La increíble hazaña de los buzos rescatistas en Tailandia | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 15 de Julio de 2018
Diego Arango Osorio*

La pérdida

AKE, el entrenador de un pequeño equipo de futbol de una provincia de Tailandia, tenía una formación asceta, pues durante sus primeros años en su Birmania natal, recibió entrenamiento como monje budista zen. Ekapol Chantawong es además un deportista aficionado al futbol, por esa razón se hizo entrenador de ese improvisado y artesanal equipo a quien bautizaron “Los Jabalíes Salvajes”.

En su concepción ascética, este joven de 25 años quería que los niños conocieran y experimentaran aventuras épicas que formaran su condición física y espiritual, por tal razón los llevó a vivir una aventura, explorando las enigmáticas cuevas de Tham Luang, donde permanecerían solo unas pocas horas, pero sorpresivamente se desató un enorme temporal producido por los vientos monzones que no dio espera a una pronta retirada.

La causa de la perdida se dio a raíz de la precipitación de las aguas lluvias, que  fue inundando progresivamente la base de la cueva, subiendo la cota del suelo, lo que obligó al equipo de muchachos a internarse cada vez más en la cueva con la esperanza que la lluvia cesara y las aguas bajaran. Pero no fue así, estas arreciaron y cada vez el agua subía, lo que obligó a buscar un lugar más seguro y este fue encontrado a cuatro kilómetros adentro.  

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La permanencia

Pasaron las primeras horas y cada vez ese grupo de 12 chicos entraba en preocupación al ver que centímetro a centímetro el nivel del agua subía al morro de 4 metros de altura donde permanecían. Ake inició unas técnicas de respiración y meditación zen para bajar la ansiedad de los niños, los alimentos y agua que llevaban eran limitados, pues solo se trataba de una corta excursión. Lo primero que Ake hizo fue dosificar las raciones y tratar de conservarlos en la esperanza de que pudieran regresar pronto.

Pasaron las primeras 24 horas, todo seguía igual, entonces Ake enseñó las técnicas espirituales y físicas para conservar calor a través de respiración profunda y juntando los cuerpos espalda con espalda, una práctica común en los espeleólogos. Los chicos solo llevaban sus pantalonetas y camisetas, algunos descalzos y la temperatura ambiental era entre los 18 a 20 grados.

Se dormía por turnos, unos en vigilia otros entraban en sueño de unas 3 horas, oraban y meditaban, esas prácticas relajaban la mente y disminuía la tensión angustiosa de saber si el agua bajaba para regresar, pero no fue así.

Anadolu

El rescate

Ante el conocimiento de las autoridades de lo sucedido y la dificultad de ingresar al complejo de las cuevas y en la certeza de que el grupo estaba atrapado ahí adentro, decidieron las autoridades explorar por agua, un recorrido complicado para encontrar al equipo.

Llevaban 9 días atrapados y las lluvias persistían, ya no había alimentos pues la comida que portaban para celebrar el cumpleaños del equipo se había terminado. Afuera un grupo de buzos rescatistas preparaba la incursión bajo el agua, varios de ellos tailandeses y un par de buzos voluntarios británicos empezaron su recorrido, luego de varias horas estos dos buzos lograron localizar al grupo.

Ahora venía lo más difícil: ¡cómo sacarlos!, era imposible hacerlo caminando, solo nadando y la mayor parte buceando. Túneles estrechos, diferentes niveles, aguas que subían y después descendían cambiando el paisaje en una terrible oscuridad, cuatro kilómetros adentro y niños sin saber nadar y menos bucear.

La esperanza de vida y mayor seguridad tomó al grupo de los chicos como de los rescatistas. Algo había que hacer. Elon Musk el promotor y dueño de Space X, al enterarse por la prensa, de inmediato ordenó construir un modelo de submarino tipo bala y lo envió a Tailandia, pero la rigidez del modelo no permitió la flexibilidad que requería la operación. Pero bajo esa idea los israelitas siempre imaginativos y colaboradores diseñaron y fabricaron un equipo como especie de bolsa sujetada por correas y máscaras de buceo con aire enriquecido. Cada niño sería conducido por dos buzos.

Se dio instrucción a los chicos para respirar bajo el agua, otro buzo voluntario australiano médico anestesista se sumó al rescate con el fin de proporcionar sedación moderada a los niños para poderlos transportar bajo ese complicado proceso.

La compañía israelí proporcionó los equipos, envió buzos y monitoreó la operación para el rescate. Los rescatistas tailandeses organizaron y dirigieron la operación y esta se inició bajo un concepto totalmente definido. Pero era tan difícil por los niveles, espacios que había que franquear de tan solo un metro de ancho, manipular los cuerpos de los niños en esas escafandras flexibles ellos acostados boca arriba, tan arduo todo que en la operación el buzo tailandés  Saman Kunan, de 38 años mientras transportaba las botellas de aire y oxígeno, quedó atrapado en una grieta, donde se le acabó el aire por el esfuerzo y murió poniendo su corazón en el rescate.

La tremenda odisea terminó cuando los 12 niños se encontraban a salvo, los oficiales de la armada tailandesa dieron parte de salvación, los buzos voluntarios rescatistas habían triunfado, pero la tristeza de una vida entregada por salvar a los niños muestra el alma del buzo, aquel que bajo su compromiso de dar todo por salvar a los otros, quedó como lección de amor y responsabilidad en una de las actividades más hermosas, pero arriesgadas como es el rescate subacuático.

El homenaje

Quiero hacer un homenaje a todos los buzos del mundo, en especial a aquellos rescatistas que sin importar su suerte, ofrendan sus vidas por la causa y bien valió la vida de Saman Kunan, porque 13 personas fueron salvadas, gracias a él y a todos los buzos héroes que participaron en tan grandiosa operación.

*Columnista de este diario, es buzo Padi Dive Master y Master Scuba Diver, con 10 especializaciones en buceo profundo, multinivel, rescate, cavernas, contracorriente, entre otras más. Es rescatista EFR, DAN y bombero voluntario, practicante de espeleología (exploración de cavernas) y montañista.