Pulso electoral en Argentina | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Octubre de 2017
  • Gobierno obligado a consolidarse
  • La incógnita del kirchnerismo

En Argentina la campaña entre el peronismo, que encabeza la expresidenta Cristina Fernández, y el gobierno de Mauricio Macri se ha convertido en un verdadero experimento político, en cuanto ambas partes apelan a todos los recursos de la propaganda para promocionarse y combatirse. Mañana deben elegirse a 127 diputados nacionales en las 23 provincias del país y Buenos Aires para un período que vencerá en 2021. También se escogerá a 24 senadores nacionales de ocho provincias muy importantes como  Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz. Ellos tendrán un mandato más largo, hasta el 2023.

Debido a la fuerte polarización política el resultado de las urnas será un pulso de amplio calado que puede señalar el rumbo a corto y mediano plazos. Se especula que si la exmandataria Cristina Fernández consigue una curul del Senado se proyectaría como virtual candidata a las elecciones presidenciales de 2019. El Gobierno lo sabe y es consciente de que si sus candidatos son derrotados, el margen de maniobra política se estrecharía. De allí que se haya empleado a fondo para ganar este domingo.

Las encuestas favorecen  a los candidatos oficiales, lo mismo que en las pasadas primarias en las que, finalmente, después de haber sido declarada prácticamente su muerte política, la expresidenta repuntó y terminó ganando por estrecho margen.

El Ejecutivo tiene qué mostrar. Pese a que la economía no se recupera en la magnitud de lo que se había prometido, el Gobierno tiene evidentes avances en poner la casa en orden tras la crisis en la era kirchnerista. A dos años de su elección, los empresarios, en su mayoría, se inclinan por apoyar a Macri debido al clima de confianza que ha creado para la inversión y la seguridad jurídica de los negocios.

En tanto, en la opinión pública hay división. Los sectores menos favorecidos se quejan por las alzas de tarifas en los servicios públicos. Al mismo tiempo, desde la oposición se acusa a varios jueces por la detención de dirigentes que hicieron parte del gobierno de Fernández y que están complicados en diversos y multimillonarios escándalos.

Uno de los casos con más eco es el del juez Claudio Bonadio quien impartió orden de prisión preventiva al exministro  Julio De Vido, que ya contaba con un pedido de detención y desafuero dictado en otra causa judicial. La medida del magistrado se extendió a Roberto Baratta, ex subsecretario de Coordinación y Control de Gestión del Ministerio de Planificación, investigado por  la contratación de barcos con gas natural licuado. A ello se suman las especulaciones en torno a que también se intentaría detener a la propia exmandataria antes de que asuma como senadora, si es que sale electa y obtiene la inmunidad parlamentaria. Es claro que un hecho así podría enervar a las masas peronistas, muy dadas al populismo, sobre todo porque una parte de la población ha sentido fuertemente los ajustes económicos aplicados por el Gobierno para poner la casa en orden. De allí la importancia del pulso por Buenos Aires entre Macri y la exmandataria. Ella lo sabe y pese a que tiempo atrás se consideraba que su electorado estaba en fuga, después de la intensa campaña en las barriadas de la capital gaucha, podría salir avante en las urnas. Es claro que la presencia de Fernández en el Congreso radicalizará más un país de por sí muy polarizado.

De allí, entonces, que no pocos analistas adviertan que el poder judicial debe saber actuar, para que no se crea que las medidas en contra del kirchnerismo, soportadas en pruebas, puedan terminar siendo politizadas.

Macri, a su turno, con suma habilidad no ha vacilado en hacer una especie de populismo “moderado” para tratar de mantener en estas regionales el apoyo que lo llevó al poder. Sabe que su estrategia para devolver al país a la senda del desarrollo, la estabilidad económica y la confianza de la banca internacional va por buen camino, pese a algunos altibajos.

Como se ve, Argentina se juega mucho en el pulso en las urnas mañana. Un pulso entre seguir apostando al futuro, con los sacrificios necesarios, o volver a un pasado que dejó al país al borde del abismo en medio del artilugio populista.

 

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