¿Corea del Norte presiona una nueva etapa de diálogos? | El Nuevo Siglo
Foto archivo Agence France Press
Miércoles, 9 de Agosto de 2017
Pablo Uribe Ruan
Donald Trump dijo que respondería con “fuego e ira” una nueva amenaza del régimen de Kim Jong Un. Si bien Washington no descarta una acción militar, la desafiante retórica de Pyongyang puede ser un intento para iniciar una nueva etapa de diálogos. Para ello, debe desactivar su carrera nuclear.

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El tono diplomático de Washington quedó en el pasado luego que Donald Trump dijera que respondería con “fuego e ira” la amenaza nuclear de Pyongyang. Esta advertencia fue hecha por el Presidente tras un reporte de agencias de inteligencia que informaron la posibilidad que Corea del Norte haya fabricado un arma nuclear capaz de entrar en la punta de un misil balístico.

Washington ha endurecido su tono contra la dictadura de los Kim. Japón y Corea del Sur, aliados en la región Asía- Pacífico, luego de otro lanzamiento de misiles la semana pasada, sancionado por la ONU, han comenzado una carrera armamentista para contrarrestar la amenaza nuclear de su vecino.

La región, poco a poco, se ha ido desestabilizando. La relativa calma, que suele quebrarse por el expansionismo chino, se ha ido quedando en los tiempos de la post-guerra Fría. Japón se quiere armar otra vez; no lo hacía desde la Segunda Guerra Mundial.

No es para menos. Corea del Norte no da ningún paso que demuestre su voluntad de diálogo con Washington. Al contrario,  consolida su carrera nuclear e intensifica su tono desafiante.  Pyongyang respondió con, “convertir la parte continental de Estados Unidos en el teatro de una guerra nuclear”, porque es “el instinto del ser humano de protegerse a sí mismo del ataque de los brutos”.

En una amenaza más concreta, dijo que, de ser necesario, atacaría la isla de Guam, donde viven 6.000 soldados norteamericanos, en un lugar estratégico entre la península coreana y el Mar de China meridional. Esta base, que representa una amenaza a los intereses expansionistas de Pekín, generando numerosos disputas limítrofes con sus vecinos por el uso y soberanía de esas aguas, se ha convertido en el objetivo principal de Corea del Norte.

De la disuasión, a la…

La retórica desafiante entre Trump y Kim está, de momento, lejos de convertirse en acciones militares concretas. Pero el cálculo entre el movimiento de uno y otro cada vez es más difícil de predecir. Esto puede llevar a una serie de errores que terminen en un eventual enfrentamiento militar.

La revista The Economist explica que, más allá de la retórica de acabar con el enemigo, el problema es que “ambos calculen mal”. Un error en la estrategia de Washington puede derivar en una reacción nuclear inmediata de Pyongyang, de acuerdo al discurso que suele presentar Kim.

Estados Unidos no ha descartado un posible enfrentamiento. Las décadas de trabajo nuclear han dados sus resultados: hoy Corea del Norte es capaz de llegar a la costa oeste norteamericana. Una amenaza a la seguridad nacional, cosa que pocas veces ha pasado (la mayoría de conflictos han sido de sus fronteras para afuera).

El 28 de julio Pyongyang probó un misil balístico intercontinental que podría impactar contra Los Ángeles. Expertos le dijeron a The New York Times que, en poco tiempo, sería capaz de cargar mísiles con ojivas nucleares. Esto fue confirmado ayer por organismo de inteligencia, desatando la reacción de Trump.

El hermetismo de Pyongyang, acusado de violar los derechos humanos de millones de personas obligadas a trabajar en campos de concentración, hace que sea muy difícil conocer su siguiente movimiento, a diferencia de Washington que suele anunciar cada uno de los suyos.

Un error en la estrategia de Washington puede derivar en una reacción nuclear inmediata de Pyongyang, de acuerdo al discurso que suele presentar Kim

¿Dialogar con Kim?

El nivel de enfrentamiento verbal entre ambos países y las acciones unilaterales de Corea del Norte, han llegado a un punto determinante. Algunos creen que se trata de un momento de definiciones entre la acción militar o el diálogo.

Fallido en más de dos ocasiones, el diálogo puede ser el siguiente paso en esta nueva etapa de tensión. Pero, al menos hoy, sus posibilidades de éxito son muy bajas porque el régimen de Kim no está dispuesto a abandonar su carrera nuclear, primera exigencia que le haría Washington.

En 1994, el presidente Bill Clinton llegó a un acuerdo en la materia con Kim Jong Il, papá del actual líder. La primera obligación derivada del documento era dejar de producir materia prima para la producción de bombas nucleares. Por un tiempo, el coreano decía que cumplía, pero finalmente tomó la plata destinada a asesoramiento técnico y siguió su plan nuclear.

Once años después, la misma razón llevó a que George W. Bush, que en ese entonces estaba más preocupado por la inestabilidad de Iraq, rompiera otro acuerdo.

La dinastía de los Kim ve  las armas nucleares como la única forma de sostener un régimen totalitario y violador de derechos humanos. El actual líder, para algunos, más peligroso que su padre y abuelo por su inexperiencia, califica su arsenal nuclear como la “espada preciosa de la justicia”

Presión económica

En la medida en que la tensión baje, como suele pasar, Estados Unidos puede enfrentar esta continua crisis geopolítica imponiendo nuevas sanciones económicas contra China. Mejor dicho, contra  las empresas chinas que comercian con Corea del Norte o administran su dinero, ante el bloqueo financiero impuesto contra el régimen comunista.

Este tipo de sanciones traerían un eventual rechazo de China, que invocaría una violación a su soberanía. Pero lo cierto es que Pekín, uno de los pocos aliados de Pyongyang, teme una guerra en la península coreana por, además de numerosas razones, los millones de personas que cruzarían la frontera.

Corea del Norte, además, le sirve a China como “colchón” frente a las tropas norteamericanas asentadas en Corea del Sur. Perder esta región sería un golpea a sus intereses geopolítico.

El gobierno chino por eso ha exhortado “a un retorno a la razón y un compromiso total con una solución práctica y pacífica, un enfoque tan hostil no hará más que empeorar las cosas”.

Por ahora, todo esto es simple retórica. Así lo dijo el Secretario de Estado, Rex Tillerson, la noche del martes: “no tengan preocupaciones sobre esta retórica particular de los últimos días”.

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