Optimistas con dolor | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Junio de 2017

Aun teniendo temperamento de carácter optimista, como es el que tenemos muchos de los colombianos, éste no es que se modifique pero sí lo pone a tremolar en frente de hechos del comportamiento humano por parte de quienes viven en nuestro país.

No nos hemos acabado de reponer del asesinato  por parte del  arquitecto de  costumbres bastante depravadas que lo llevaron a secuestrar a una niña habitante de un modesto barrio de la capital. No hubo una exhaustiva investigación como suele decirse, sino que los acontecimientos fueron de una naturaleza tal, que en cuestión de horas el crimen resultó aclarado en cuanto a los móviles y a su autoría., El asesino se llevó de calle con sus hechos a la niña,  a toda su familia, padres, hermanos y otros allegados, y al vigilante o portero del edificio en uno de cuyos apartamentos se sucedió el crimen. Éste se llevó a la tumba todos los secretos profesionales de sus tareas. Pudo más la conciencia de lo que sabía, de lo que había sido testigo que prefirió ausentarse de este mundo por propia voluntad. Están ad portas de la justicia sus hermanos quienes en un explicable afecto fraternal se hicieron en cierta manera cómplices de este crimen. Dicen los que están familiarizados con los intríngulis y asuntos del código penal, que las penas impuestas por este tipo de delitos no son objeto de las rebajas o alivios por buena conducta, trabajo u otros rezones;  la pena que le ha sido impuesta debe pagarla íntegramente.

La pena de muerte, no contemplada en nuestras leyes, sería una pena bastante suave;  por  lo menos hubiera privado a la sociedad de un peligroso criminal. Pienso que los ciudadanos de bien, así como todos los padres de familia no pueden quitarse de la cabeza los sufrimientos que tuvo que soportar la niña hasta que resultó tan cruelmente  asesinada. Estos hechos han conmovido y marcado a la sociedad colombiana que en cierta manera está vacunada en contra de estos crímenes; pero no es así, porque los delincuentes se ingenian la manera de conmovernos y producir y realizar delitos que nos dejan casi que paralizados.

Lo del ataque terrorista al Centro Comercial Andino así nos ha dejado; no exactamente porque seamos visitantes más o menos asiduos de este Centro sino por la perversidad con el cual se realizó.  ¿Qué objeto tiene el de matar personas tranquilas, ajenas a los vaivenes de la política, si es que ésta se quiere animar con violencia? Crear pánico e inestabilidad con el crimen de personas inocentes, ajenas  al terrorismo, bien puede ser la explicación. ¿Qué se consigue con eso?  Permite toda clase de lucubraciones sin que se encuentre alguna satisfactoria que justifique que cualquier meta en la organización terrorista del estado colombiano, autorice privar de la vida a personas que no tienen que ver con los propósitos de quienes así proceden.  Los autores son enemigos de que el camino de la paz se consolide y prefieren que nos sigamos matando innecesariamente unos a otros.   Hay que seguir optimistas adelante con el dolor de lo sucedido.