Klimt, Schiele o Moser: el “Modernismo vienés” cumple 100 años | El Nuevo Siglo
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Sábado, 20 de Enero de 2018
Esta corriente artística nació en la antesala del imperio austro-húngaro y se definió como  una “colisión única de todas las formas de arte”. En el diseño, la pintura y la arquitectura, rompió esquemas y creó nuevos modelos de interpretación

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HACE 100 años murieron las figuras claves del "Modernismo vienés", el movimiento que marcó las bellas artes gracias a maestros de la talla de Gustav Klimt, Egon Schiele, Koloman Moser y Otto Wagner, a quienes Austria celebrará con una avalancha de exposiciones y retrospectivas.

Más de una decena de exposiciones están previstas a realizarse en el transcurso de este año en Viena y otras ciudades austriacas, para celebrar la edad de oro del arte vienés que culminó a finales del siglo XX. 

Esta corriente protagonizada por artistas que murieron durante 1918, tuvo a su exponente más famoso en Klimt, por su óleo "El beso" y retratos cuya comercialización supera los cientos de millones de dólares. Le siguieron en fama y prestigio las representaciones eróticas de Schiele, la propuesta del pintor y diseñador moderno Koloman Moser, y el legado del arquitecto Otto Wagner, que dio identidad a varios edificios de su ciudad.

Klimt murió de un accidente cerebrovascular a los 55 años de edad, una infección se cobró la vida de Wagner a los 76 años. Un cáncer mató a Moser a los 50 años. Schiele sobrevivió al reclutamiento durante la Primera Guerra Mundial pero murió con tan solo 28 años por la pandemia de la gripe española, tres días después que su esposa falleciera con seis meses de embarazo.

En 1897 Klimt y Moser dieron un portazo a la Casa de Artistas de Viena y oficializaron su "Secesión", movimiento conocido actualmente como modernismo y que proponía un "arte global" que combinara la pintura, el diseño y la arquitectura.

Escandalizaron en su tiempo especialmente con la representación de una sexualidad cruda como parte clave de la realidad humana.

Por su lado, Wagner y su rival Adolf Loos, concibieron en Viena algunos de los edificios más vanguardistas de su época, incluida la sede de la Caja Postal de Ahorro y la iglesia Steinhof.

Los gráficos y muebles desarrollados por Moser dentro del movimiento impulsado en 1903 por artistas visuales, arquitectos y diseñadores, el Wiener Werkstätte, encontraron "un eco mundial gracias a su revista Ver sacrum", señaló Elisabeth Leopold, al mando de su museo vienés donde el jueves se inauguró la restrospectiva "Vienna 1900".

Al principio inspirado por el Art Nouveau, el modernismo vienés forma parte de un contexto de ebullición artístico también observado en París y Munich. "Viena no fue un precursor en todo, pero hizo algo especial", apuntó la historiadora del arte Alexandra Brauner.

 


Saqueado por los nazis

En medio de la efervescencia económica e intelectual de un imperio austro-húngaro en su apogeo, el movimiento nació de una "colisión única de todas las formas de arte y ciencia, incluida la literatura con Hofmannsthal, la música atonal con Schönberg, el psicoanálisis con Freud e incluso la economía con Schumpeter", dijo a la AFP Hans-Peter Wipplinger, director del Museo Leopold.

Si bien el movimiento incomodó a los defensores de un arte académico, el modernismo rápidamente encontró su nicho en "la nueva burguesía, muy adinerada, que se mandaba a construir sus palacios en Viena", detalló.

En el taller vienés donde Klimt trabajó en los últimos años de su vida, se preocupó por tener "dos entradas separadas, una para sus modelos que a menudo esperaban desnudas en una habitación, y la otra para sus clientes ricos", indicó Baris Alakus, el director del lugar.

Gran parte de estas obras fueron coleccionadas en su momento por una élite judía, con lo cual muchas obras maestras de este movimiento fueron blanco del saqueo de los nazis, antes de llegar a colecciones públicas, no exentas de controversias.

En 1998 una ley aprobada por el parlamento austriaco permitió la restitución progresiva de unas 10.000 obras robadas, entras ellas cinco lienzos de Klimt de la colección Bloch-Bauer, posteriormente revendidos en Nueva York en 2006 por un total récord de 328 millones de dólares