La vigencia de Álvaro Gómez | El Nuevo Siglo
Jueves, 31 de Mayo de 2018
  • El corazón del Acuerdo sobre lo Fundamental
  • El verdadero cauce democrático

La consigna del Acuerdo sobre lo Fundamental, del inmolado Álvaro Gómez Hurtado, nunca fue un capricho o una estrategia de segundo rango para cazar el voto de los incautos en las arenas movedizas de la política. Por el contrario, se trataba de una manifestación original de su embate intelectual luego de hacer una aproximación exacta a las realidades circundantes de la Colombia de entonces. Elementos, ciertamente, que todavía prevalecen y llaman la atención por el vigor incontrastable de su temperamento y la visión futurista de lo que entonces vislumbraba.

Al respecto, Gómez Hurtado siempre pidió, para el caso colombiano, remontarse a los elementos originarios que constituyen el Estado, no porque estos se hubieran olvidado en el país, sino porque parecían haber perdido su vigencia dentro de la turbulencia nacional. En ese sentido, planteaba generar unas condiciones mínimas sobre las cuales hubiese un consenso general en el cual soportar la fortaleza y la identidad de Colombia. A ese consenso fue lo que llamó el Acuerdo sobre lo Fundamental. Que, a su vez, pidió construir sobre cinco puntos básicos que permitiesen revigorizar el Estado y repotenciar la democracia: el combate contra la impunidad, la no transacción de la ley, la elevación del tono ético en el servicio público, la planeación como forma efectiva para disciplinar el presupuesto oficial y la debida explotación de los recursos naturales dentro de lineamientos irrestrictos de protección al medio ambiente. A partir de convenir estos puntos como criterios insoslayables de la nacionalidad podía, luego, entrarse a controvertir las diferentes ideas y posiciones sobre la orientación del país.

No era éste, por supuesto, un pensamiento extraño en el devenir intelectual de Álvaro Gómez. En efecto, como se sabe, la democracia es, al final, un sistema por medio del cual se logra el consenso dentro de la dinámica de las posiciones encontradas. El sistema democrático, efectivamente, consiste en el diseño de un mecanismo político dentro del que, a partir de la diversidad inicial de posturas, se constituye una mayoría final que adquiere relevancia por ser la que más se acopla al sentir mayoritario. Es decir, que se constituye en un derecho vigente sobre el destino de la sociedad. Visto de otra manera, lo que Gómez proponía era una especie de responsabilidad del desacuerdo sobre bases ideológicas antagónicas, pero que tenían una plataforma unitaria que, aceptada por todos, servía para disentir con respeto y firmeza, y en particular, sin desgastar al Estado y las instituciones.

No era pues simplemente un pacto político implícito, al estilo británico en el Agreement On Fundamentals, según el cual la defensa de la propiedad privada y su desarrollo es el elemento sustancial en el trasfondo de toda actividad política. En el caso de Gómez, el Acuerdo sobre lo Fundamental entrañaba un espectro de mucho mayor alcance en un país convulso y con unas instituciones erosionadas por la falta de firmeza en las creencias democráticas, la aplicación de la ley, la justicia efectiva y la lucha contra la impunidad, cuyo fenómeno consideraba el mayor veneno contra el orden establecido a la par de la violencia. Cualquier similitud con la actualidad es desde luego fácil de dilucidar, por lo cual se ha venido escuchando, en medio de la justa electoral por la segunda vuelta presidencial, reiterativamente, pero sin la perspectiva dada por Álvaro Gómez y reciclada sobre bases absolutamente contradictorias con su pensamiento original.

Es conocido, de otra parte, que Álvaro Gómez siempre aceptó la tolerancia como modus político, pero en modo alguno el pluralismo como norte ideológico. Mucho menos, claro está, recurrir a la transacción de la ley como fundamento del Estado porque siempre consideró que la única formulación social válida era la de reavivar la justicia para producir la paz y no llegar a la paz a partir de la erosión de la justicia.

Por desgracia, la planeación como modelo para la debida aplicación de los recursos del Estado, como lo proponía Álvaro Gómez en su Acuerdo sobre lo Fundamental, figura a su vez que fue incorporada a la Constitución de 1991, ha sido malamente filtrada con elementos protervos como los “cupos indicativos”, que es el nombre técnico de la llamada “mermelada”, otro nombre para las “lentejas” que en su época denunciaba Laureano Gómez y que abrió camino al epíteto del clientelismo (o lentejismo)

Un aspecto esencial en el Acuerdo sobre lo Fundamental de Álvaro Gómez, y que entonces resultó igualmente visionario, fue el de hacer un convenio nacional sobre el medio ambiente y los recursos naturales. La obsesión de Gómez Hurtado, como es de todos conocida, fue la protección del agua como recurso insustituible del país, para éstas y las próximas generaciones.

Ahí están algunas de las ideas esenciales de Álvaro Gómez Hurtado. Para tomarlas y ponerlas en práctica en su verdadera y legítima dimensión.