Justicia electoral para Bogotá | El Nuevo Siglo
Jueves, 26 de Julio de 2018
  • Crear circunscripción de Senado para la ciudad
  • Capitalinos deben poder votar por gobernador

 

En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales recientes se registró un total de 19,2 millones de votos válidos a nivel nacional. De ellos, más de 3,5 millones se depositaron en la capital del país. Esto quiere decir que Bogotá aportó más del 18 por ciento de los sufragios que definieron al nuevo titular de la Casa de Nariño. De igual manera, en los comicios parlamentarios de marzo pasado, a nivel nacional se contabilizaron 15,3 millones de votos válidos y de ese global en la ciudad hubo más de 2,4 millones. Entonces, casi el 16 por ciento del dictamen popular que señaló la nueva composición del Senado y la Cámara se originó en la ciudad capital.

Las anteriores cifras ponen en evidencia que el potencial político y electoral de Bogotá es muy significativo pero no necesariamente se refleja en la representación de la urbe en las esferas nacionales, regionales y legislativas. Ahora que se está volviendo a hablar de la posibilidad de una reforma política uno de los temas que debería discutirse con especial énfasis sería el relativo a cómo reparar ese desequilibrio electoral frente a una ciudad con semejante potencial y que, además de ser el centro político, económico, social e institucional del país, aporta alrededor del 20 por ciento del Producto Interno Bruto y alberga casi ocho millones de personas.

No en pocas ocasiones hemos advertido desde estas páginas que una de las principales causas de la corrupción en las actividades políticas es la existencia de la circunscripción nacional para la elección del Senado. Como ya está sobrediagnosticado, que los aspirantes a la Cámara alta tengan que hacer campaña en todo el país no sólo encareció absurdamente la actividad proselitista, llevando a que tuvieran que invertirse sumas multimillonarias para poder asegurar una curul, sino que atentó directamente contra la representación regional equilibrada, ya que mientras hay departamentos que tienen cinco, seis o más senadores, hay otros que no tienen ni uno. El panorama es aún más complicado para el caso de Bogotá, en donde muchos dirigentes sólo aparecen en épocas de elecciones parlamentarias con el ánimo de ‘pescar’ votos pero, una vez escogidos, no se apersonan de defender los intereses de la ciudad sino de sus regiones de origen. Tiempo atrás se propuso en estas páginas que no sólo debería anularse la circunscripción nacional para Senado sino crearse una especial para la capital del país, de forma tal que pudiera tener sus propios congresistas en ambas cámaras legislativas y así asegurar que sus intereses tendrán voceros y defensores proactivos, a los que el Palacio Liévano pueda acudir cuando sea necesario.

El dimensionamiento político y electoral bogotano también se ha puesto sobre la mesa en la última semana, luego de que  el alcalde Enrique Peñalosa, tras reunirse con el presidente electo Iván Duque, anunciara que debería estudiarse la posibilidad de que los habitantes de la capital del país pudieran votar por gobernador de Cundinamarca. Es claro que pese a que la ciudad funge también como la capital departamental, hay un divorcio entre el Distrito y la administración seccional. Divorcio que ha impedido generar una verdadera integración y sinergia entre la ciudad y todos los municipios circunvecinos, obstaculizando proyectos y programas para la ciudad-región, ese viejo y fallido anhelo en el centro del país. Por obvias razones, que los capitalinos puedan votar por gobernador resulta positivo a todas luces pues erradicaría ese cortocircuito.

También está en curso en el Congreso el proyecto que propone que haya una segunda vuelta en las elecciones de alcalde bogotano. Se trata de un mecanismo que permitirá darle más dinamismo y capacidad de gobernabilidad a la administración distrital, pues el balotaje final, al que irían los dos candidatos más votados, dará pie a que se concreten alianzas programáticas y políticas que fortalecerían el direccionamiento de la ciudad en el nuevo cuatrienio.

Como se ve, es necesario que el potencial electoral de la capital del país se dimensione en su justa proporción. La deficiencia en materia de representación política a nivel nacional y regional es evidente. La próxima reforma debe evaluar este desequilibrio y crear las instancias que permitan a la capital del país dejar de ser una especie de ‘tierra de nadie’ a donde todos vienen a buscar votos pero, una vez elegidos, muy pocos se la juegan por defender los intereses de la ciudad ante los gobiernos nacional y departamental, así como en el Legislativo.