Entre desafiliaciones y referendo, Correa combate a Moreno | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 17 de Enero de 2018
Pablo Uribe Ruan
En plena campaña por el No, el expresidente se desafilió  de Alianza País, fundada por él y su ahora contradictor, Lenin Moreno. El Presidente toma el control de la colectividad, pero su excompañero, golpeado y con ganas de volver, intenta derrotarlo en el referendo del 4 de febrero

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EN 2006,  Rafael Correa fundó Alianza País (AP), un partido que convocaba numerosas fuerzas de izquierda alrededor de la propuesta reformista del presidente en Ecuador. Doce años después, en medio de irreconciliables diferencias con Lenin Moreno, ayer se desafilió de la colectividad y prometió volver con otro grupo.

El pulso entre ambos dirigentes ha llegado hasta organismos como el Tribunal Contencioso Electoral (TCE). A comienzos de este año, la entidad ratificó que el control del partido quedaba en manos de Moreno, lo que generó de inmediato la reacción de Correa, quien atacó a su sucesor y anunció que crearía un nuevo partido.

“Ya no existe el Estado de Derecho. Todo está tomado, pero tan solo es cuestión de tiempo. Adiós, AP”, dijo y agregó “hoy, en los 11 años de la Revolución Ciudadana, el regalo de los traidores es el robo de Alianza PAÍS, con una insólita sentencia -dividida- del TCE”.

Viejos amigos y ahora acérrimos contradictores, Moreno selló su distancia días después de ser elegido el 24 de mayo de 2017. Desde Bélgica, Correa empezó a mandar mensajes en contra  de los acercamientos con la oposición y las reformas para alejarse de su modelo. Tras unos meses, en los que Moreno anunció el referendo, su contradictor no se aguantó y volvió a Ecuador.

Ahora, cada quien hace su campaña; uno por el Sí, otro por el No. El referendo tiene siete preguntas, entre las que se destacan eliminar la reelección presidencial indefinida, para frenar a Correa, y la reestructuración de un órgano creado por el expresidente para designar las autoridades de control. 

No es el mismo

Rafael Correa no es el mismo. Esa es la conclusión de algunos analistas que ven como poco a poco el mensaje del expresidente ha perdido fuerza. Tras dejar el poder,  la prensa, los opositores y, como se ha demostrado, sus mismos copartidarios, lo contradicen y creen que su gobierno, exitoso en términos económicos y sociales, estuvo marcado por un personalismo excesivo que no vale la pena revivir.

El camino más factible es que, con su salida de Alianza País, Correa funde un nuevo partido, lo que anunció momentos después de su desafiliación. Para que esta nueva agrupación tenga fuerza, el resultado en el referendo del 4 de febrero debe ser a favor del No, escenario que no se presenta en las encuestas.

Como se ha dicho, es posible que Correa llamé a su nuevo partido movimiento “Revolución Ciudadana”,  nombre que ha tomado la facción leal a su legado en Alianza País desde que se presentó la división con Moreno.

Hastiados de su particular manera de hacer política, los ecuatorianos entiende el referendo como un espacio en el que se mide la oportunidad de su reencauche presidencial y la posibilidad de pasar la página de la polarización, tan marcada entre Correa y la oposición.

Si gana el No, Correa será un incómodo e insistente opositor, hambriento de volver a la presidencia.

Su capital político, sin embargo, es innegable. Diez años el Palacio de Carondelet le aseguraron unas bases electorales que después del rompimiento con Moreno siguen ahí, leales, fieles.

Moreno, callado

Al otro lado, Lenin Moreno se ha distinguido por su ausencia. Empoderado por la maquinaria estatal y una mejora en las relaciones con la oposición, el presidente ecuatoriano ha tenido errores de cálculo aunados a problemas de salud, que han representado un desánimo en los posibles votantes por el Sí.

Es claro que sin la maquinaria oficialista, dispuesta por Correa para derrotar al entonces candidato opositor, Guillermo Lasso, Moreno no hubiera llegado a la presidencia de Ecuador.  Además, se desconoce hasta qué punto estos votos son leales a su proyecto.

Desde que llegó a la presidencia, Moreno se ha acercado a la oposición, pero la ha defraudado con una serie de decisiones equivocadas, como la terna que presentó para el Consejo de Participación Ciudadana,  encargado de elegir a los funcionarios de los demás órganos, que la oposición ha denunciado como un artificio creado por Correa para controlar a su gusto la burocracia estatal.

El caso de Assange también ha caído mal en sus posibles electores. Bandera internacional del anterior gobierno, un sector de los ecuatorianos esperaba que en su mandato se le negara la nacionalidad al ciberactivista, quien, finalmente, se convirtió en ciudadano de este país la semana pasada.

Días inciertos

La hegemonía de Correa acabó con la incertidumbre que rondaba en cada elección. Meses antes, se sabía que él o su partido ganarían la presidencia o la mayoría de escaños en el Congreso. Pero eso cambió. Hoy, pocos se atreven a avizorar una victoria del Sí o el No.

En diálogo con EL NUEVO SIGLO, Rafael Oyarte, analista político y profesor de Derecho en la Universidad San Francisco de Quito, explicó que es muy difícil prever qué va pasar en el referendo, más allá de la ventaja que tiene Moreno al manejar, ahora sí, el aparato estatal.

“El electorado tiene su propia lógica, y más aún en el Ecuador. Dos semanas antes de la consulta popular de noviembre 1995, ganaba el Sí, y todas las preguntas fueron No. Pocas semanas antes del plebiscito de 1986, también ganaba el sí, en el convocado por Febres-Cordero, y el resultado fue no. Y más, con la forma como está ejerciendo el gobierno Lenin Moreno”.

Si gana el No, Correa será un incómodo e insistente opositor, hambriento de volver a la presidencia.

 

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