Desempleo, lastre estructural | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Julio de 2018
  • Más allá de soluciones coyunturales
  • La reconversión del mercado laboral

 

El desempleo en Colombia está subiendo. Esa es una realidad palpable, no sólo porque así lo haya indicado el último reporte del DANE, según el cual la tasa de desocupación laboral a mayo fue de 9,7 por ciento, sino porque en el día a día prácticamente no hay ningún núcleo familiar en el país que no tenga a uno de los suyos sin una plaza laboral estable. El debate en torno a qué está pasando en materia de empleo tiene por estos días un mayor eco puesto que estamos en la antesala de un relevo presidencial, y en ese marco los gobiernos saliente y entrante así como los gremios, centrales obreras y expertos tratan de hacer valer sus respectivos diagnósticos.

El actual Ejecutivo, por ejemplo, admite que aunque el desempleo creció en el quinto mes del año, aún se mantiene por debajo de dos dígitos, es decir del 10 por ciento, lo que califica de hecho superlativo. También trae a colación que desde el año 2010 se han generado más de 3,5 millones de empleos nuevos, de los que el 70 por ciento son formales, y que hay 22,4 millones de colombianos empleados, una cifra nunca antes registrada en nuestro país.

Los sindicatos, por el contrario, califican la política laboral del saliente gobierno de catastrófica, aduciendo que deja 2,4 millones de personas sin trabajo, y que la tesis de los dos dígitos es una cortina de humo, ya que según el mismo DANE el desempleo en las 13 principales ciudades y áreas metropolitanas es de 10,1 por ciento. A ello agregan que la tasa de subempleo o de ‘rebusque’, es decir de personas que trabajan en oficios o labores distintas a su profesión y nivel de capacitación, continúa siendo muy alta.

A su turno, los empresarios sostienen que la posibilidad de generar nuevas plazas de trabajo en los últimos años ha sido muy complicada no sólo por el enfriamiento de la economía local y regional, que se refleja en el mediocre crecimiento del Producto Interno Bruto, sino porque la carga tributaria y otros costos de nómina y producción continúan siendo de los más altos del continente, ahogando la posibilidad de plusvalía del sector privado.

A todo lo anterior debe sumarse que los centros de estudios y analistas advierten que el problema del desempleo en Colombia es estructural y, por lo tanto, cualquier solución de fondo pasa por aplicar reformas integrales en materia laboral, pensional, tributaria, de seguridad social, reactivación empresarial, competitividad comercial, reingeniería industrial, acceso a nuevos mercados, reconversión productiva, modernización de oferta educativa para el trabajo…

Frente a todo lo anterior es claro que las expectativas están puestas sobre que pueda hacer el nuevo gobierno, que tiene en su plataforma programática para incentivar una mayor generación de empleo propuestas dirigidas a simplificación tributaria a empresas y personas naturales, profundizar mercados de capitales, diversificar oferta exportable, estímulos a asociaciones solidarias y cooperativas, profundización de la seguridad social para la equidad, impulso a la transformación productiva 2.0, más medidas para formalización laboral, educación para el trabajo, incentivos a contratación de jóvenes y reingeniería a cajas de compensación, entre muchas otras iniciativas. Es evidente que se trata de una estrategia compleja que comprende políticas de corto, mediano y largo plazos, algunas de corte ejecutivo pero otras que requieren la intervención del Congreso, lo que implica que tardarán algún tiempo en viabilizarse.

En ese orden de ideas, es necesario que la opinión pública se concientice en torno a que no hay una solución mágica ni una medida tipo panacea para encontrarle una solución efectiva y rápida a los 2,4 millones de colombianos que hoy no tienen trabajo así como a la población que entra día tras día al mercado laboral. Bien lo dicen los tratadistas, la mayor o menor cantidad de ocupados y desocupados es un indicador que tiene la doble condición de causa-consecuencia del dinamismo o la debilidad de una economía. Así las cosas, mientras el aparato productivo colombiano no se reactive de forma sustancial en el corto lapso, pensar en una disminución sustancial del desempleo por efecto de algunas medidas coyunturales raya en la ingenuidad. Hay, por el contrario, un exigente y difícil camino por recorrer para implementar una salida estructural y de largo aliento al problema de la desocupación laboral en Colombia. El reto de la nueva administración está, precisamente, en delinear la ruta a seguir y empezar a recorrerla de manera decidida y consensuada.