Gustavo Petro, el mismo rebelde de siempre | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Junio de 2018
Redacción Política

Un recuerdo que no se borra en Gustavo Petro es cuando apenas tenía seis años de edad y vio a su padre llorar al enterarse de la muerte del guerrillero argentino Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia, a donde fue a desarrollar la quijotesca y fallida idea de extender la revolución cubana en Suramérica. El candidato que hoy disputará con Iván Duque la Presidencia de la República asegura que este hecho anecdótico hizo que se interesara por la política.

Petro no había terminado de crecer cuando ya leía biografías y obras de Karl Marx y de Federico Engels y se interesaba por los problemas y las angustias de la comunidad pobre en Zipaquirá, municipio cundinamarqués en donde vivió la mayor parte de su niñez y juventud, a pesar de que nació en Ciénaga de Oro (Córdoba), el 19 de abril de 1960, en un hogar humilde conformado por sus padres, Gustavo Petro Sierra, agricultor y luego maestro, y Clara Nubia Urrego, también docente.

Precisamente fue bautizado Gustavo como su padre y también su abuelo.

Estudió en el colegio público La Salle en Zipaquirá, el mismo por donde también pasó el nobel Gabriel García Márquez. Siempre tuvo el primer lugar en rendimiento académico y logró uno de los mejores puntajes del Icfes a nivel nacional, lo que le permitió cursar becado su carrera de Economía en la Universidad Externado de Colombia.

Se especializó en administración pública en la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y realizó un magíster en Economía en la Pontificia Universidad Javeriana; también realizó estudios de especialización en Desarrollo y Medio Ambiente en la Universidad de Lovaina, en Bélgica.

Activista desde joven

A los 21 años, Gustavo Petro fue personero de Zipaquirá y a los 22 concejal independiente de este municipio. Desde allí se vinculó a la guerrilla del  M-19, al tiempo que apoyó la construcción autogestionada de un barrio en este municipio, denominado ‘Bolívar 83’.

La historia con este barrio comienza con una invasión que fue liderada por el joven Petro y un grupo de personas sin techo que se tomaron unos terrenos de una comunidad religiosa, en donde en 1981 comenzaron la construcción de las viviendas en medio de precariedades, en unos lotes de 6 por 12 metros.

La inteligencia del Ejército ya tenía noticias de los vínculos de Petro con la subversión y lo empezó a buscar en Zipaquirá, aunque logró evadir el cerco por unos años escondido en el barrio ‘Bolívar 83’, aprovechando que sus habitantes lo protegían.

En octubre de 1985, cuando ya era concejal, Petro fue capturado por el Ejército en ese mismo barrio. Estuvo encarcelado por dos años, en donde -según él- fue sometido a torturas en la Escuela de Caballería. Posteriormente salió en libertad por la amnistía que benefició a los integrantes del M-19, tras la firma de un acuerdo de paz con el gobierno de Virgilio Barco. Siempre insiste en que no participó en ningún hecho sangriento.

En ese momento y tras dejar la clandestinidad, Petro inicia una ascendente carrera política a nivel nacional, primero siendo elegido, con otros más de la Alianza Democrática M-19, a la Asamblea Nacional que parió la actual Constitución.

Posteriormente fue elegido en 1992 representante a la Cámara por Cundinamarca. Se presentó a las elecciones de 1994 buscando repetir en esta Corporación, pero no le alcanzaron los votos. Era un momento crítico para el país por la violencia ejecutada por el narcotráfico y el fortalecimiento del paramilitarismo en las zonas rurales.

Petro, amenazado, optó por salir del país. Es cuando el gobierno de Ernesto Samper decide nombrarlo agregado diplomático en Bruselas, Bélgica.

Volvió a Colombia y se postuló en los comicios parlamentarios de 1998, en los que salió electo Representante a la Cámara por Bogotá; repitiendo en esta Corporación para el periodo 2002-2006, durante el cual hizo una férrea oposición al gobierno de Álvaro Uribe.

Se logró hacer elegir para los siguientes cuatro años, pero ahora en el Senado, en donde no solo encabezó la oposición al reelecto presidente Uribe, sino que denunció el fenómeno de las alianzas de congresistas con grupos paramilitares, fenómeno conocido como la “parapolítica”. Fue el parlamentario más destacado por varios años.

El dirigente político en ascenso aspiró por primera vez a la Presidencia en 2010, comicios en los que sumó  1.331.267 votos que no le alcanzaron para llegar a segunda vuelta, a la que arribaron Juan Manuel Santos y Antanas Mockus.

Tras denunciar el “carrusel de la contratación” en Bogotá durante el mandato de Samuel Moreno, Petro se lanzó en octubre de 2011 a Alcaldía de Bogotá, desarrollando un mandato en medio de la polémica. Incluso fue sacado del cargo por un fallo de la Procuraduría pero una medida cautelar de la CIDH le abrió el camino para volver al cargo y terminarlo en diciembre de 2015.

Ahora, nuevamente, Petro aspira a la Presidencia con una propuesta de corte social, pero también con drásticos cambios que plantea en el modelo económico y el acceso a la tierra. En la consulta interpartidista de marzo pasado sumó 2,8 millones de votos, y luego en la primera vuelta 4,9 millones, la votación más alta de la izquierda en una elección a la Casa de Nariño. Hoy está en el balotaje final y pese a la ventaja del uribista Iván Duque todo puede pasar en las urnas.

 

 

La persona

Gustavo Petro es esposo de Verónica Alcocer García y padre de seis hijos: uno de su primer matrimonio, Nicolás, de su relación con Katia Burgos; Andrés y Andrea de su relación con Mary Luz Herrán, excombatiente del M-19, con quien estuvo casado; Sofía y Antonella son producto de su relación con su actual esposa. Verónica tiene un hijo que Gustavo cuidó y lo quiere como propio.

“Petro es un hombre anfibio porque es culturalmente caribe, pero también cachaco porque casi toda su vida la pasó en Zipaquirá o en Fontibón (…) No cogió el acento costeño, pero no sé dónde aprendió a bailar tan bien porro”, señaló José Cuesta, también exguerrillero, quien rememora igualmente que “durante esos años en el Congreso, Petro y él no comieron nada diferente a los ‘corrientazos’ de la octava con 12, que se conseguían desde 5 mil pesos… A veces nos tomábamos unos néctar, o un whisky, del ‘barateli’, o un roncito. Petro ha sido un hombre humilde”.

Por su parte, Jorge Rojas, quien fue secretario de Integración Social de Bogotá en la Alcaldía de Petro, dijo de éste que “es un hombre muy tímido, introvertido, quizás producto de los años en que estuvo en la clandestinidad o de la forma como fue criado”. Aunque destaca que es una persona que se emociona con los porros de la Banda 19 de Marzo de Laguneta y le gusta la música de Alejo Durán, Rafael Escalona y Máximo Jiménez.

Petro no prueba los lácteos y toma tinto hasta las 2 de la tarde y de ahí en adelante lo cambia por agua aromática.