Las estratégicas alianzas de China y Europa | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Sábado, 14 de Julio de 2018
Giovanni Reyes

Se hace cada vez más evidente que el aislacionismo y la visión cortoplacista de Trump van generando importantes cambios en las relaciones internacionales. Lo último, como se sabe, es la perturbadora decisión de la guerra comercial.  No sólo con China, aunque las afrentas cobran mayor magnitud con el gigante asiático, sino incluso con sus aliados europeos, y socios comerciales muy importantes, tales como Canadá, México y con países latinoamericanos.

Trump ha dejado claro no sólo que reafirma las medidas, en declaraciones de mediados de julio de este año, sino que las ha intensificado contra China.  Esto enturbia los escenarios internacionales.  Uno de los impactos de estas decisiones está siendo el agrupar en el bando de enfrente a otras potencias.  La respuesta no se ha hecho esperar y Pekín ha fortalecido más los nexos con Rusia, y lo último: se aproxima a Europa, con la resolución de establecer fuertes nexos de inversión, comercio y en general relaciones externas y de cooperación.

La incoherencia de Washington desafortunadamente no ayuda a establecer climas de distensión y acuerdos constructivos.  Esa política de matoneo sólo puede favorecer intereses de corto plazo.  Este es un rasgo clave.  No importa el tinte ideológico a partir de donde emerja, las medidas populistas tienen el problema de la sostenibilidad, son como parte de un marketing, de las ofertas de la semana, mientras se pierden oportunidades, se pueden generar con facilidad peligrosas animadversiones y se van haciendo aislacionistas, las posiciones de sectores y países, comenzando por Estados Unidos.

Asistimos a la paradoja de que la globalización actual, con todos sus problemas y oportunidades, estuvo encabezada y promovida por Estados Unidos, pero en las circunstancias de hoy, la potencia norteamericana establece medidas de reversa, se ubica en una posición reticente a liderar estos procesos que había iniciado. Y aún lo peor, se van consolidando prejuicios desde Washington, lo que desemboca en aislacionismo y la promoción de tensión que están favoreciendo a los sectores más guerreristas.

Lo más reciente que ha saltado a los titulares de la gran prensa internacional es que la visita del primer ministro chino, Li Keqiang a países europeos, incluyendo a Alemania, ha resultado en la preparación de una cumbre de largo alcance, se ha aprobado una agenda de relaciones con impacto inmediato, y los acuerdos comerciales y de inversión, estarían ascendiendo a 23,000 millones de dólares.  Esto va conformando un escenario estratégico que -mediante la consolidación de una unión operativa y estratégica entre China y Europa, unidos a los esfuerzos ya alcanzados con la Rusia de Putin- dejan más a la deriva a los enclaustrados dirigentes en Washington.

Es de advertir que ya con anterioridad a estas disposiciones de Trump, China ha dado continuidad a los nexos con Rusia, especialmente en materia de acuerdos de cooperación técnica y energética, dada entre otros factores, la extensa frontera que comparten los dos países.

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¿EU primero o solo?

Lo que al parecer es difícil, por no decir imposible, de entender en la capital estadounidense, es que en las condiciones actuales de la globalización se imponen mecanismos de competitividad en los intercambios y que no es ya posible echar para atrás las dinámicas mediante las cuales disposiciones unilaterales de un país, traten de compensar carencias de avance productivo.  Esto es precisamente lo que trata de hacer Trump con la colocación de aranceles.

El resultado no sólo es el aislacionismo que promueve el mandatario estadounidense para su propio país: el problema es que la subida de aranceles redundará en un aumento de precios que deberán ser pagados por los consumidores de Estados Unidos.  Esto no se dice, es inconfesable.  Un rasgo genuino del populismo, miope por naturaleza. Se trata de todo lo contrario, a lo que se enseñó en las relaciones internacionales conforme a los rasgos contemporáneos.

Es de subrayar que tanto China como Europa, comparten la característica de tener superávits comerciales con Estados Unidos.  Es evidente que la competitividad norteamericana está rezagada, ante el avance que se evidencia en otros países. Ante la pérdida de mercados, derivado de la “guerra comercial” China ofrece su demanda efectiva, situación que alivia tensiones y promueve un posicionamiento conjunto y estratégico con Europa y Rusia, como bloques de influencia política mundial.

Es de advertir que los movimientos chinos no son de ahora.  Desde hace tiempo, conforme a un plan estratégico dirigido desde Pekín, se han generado procesos de relación con países del Este de Europa.  Se ha promocionado el comercio, inversiones y acuerdos de cooperación técnica.  Ahora, la canciller Ángela Merkel -toda una esperanza de sensatez que contrasta con el universo paralelo en el que habita Trump y FoxNews- muestra voluntad respecto a los acuerdos con China. 

El poder político de estas decisiones se confirma con acciones coordinadas -con todas las ventajas y riesgos que ello implica- en otras instancias de poder mundial, tal el caso de los puestos permanentes en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que tienen Francia, China y Rusia. 

En todo este ajedrez, innecesariamente convulsionado por las disposiciones de Washington, es evidente el conjunto de interrelaciones: los aranceles impuestos a China afectan también las exportaciones alemanas.  China y Alemania, en medio de todo, son las dos potencias de mayor capacidad exportadora en el mundo.

Lo que Pekín busca, evidentemente, a la vez que contrarrestar las posiciones de Washington, es unir en medio de la actual globalización, a los grandes actores afectados por las determinaciones de Trump.  Esto generaría nexos que de facto pueden facilitar una respuesta conjunta.  Por otra parte véase que la respuesta china se ha centrado también en imponer aranceles selectivos: castigando a los productos que se generan en los estados en los cuales Trump obtuvo más votos.  Al parecer esto no lo ven los seguidores del populista mandatario en Washington.

Se va haciendo evidente al menos en la coyuntura actual, el apoyo que China brinda al proyecto conjunto europeo, los tradicionales aliados de Estados Unidos.  Lo temas además de los económicos y comerciales se han diversificado, como ocurre por ejemplo con el respaldo que Pekín ofrece al Documento de París, del cual renunció Estados Unidos y que aborda el problema del calentamiento global. 

El eco de las disposiciones mundiales, actuales, es claro desde Pekín.  El columnista Igo Gashkov lo puntualiza: “China espera que Europa continúe siendo un socio unido y próspero.  Eso es beneficioso para ambas partes”.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario. El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna.