Peñalosa, hacia adelante | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Marzo de 2016

* No dejarse distraer en pleitos menores

* Alcaldía debe generar consensos mínimos

 

La difícil coyuntura en la capital del país no da para distraerse  en polémicas inútiles y desgastantes, como las que han querido generar algunos sectores de izquierda frente a una reciente encuesta en la que la administración de Enrique Peñalosa no sale bien parada. Una controversia que no sólo deja entrever que algunos dirigentes de esa franja política no quieren aceptar que la campaña electoral terminó hace ya varios meses, con un dictamen en las urnas inapelable por el cambio de rumbo político y gubernativo, sino que trasluce también que se desconoce o se subdimensiona de manera consciente y casi cómplice la grave crisis en que el entrante mandatario recibió la ciudad. Como se dijo, no es hora de imbuirse en debates trasnochados, sino de pensar y mirar hacia adelante, pues las problemáticas en la urbe no dan espera. En ese orden de ideas, resulta muy grave la sospecha de que algunas de las protestas que se han registrado en Bogotá en lo corrido de este año podrían  estar siendo instigadas por sectores políticos contrarios a Peñalosa interesados en crear un ambiente de tensión en la metrópoli.

 

La agenda para superar la crisis no sólo es compleja sino que implica debates en muchos flancos. El proyecto para la construcción de la primera fase del Metro ya tiene un cronograma sobre la base de que ese tramo sería elevado, diseño que responde claramente a lo que el actual Alcalde había prometido durante la campaña electoral y que recibió el visto bueno de la mayoría de los votantes. Lo importante ahora es que esa nueva hoja de ruta se cumpla al pie de la letra, de forma tal que dicho sistema de transporte masivo empiece a funcionar en 2022, como está presupuestado. Igual se puede afirmar del nuevo plan de vivienda que plantea la construcción de 80 mil soluciones habitacionales, que no sólo debe llevar a superar, en parte, el grave déficit en la materia en la ciudad, causado por el bloqueo de la anterior administración distrital, sino también a generar mayor dinámica productiva y plazas de trabajo, algo urgente tras el último informe del DANE que muestra a la capital como la jalonadora de desempleo en el país.

 

Generado ya el primer borrador del proyecto del Plan de Desarrollo de la ciudad, es necesario que todos los sectores políticos, económicos, gremiales, sociales, de ONG e institucionales lo analicen a fondo y presenten sus respectivas opiniones objetivas y fundadas. Esa discusión es, precisamente, una oportunidad para que con el liderazgo de la Alcaldía se genere una plataforma real y actuante de consensos mínimos respecto al futuro de la urbe. Un consenso que debe partir de debates serios y argumentados a temas de profunda implicación como qué hacer con la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB), respecto a si la misma requiere una nueva capitalización, la búsqueda de un socio estratégico u optarse por su privatización. No menos importante es analizar el futuro de la reserva Van der Hammen, lo que debe partir de un diagnóstico actualizado, objetivo y realista sobre el estado y la funcionabilidad de la misma, que desde estas páginas hemos planteado esté en cabeza del instituto Alexander von Humboldt.

 

Dentro de esa tarea de pensar la ciudad en su corto, mediano y largo plazos es, igualmente, prioritario el rol del Concejo Distrital, no sólo en lo referente al estudio y aprobación de los proyectos insignia de la Administración, como es el caso de la creación de la Secretaría de Seguridad, en lo que ya se ha avanzado, sino también en cuanto a generar un marco de estabilidad institucional, por lo que la elección de Personero y Contralor debe concretarse rápidamente, evitando que se caiga en pulsos políticos y jurídicos menores.

 

Como se ve, la agenda de la ciudad es muy amplia y no son pocos los flancos que deben ser atendidos de manera urgente y, sobre todo, buscando soluciones estructurales, especialmente en el campo de movilidad vial, planeación urbanística, ciudad-región, seguridad y convivencia, recuperación económica, competitividad, política de servicios públicos y muchos otros aspectos. Para afrontar semejante tarea no solo debe existir voluntad política y capacidad ejecutiva eficaz, sino también la suficiente madurez para entender que hay debates productivos y pertinentes, y otros que, como lo señalamos al principio, lo único que hacen, por anacrónicos o menores, es distraer el foco de acción gubernativa, un lujo que Bogotá no puede darse en esta difícil coyuntura.