Un gran partido | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Junio de 2018

ANTE la debacle de los dos partidos tradicionales de Colombia en reciente contienda electoral, debería constituirse un solo y gran movimiento político.

Un vigoroso partido político que incorpore diversas vertientes y tendencias, que represente todas las fuerzas y movimientos que andan a la topa tolondra.

Le sentaría bien al porvenir nacional, a la democracia, a la oposición reflexiva, a la sociedad dispersa e incrédula, e incluso, a la formación de nuevos valores en la actividad política.

Un movimiento pluralista, multicultural, de amplio enfoque social, doctrina conservadora, talante liberal e incluyente.

Reemplazar obsoleta y rancia maquinaria política por moderno partido donde quepan todos.

Un renacer de moribundos directorios liberal y conservador con ideas renovadas y transformadoras.

Los partidos tradicionales fatigados y sin bases se reinventan, o desaparecen.

Fortaleza de sistemas democráticos se sustenta en partidos sólidos, modernos y acordes a modernidad de instituciones, política, la gobernabilidad y la economía.

Los países se parecen a su clase dirigente. Las sociedades son producto de  su clase política.

Las regiones son un reflejo en parte de estructuras políticas. Tan cierto como que focos de corrupción están puestos donde hay una mayor clase política desprestigiada, dominante y sin ética.

Donde prolifera corrupción política afloran pobreza, desigualdad e inseguridad.

Ideas conservadoras y liberales, principios, doctrinas y valores, andan pisoteadas por ordinarios caciques y gamonales que aún mandan en regiones.

Urge repensar estructuras sociales de colectividades y reconstruir el gran nuevo ‘edificio’ de la política donde se ejerza con decoro el bien común.

Ciudadanos poco creen en los políticos, casi nada en el Congreso, tanto así que en pasadas elecciones fue derrotada la maquinaria tradicional y los viejos caudillos no fueron los grandes promotores.

Si bien todavía queda una nauseabunda dirigencia política en Colombia haciendo de las suyas, culpable del descrédito de partidos y movimientos independientes, los ciudadanos cierran filas en torno a colectividades con rostro social, nuevas figuras y doctrinas más humanas.

Tendrán que estar muy preocupados los líderes de desprestigiados partidos políticos que incluso perdieron su principal rol: poner votos en las urnas.

De cara al nuevo Gobierno, al Presidente electo, Iván Duque, le caería bien una oposición con partidos renovados, fortalecidos, con nuevos aires y visión del país que queremos.

Escasean líderes para liderar una oposición. No le creen a partidos ni a políticos. Ciudadanos no sienten que tengan en quien confiar ese derecho.

Pierde legitimidad una oposición cuando la clase política no tiene liderazgo.

Caería bien un partido de alianza verde que incorpore entusiasmo y oxigene la confianza.

El Presidente Duque requiere un Congreso que lo ayude a gobernar, pero también precisa unos políticos que inspiren certidumbre y fe entre los ciudadanos.

Ser liberal o conservador ya no simboliza la fuerza del trapo rojo o azul. Los postulados de ambos partidos han sucumbido a tentación de políticos depredadores de contratos, coimas y abusos de poder.

Un gran partido donde estén los mejores y la política se juegue limpio.