfuerzos conjuntos de la U.N. y Cormacarena, que desde 2009 trabajan en procesos académicos e investigativos para el Programa de Conservación del Caimán Llanero, y permitió reintroducir un buen número de cocodrilos de esta especie para fortalecer su población.

Entre la desembocadura del caño Cumaral y el río Melua, en el río Manacacías, los 15 cocodrilos fueron liberados en tres grupos, cada uno con un macho y tres hembras. Uno por uno, los animales caminaron despacio sobre la arena blanca, hicieron pausas y detallaron el lugar para luego adentrarse en el agua y tener contacto con su nuevo hogar.

El biólogo Rafael Moreno, de la U.N. y coordinador técnico del proyecto, comentó que estos animales tienen mucha sensibilidad y sentidos muy preciosos: “al enfrentarse a la vida silvestre están recibiendo una gran cantidad de información, así que mientras se acoplaban hacían pausas, pero su ingreso al agua fue rápido”.

Los animales nacieron y se criaron en la Estación de Biología Tropical Roberto Franco ubicada en Villavicencio. El traslado hasta Puerto Gaitán tardó alrededor de cuatro horas en las que los expertos de la U.N. hicieron dos paradas, en los corregimientos de Pachaquiaro y Pueblo Nuevo, para verificar el estado de los cocodrilos que eran transportados en guacales diseñados y construidos especialmente según las recomendaciones de la FAO para el transporte de animales vivos.

El ingeniero ambiental Willington Martínez, funcionario de la Estación, detalló que en estos puntos se revisó la temperatura de cada individuo, así como sus condiciones de aire y respiración.

En la llegada a Puerto Gaitán los guacales fueron embarcados en botes de hasta 13 metros de largo y casi un metro de ancho, que se movilizan con motores fuera de borda. Después de más de ocho horas de navegar por el Manacacías se vislumbraron las playas seleccionadas para la liberación.

Justo antes del desembarco del primer grupo de animales cayó una fuerte lluvia, pero lejos de ser un problema benefició la temperatura de los cocodrilos, que se refrescaron en medio del acalorado viaje.

“Buscamos espacios es los que el animal pudiera sentirse tranquilo, escogimos playas arenosas y de bajas pendientes. Teníamos un poco de preocupación porque al llover las playas se reducen, pero afortunadamente el nivel del río fue bajando y encontramos los sitios adecuados”, comenta el biólogo Moreno.

Durante la liberación estuvo presente la doctora Beltsy Giovanna Barrera, directora de Cormacarena, quien resaltó que ver a estos cocodrilos libres es una muestra del buen trabajo realizado durante estos últimos años y un aporte a la conservación de esta especie que se encuentra en peligro crítico de extinción por la comercialización de sus pieles.

También se hicieron presentes representantes de la Policía Nacional, la Armada Nacional, la Fuerza Aérea Colombiana y el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo, quienes apoyaron y acompañaron la logística de la hazaña.

El profesor Carlos Moreno, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la U.N., quien participó en la jornada de liberación, expresó con entusiasmo que pese al cansancio físico es una satisfacción contemplar la libertad de estos animales y es el premio a tanto esfuerzo.

“Somos conscientes de que esto apenas está empezando. Tenemos 200 animales para liberar el año entrante y seguiremos buscando recursos, porque creemos que sí hay personas interesadas en apoyar este tipo de proyectos”, agregó.

En efecto, el trabajo continúa. Seis de los cocodrilos (el macho y una hembra de cada grupo) tienen instalados transmisores de rastreo para el seguimiento de su supervivencia y localización. Los animales serán monitoreados a través de telemetría vía frecuencias radiales en la banda del espectro electromagnético VHF.

Entre los liberados, el macho más grande mide 3,60 metros y la hembra más pequeña es de 1,70 metros. Los expertos de la U.N. son optimistas y esperan que en la próxima temporada de reproducción, que es en la primera temporada seca del año -entre enero y marzo de 2018- ya haya un nido.

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