Tras 31 versiones, Ruta BBVA puso fin a su andar | El Nuevo Siglo
Foto cortesía BBVA
Viernes, 29 de Julio de 2016
Redacción Nacional

Los 180 participantes de la Ruta BBVA 2016 recibieron sus diplomas que los acredita como graduados del programa académico que dirige la Universidad Complutense de Madrid, con este acto en donde las primeras lágrimas y los abrazos marcan la jornada, la versión 31 de esta aventura iniciada por Miguel de la Cuadra Salcedo (Q.E.P.D.) llega a su punto final.

Después vendrán las despedidas y las ceremonias del adiós que abren la ventana a cientos de amigos en todas partes del mundo, que tras haber compartido por un mes, se convierten en hermanos regados por el mundo.

A lo largo de sus 31 versiones, más de 10.000 jóvenes vivieron la aventura. Los ruteros colombianos, Karla Patricia Aguilar; de Cartagena,  Santiago Burgos; de Armenia,  Zorilén González; de Riohacha, Nicolás Guevara; de Cali, Zaira Daniela Hurtado; de Bogotá, Luisa Villota; de Popayán, Andrés Castaño; de San Vicente Ferrer, Jeisson Leonardo Londoño; de Bello, María Clara Zea; de Envigado y Karen Vanesa Zuluaga de Marinilla, Antioquia de destacada participación a lo largo de recorrido especialmente en las competencias de emprendimiento social.

En los últimos días tras su paso por Montilla, ciudad exaltada por Miguel de Cervantes Saavedra y de disfrutar de sus calles y referencias históricas, la Ruta BBVA entró en la recta final de su aventura 31 llegando a Madrid, y a su paso caminar y conocer de cerca las bellezas de Granada. Entre uno y otro, la última caminada: el ascenso al Mulhacén, la montaña más alta de España.

“Nos pusimos en marcha cuando empezaba a clarear. Los que tenían un ritmo más lento se colocaron a la cabeza del grupo; y los más rápidos, detrás. A pesar de que la distancia a recorrer era menor que la del día anterior, la altura iba a dificultar mucho la marcha, tal como comprobaríamos más tarde”, cuenta en su diario de crónicas, Marta Fanega, rutera de Valencia, España.

“Poco a poco empezamos a subir. La mayoría de nosotros apoyándonos en el bastón que la gente de Posadas tuvo a bien regalarnos. Empezaron a surgir problemas: bajones de azúcar, mareos, mal de altura”, continúa Marta, quien narra lo difícil de la parte final del ascenso y del descenso, lo que a su modo de ver fue lo más complicado.

“Tras comer, iniciamos las cinco horas de bajada hacia el pueblo. Creíamos que lo peor –escalar la cima- ya había pasado; pero, para nuestra sorpresa, el descenso fue la parte más dura. Quizás porque estábamos cansados, tal vez porque el sol brillaba alto en el cielo o porque el desnivel era brutal, la verdad es que costó muchísimo llegar hasta abajo”, remata esta rutera, una de las pocas que alcanzó la cima del Mulhacén.

Luego de la satisfacción de estos pequeños triunfos y de los enormes esfuerzos, de los que se alimenta esta expedición a lo largo de toda su historia, de descansar con un sueño reparador al otro día la ruta se encaminó hacia Granada.

Esto cuenta Antonio Fernández, de Jaén.  “Comenzamos la jornada con el traslado desde Capileira a Granada, accidentado por las lesiones y dolencias  tras la subida al Mulhacén el día anterior. De repente, los edificios altos y las calles amplias son sustituidas por casas blancas y callejuelas y, sin darte cuenta, te encuentras en el  complejo de la Alhambra. Al acceder a la misma, los jardines bajos del Generalife nos recibieron, esa atmósfera mágica se intensificó. A la belleza arquitectónica se le sumó el continúo fluir, los aljibes y las increíbles vistas del Albaicín”.

En Montilla

Jeisson Londoño Bello, rutero de Antioquia  escribió:

 “Comienza un nuevo día, comienza una nueva ilusión”: palabras de Jesús Luna para despertar a la Expedición de un corto sueño a otro, pues estar en esta aventura sueño es de cada día. Se da la orden de levantar el campamento: “Baño ritual, frío, pero el día de hoy no es tan terrible: ¡tenemos duchas individuales y agua caliente. Pan tostado, cereales, leche, jugo de naranja, queso, jamón y lo que tanto ama y hace días no tomaba, el café. Pasamos a las camas móviles, autobuses, momento perfecto para recuperar el tiempo en el que no pudimos dormir. Dejamos atrás Sevilla, que amablemente nos recibió durante dos noches y fue testigo de los sueños cumplidos de varios ruteros.

Hora y media duró el viaje. Llegamos a Montilla. Preparamos las mochilas de ataque. Estamos en una guerra y nuestras armas son la alegría, el compañerismo y el deseo de morder y comernos el mundo.

Primera parada: “Casa de las Aguas”. Segunda parada: “Iglesia de la Encarnación XVIII-XX” y “Basílica Pontificia Juan de Ávila”, donde fue sepultado el último doctor de la Iglesia con dos reliquias suyas, corazón y clavícula derecha.  Tercera parada: “Convento de Santa Clara”.  Cuarta parada: “Casa del Inca Garcilaso de la Vega”.  Quinta parada: “Ayuntamiento de Montilla. Sexta parada: “Bodegas Alvear”. Séptima parada: “Concierto de música”.