La coalición dejó de existir | El Nuevo Siglo
Viernes, 23 de Junio de 2017

Al término de las últimas sesiones del Congreso, en particular los debates de última hora, es evidente que la coalición de la Unidad Nacional entró en colapso. El soporte que sirvió al gobierno Santos para gestionar un primer cuatrienio y obtuvo amplias favorabilidades terminó, en todo caso, signado por el paro agrario. No obstante, la coalición logró recomponerse, después de perder la primera vuelta de las presidenciales, y con ello se obtuvo la reelección.

El fenómeno político de entonces no se ha dilucidado, sin embargo, en su integridad. Lo cierto es que a la centra-derecha que venía acompañando a Santos durante buena parte de su mandato se le fueron mezclando elementos de centro-izquierda o de izquierda que terminaron incomodando tanto a uno como al otro sector. Ello ha sido particularmente explícito en torno al proceso de desactivación de las Farc y el acuerdo del Colón. Y tuvo una clara expresión popular en la pérdida del plebiscito.

De hecho, desde las semanas previas a esa cita en las urnas, los elementos más caracterizados de la centro-derecha, en el gobierno, dejaron entrever cierto malestar por algunos aspectos de lo negociado y dieron un Sí condicionado a la votación plebiscitaria. Es fácil recordar que el propio vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, expresó que el acuerdo con las Farc era favorable por la entrega de las armas, pero al menos en su caso y el de su partido político, Cambio Radical, se reservarían para posteriormente hacer ajustes en las normativas que se fueran presentando a objeto de la llamada fase de implementación. Entre otras cosas señaló el tema de tierras así como las reglamentaciones sobre la justicia transicional. Por igual, quedaban pendientes las discusiones sobre la reforma política, el estatuto de oposición y la creación de circunscripciones electorales especiales.

Frente a lo anterior, se dijo que el acuerdo del Colón era intangible e inmodificable. Pese a ello, la sentencia de la Corte Constitucional, en materia plebiscitaria, dejó abierta la posibilidad, prácticamente por descontada en ese momento, de que si ganaba el No podría recurrirse a una renegociación. La cláusula fue, entonces, muy poco tenida en cuenta porque se daba como un axioma y un hecho irrebatible que el plebiscito triunfaría. La sorpresa fue mayúscula cuando ocurrió lo contrario. El Gobierno hubo entonces de abrir la compuerta para la renegociación, pero una vez aceptada la apertura del escenario cerró el espacio en las primeras de cambio y declaró que el nuevo acuerdo, con dos o tres transacciones de menor espectro con las Farc, era inmodificable e irreversible.

Con ello, el Gobierno agudizó la polarización e incluso sectores que habían votado por el Sí vieron en ello una maniobra completamente antidemocrática, por lo demás evadiendo la voluntad popular. Todavía peor cuando en vez de un nuevo ejercicio participativo, en el cual el pueblo pudiera votar a su libre voluntad por el nuevo acuerdo, el Gobierno decidió cerrar cualquier posibilidad de este tipo y encerrarse entre las paredes del hemiciclo parlamentario para conseguir la refrendación que no había logrado por vía de la democracia directa. La polarización se hizo aún mayor.

Ello fue todavía más claro cuando el Gobierno, a su vez, empezó a utilizar el denominado ‘fast track’ sin ningún debate en el Congreso, a fin de desarrollar el protocolo de decretos y leyes firmados en el acuerdo del Colón, escudándose en la refrendación parlamentaria. No duró mucho el expediente puesto que la Corte Constitucional puso pronta talanquera, reduciendo el ámbito de la potestad reglamentaria a los temas referidos única y exclusivamente al pacto con las Farc, y posteriormente abriendo el espacio para la deliberación plena del Congreso, de modo que se recuperó su facultad legislativa.

Eso fue, precisamente, lo que ocurrió en el cierre de la legislatura. La coalición de Unidad Nacional dejó de existir y partidos como Cambio Radical, Conservador y sectores del Liberal se han apartado de las directrices gubernamentales. No solo en referencia a lo pactado con las Farc, sino igualmente en proyectos de distinta índole. Ello significa que se viene dando un viraje político de fondo y que el Gobierno está en vías de perder las mayorías sino recurre al consenso y la apertura de la discusión en las leyes que todavía faltan por aprobar.