Trump y Putin estrechan sus manos en el G20 | El Nuevo Siglo
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Jueves, 6 de Julio de 2017
Pablo Uribe Ruan
Los máximos líderes del mundo se verán las caras en el G-20 hoy en Hamburgo, Alemania. En vísperas a la reunión, se han atacado mutuamente. Pero al final, se sentarán hablar sobre Siria, Ucrania y la carrera armamentista. ¿Quién tomará la iniciativa?

Donald Trump mira hacia abajo, por la baja estatura de Vladimir Putin, quien, con la rigidez de un inspector de inteligencia, ve hacia arriba, sin pestañar, y le da un estrechón de manos. Esta puede ser la primera imagen que se tenga del presidente de Estados Unidos saludando por primera vez a su par ruso hoy, durante el G-20 en Hamburgo, Alemania.

Los temas que van a tratar, de acuerdo a los comunicados de la Casa Blanca y el Kremlin, son muchos, pero la expectativa está, sobre todo, en el trato entre ambos, luego de seis meses marcados por una supuesta amistad amañada por las confidencias reveladas de hackers intrusos en Washington, bombas lanzadas en Siria y sanciones impuestas a Rusia por el tema Ucrania.

La pregunta es, ante todo, cómo Trump, un hombre acostumbrado a ser el aventajado frente a su par, reaccione frente a Putin, quien, en esta ocasión, lleva la ventaja, al conocer cada uno de los detalles de la vida personal, empresarial y pública del presidente de Estados Unidos.

“Sé prudente, conozco lo de la campaña 2016”, le puede decir Putin a Trump, empinándose para llegarle al oído, acalorado por el verano de  Hamburgo. Pese al impulso del exdetective de la KGB, el norteamericano, acostumbrado al tire y afloje de las apuestas empresariales, puede que le responda: “basta, Vladimir, no te pongas bocón, o si no te bloqueo el comercio con Europa”.

La sospecha de que esta conversación, sin la empinada, ya haya ocurrido, es muy alta. Para bien y para mal, Trump desde que llegó  a la Casa Blanca ha mantenido una relación directa con Moscú por intermedio de su secretario de Estado, Rex Tillerson, un expetrolero que conoce a Putin y los rusos como pocos en Estados Unidos.

Llamadas, y ¿amistad?

Trump, sin embargo, no sólo ha hablado con Putin por conducto del jefe de la diplomacia norteamericana. Sin necesidad de intermediarios, el presidente ha tomado el teléfono y lo ha llamado, para lograr aparentes acercamientos diplomáticos. Todos secretos, confidenciales. Una táctica con visos detectivescos y empresariales.

El martes, antes de salir a Polonia donde hizo declaraciones en contra de Moscú, el presidente de Estados Unidos charló con su homólogo sobre la guerra de Siria y la crisis nuclear con Corea del Norte, según la revista Newsweek. “El presidente Trump y el presidente Putin coincidieron en que el sufrimiento en Siria ha durado demasiado tiempo y que todas las partes deben hacer todo lo posible por poner fin a la violencia", dijo la Casa Blanca.

Dos días después, en un enérgico discurso desde la tierra originaria de su familia, Polonia, Trump criticó “las acciones de Rusia y a su comportamiento desestabilizador”, antes de llegar Hamburgo y previo a la visita del secretario Tillerson a Ucrania, que tiene al Kremlin molesto y a la defensiva.

“La pregunta es, ante todo, cómo Trump, un hombre acostumbrado a ser el aventajado frente a su par, reaccione frente a Putin, quien, en esta ocasión, lleva la ventaja”

Calentando el encuentro, Putin no se quedó atrás y, con un tono sorprendente, se fue en lanza en ristre contra el proteccionismo, para  atacar las sanciones comerciales de la Unión Europa y Estados Unidos contra Rusia. “El proteccionismo evoluciona en una regla de conducta”, estimó el ruso y agregó “las sanciones unilaterales sobre las inversiones, el comercio y en particular la transferencia de tecnología, decididas por razones políticas, se convierten en una forma oculta”.

La agenda

Tras el saludo y la foto con los líderes del mundo, Trump y Putin tendrán conversaciones en privado sobre diferentes temas. Según Steven Pifer, miembro del Centro para la Seguridad y la Inteligencia del Siglo XXI, en Brooking Institute, el presidente de Estados Unidos debe guiar la agenda alrededor de  Siria, Ucrania y el control de armamentos, algo olvidado.

En Siria, donde los países pasan por la peor relación desde que ejecutan campañas militares en allí, los presidentes deben llegar a un acuerdo sobre el manejo de las “zonas de descentralización”,  que, tras la caída de un avión sirio por un ataque norteamericano, siguen vigentes, pero bajo la amenaza de romperse por cualquier ofensiva de las fuerzas rusas o americanas.

Luego de una conversación álgida sobre las áreas de influencia, que Moscú, seguramente, no pasará de alto, Trump y Putin tendrán que llegar a un acuerdo o, al menos un mínimo consenso, sobre el papel de Rusia en Ucrania, que ha llevado a la imposición de numerosas sanciones contra el Kremlin por su escalada intervencionista.

Los países, de momento, no parecen estar dispuesto a lograr un acuerdo. Putin, quien, según los expertos, intenta recuperar el vasto terreno de la Unión Soviética, sigue apoyando a los separatistas prorrusos en Ucrania. Trump, por su parte, continúa sus acercamientos con Kiev, enviando a Tillerson, hoy mismo, a reunirse con Poroshenko, enemigo acérrimo de Moscú.

“El Secretario reafirmará el compromiso de Estados Unidos con la soberanía de Ucrania y con su integridad territorial, mientras alienta al gobierno ucraniano a continuar implementando reformas que fortalezcan su resiliencia económica, política y militar”, ayer informó la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert.

Finalmente, otro tema que sí puede dar lugar a consensos es el manejo de armamentos. Rusia desplegó un misil crucero violando el Tratado de 1987 sobre las Fuerzas Nucleares de Intermedio. Esto ha llevado a Washington a adoptar sanciones para impedir su escalada armamentista, por lo que se espera una respuesta del Kremlin encaminada a cumplir con los acuerdos vigentes. Adicionalmente, Trump y Putin podrían coincidir en la necesidad de extender el Tratado de Reducción de Armas Estratégica de 2010 a 2026, fundamental para el manejo nuclear.

Hoy, de pronto, como a lo largo de estos meses, es posible que sólo haya un saludo protocolario, y los múltiples temas de la agenda queden en el hermetismo de un exdetective y un exempresario, expertos en el secretismo. 

 

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