¿Optimismo petrolero? | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Julio de 2016
*Barril ronda los 50 dólares, pero…
*Muy temprano para reajuste fiscal 
 
A mediados del año pasado los cálculos gubernamentales, con la tasa de cambio de entonces, indicaban que por cada dólar que bajaba el precio del barril de petróleo el país perdía alrededor de 300 mil millones de pesos. Obviamente con los precios en caída libre desde mediados de 2014, cuando la cotización alcanzó a situarse por encima de los 100 dólares, fue claro que el hueco fiscal dejado por los menores ingresos petroleros derivados de las traslados presupuestales de Ecopetrol, caída en impuestos, divisas y regalías se situaba alrededor de los 15 billones de pesos, lo que produjo una presión muy importante sobre el déficit fiscal y obligó a los apretones de gastos e inversión tanto en 2015 como en 2016, así como a la aprobación y entrada en aplicación de la última reforma tributaria. 
 
Este año el panorama petrolero ha sido a todas luces incierto. De un lado, la cotización del barril ha tenido altibajos tan imprevisibles que los propios mercados de futuro en más de una ocasión se han descachado en forma sustancial en sus proyecciones. En ese escenario tan volátil han influido hechos propios del universo de los hidrocarburos, como la reactivación de las exportaciones iraníes, los aumentos de las reservas estadounidenses, los desacuerdos en la OPEP y el pulso permanente entre ésta y otros grandes productores que no están en ese bloque, como Rusia por ejemplo. Pero también han tenido impacto situaciones exógenas al mundo petrolero como tal, en especial el deterioro de la situación en Siria e Irak, los atentados terroristas en distintas partes del mundo, la desaceleración china, la crisis venezolana, los altibajos bursátiles así como una economía internacional signada por la inestabilidad y los bandazos. Incluso, para solo citar un caso, en la última semana el mercado del crudo se vio impactado por los efectos del referendo que determinó la salida del Reino Unido de la Unión Europea. 
 
En medio de esas arenas movedizas por circunstancias propias y exógenas, lo cierto es que el barril de crudo que en enero alcanzó a ubicarse alrededor de los 25 dólares e incluso se temió en determinado momento que se pusiera por debajo de los 20 dólares, empezó a reaccionar en las últimas semanas, al punto que no sólo rozó sino que sobrepasó la barrera de los 50 dólares. Como es apenas natural, el primer interrogante en todo el mundo es si hay un horizonte de estabilidad en la cotización en el corto y mediano plazos o si, por el contrario, la actual tendencia alcista es apenas un fenómeno coyuntural que se revertirá en poco tiempo. Es más, no pocos analistas señalan la paradoja de que la crisis de precios en los últimos dos años llevó a una caída generalizada en las operaciones de exploración y explotación en muchos países que, sin embargo, no se ha traducido en una reducción de la oferta que lleve a una reacción al alza del valor de los hidrocarburos.
 
Es apenas natural que con el repunte registrado en la cotización del barril de crudo, que se duplicó entre enero y junio -aunque con altibajos - ya empiecen a hacerse cálculos sobre cuál será el impacto que esta situación tendrá sobre las finanzas colombianas y, sobre todo, si un mayor flujo de recursos producto de este cambio de tendencia puede significar, de un lado, que el déficit fiscal sea menos drástico y, de otra parte, que disminuirá en una porción significativa la necesidad de nuevos recursos vía endeudamiento, enajenación de empresas estatales, apretón presupuestal o incluso a través de la reforma tributaria estructural planteada para este segundo semestre por el Gobierno.
 
Por ahora, de acuerdo a los análisis internos, es muy temprano para hacer proyecciones con algún grado de certeza, más aún porque la cotización del dólar frente al peso colombiano ha sido muy variable en este primer semestre. Ecopetrol, por ejemplo, ha logrado sobreaguar la crisis del último año gracias a los recortes de gastos, fondeos de nuevas inversiones y restricción en la distribución de dividendos. Es claro que una cotización de 50 dólares el barril le abre de nuevo la ventana de utilidades a mediano plazo, pero sólo si el precio se mantiene por varios meses.
 
En ese orden de ideas, si algo demostró el Marco Fiscal de Mediano Plazo que acaba de revelar el Ejecutivo, es que se apuesta por la cautela. De allí que se fije una cotización promedio para el resto de este año y 2017 de 42 dólares el barril, con lo que la proyección de ingresos por renta petrolera prácticamente es ínfima, más aún si la producción estimada diaria se estima levemente por encima de los 900 mil barriles. Sobre esa base, entonces, se calcularon las metas de crecimiento del PIB, déficit fiscal y de cuenta corriente, inflación, balanza comercial y otras. El replanteamiento de las mismas así como de los escenarios sobre necesidad de recursos a corto y mediano plazos sólo podrá hacerse si el petróleo evidencia que logró un piso definitivo en los 50 dólares y se mantiene por encima de este por lo menos un semestre. Todo cálculo previo no sólo resulta apresurado sino, peor aún, riesgoso para la estabilidad fiscal del país. Además, con una tasa cambiaria tan voluble, no es tan automático concluir que si en octubre pasado por cada dólar que bajaba el precio del barril de petróleo el país perdía alrededor de 300 mil millones de pesos, hoy suceda exactamente lo contrario.