Tensión entre Rusia y EU en Siria sube de media a alta | El Nuevo Siglo
Foto archivo Agence France Press
Miércoles, 21 de Junio de 2017
Redacción internacional
Trump le está midiendo el aceite a Putin, al derribar un avión de las fuerzas de al-Assad el domingo y el martes dar de baja un dron del régimen, generando la reacción del Kremlin, que ha calificado a Washington de “complicidad con el terrorismo” y “rusófobo”

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En Babilonia, una novela del escritor norteamericano Pat Frank publicada en 1959, Estados Unidos y Rusia se enfrentan por un disparo accidental contra la base soviética de Latakia, en Siria. 

La razón que en la novela de Frank llevó al enfrentamiento entre potencias hoy, tres días después del derribo del Su-22 sirio, es la misma: un disparo aparentemente accidental. El domingo, en hechos aún no esclarecidos, las fuerzas norteamericanas, que apoyaban las Fuerzas Democráticas Siria (rebeldes), le dispararon a un avión caza que pertenecía al régimen de Basher al-Assad, generando la reacción inmediata de su aliado, Vladimir Putin.

Al conocer la molestia de Moscú, Estados Unidos, en una respuesta fría, aclaró que había disparado contra el caza porque, en medio de las operaciones que adelantaba contra el Estado Islámico, los rebeldes, a quienes apoya, habían recibido una bomba cerca de donde operaban.

Igual o más claro, el Ministerio de Defensa ruso,  en un breve comunicado, reaccionó y dijo que todo avión que vuele en el lado oriental del río Éufrates sería objetivo “potencial”, sin importar del país que venga.

 

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Situación incierta

La situación en el espacio aéreo sirio es incierta. En anteriores ocasiones, ya ha pasado que, por falta de comunicación o por voluntad propia, un avión de determinado país ha caído porque otro país lo derrumbó. Rusia, indirecta y directamente, ha estado involucrada en este tipo de hechos.

En 2015, las fuerzas turcas le dispararon a un avión ruso en la frontera de ese país con Siria. Por algo más de un mes, Moscú cortó relaciones con Ankara, pero nunca hubo una acción militar en represalia por lo sucedido. Al revés, desde entonces los lazos bilaterales se  afianzaron, hasta la llegada de Donald Trump en noviembre de 2016 al poder, que se reunión con el presidente turco, Recep Erdogan, para reafirmar su alianza.

Las potencias en Siria, al menos en la zona ribereña del Éufrates, parecen actuar de manera descoordinada, llevando, como los hechos lo demuestran, a choques inesperados y altamente peligrosos.

En un país de 2363 kilómetros, Rusia y Estados Unidos vuelan los cielos sirios bajo un supuesto respeto de sus zonas de influencia, que son complejas de definir. Al mirar un mapa de Siria, existen cuatros colores, que significan un bando: régimen, rebeldes, Estados Islámico y kurdos,  pero, por las dinámicas del conflicto, cada mes cambian.

Rusia insiste que la parte oriental del Éufrates está bajo su dominio. Esto, en parte, es cierto, pero en la parte norte del río también hay grupos kurdos y rebeldes, siendo muy difícil determinar hasta qué punto su área de influencia está definida.

“Ya no sólo parece una cuestión de falta de comunicación, sino que Estados Unidos, en un intento por recuperar espacio, le está midiendo el aceite a Putin”

Segunda vez en 2017

La invasión o descoordinación en las zonas de influencia no son el único motivo para que el Kremlin amenace a Washington. En abril, inaugurándose en Sira, Trump disparó 59 misiles contra una base aérea en represalia al ataque contra civiles con armas químicas, que al-Assad días atrás había perpetrado. Como respuesta, Moscú suspendió la línea de comunicación con la Casa Blanca.

Por el momento, este hecho parece ser tratado de la misma manera por las partes. El general Joseph Dunford, presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor, anunció que Estados Unidos ya está trabajando en el restablecimiento de comunicaciones con Rusia, según The New York Times. Agregó que los países ya trataron el incidente, pero necesitan más tiempo para arreglar sus diferencias.

Pero Estados Unidos demostró que no sólo se trata de hechos aislados. Ayer un avión norteamericano derribó un dron de las fuerzas de al-Assad lo que provocó la reacción inmediata de Rusia que calificó a Washington de tener “complicidad con el terrorismo”.

Ya no sólo parece una cuestión de falta de comunicación, sino que Estados Unidos, en un intento por recuperar espacio, le está midiendo el aceite a Putin, que hasta al momento no ha tomado ninguna determinación.

En una declaración previa al hecho, Viktor Ozerov, presidente del comité de Defensa y Seguridad del parlamento ruso, había dicho que confiaba en que Washington volviera a atacar un aliado ruso. “Estoy seguro de que debido a esto, ni los EE.UU. ni nadie más tomará ninguna acción para amenazar nuestra aeronave”, dijo a la agencia de noticias estatal RIA Novosti. “Es por eso que no hay amenaza de confrontación directa entre Rusia y los aviones estadounidenses”, concluyó.

La ONU, en un comunicado, ha dicho que está preocupada por el “escalamiento de la violencia en Siria”, ante los reiterados choques entre las potencias.

Un nuevo arreglo

Los antecedentes en Siria demuestran que Putin ante este tipo de hechos suele quedarse callado y luego abre espacios de diálogo, siempre y cuando su ofensiva en conjunto con el régimen de al-Assad no se vea bloqueada. Teniendo en cuenta la manera cómo manejó el problema con Turquía, este nuevo escenario puede terminar igual: con un acercamiento de Washington con el Kremlin.

Pero dos ataques en menos de una semana hacen que Rusia, que mediante su canciller Serguei Lavrov ha calificado a Estados Unidos rusófobo, adopte una posición distinta en Siria. Más, si se tiene en cuenta q       ue Irán, un actor indirecto de la guerra por su ayuda militar y económica al régimen, disparó varios misiles contra el Estados Islámico el domingo, como represalia por el ataque terrorista en Teherán.

Además, el presidente Trump ayer se reunió con Petro Porochenko, mandatario ucraniano, para reafirmar la alianza entre ambos países y reiterar que siguen en firme las sanciones que le impuso Estados Unidos al Kremlin.

Irán, con mayor involucramiento en el conflicto, y Rusia, herida y molesta, pueden generar una escalada de violencia en Siria, que, por el momento, no está a la vista. Sin embargo, no es descartable. Aunque al final puede terminar siendo simple ficción, como la novela de Pat Frank.

 

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