Hoja de ruta política | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Abril de 2016

·       El factor Bogotá en nuevo gabinete

·       La paz y el deber ser de los partidos

En el mundo contemporáneo, inclusive desde hace ya bastante tiempo, las comunicaciones son esenciales a la tarea de gobernar. Tanto como que quien gobierna y no comunica, yerra; y quien comunica pero no gobierna, deambula. Esto para señalar que ambas características son fundamentales en el servicio público y, por lo tanto, son indisolubles para llevar a cabo un trabajo verdaderamente ejecutivo. Cualquiera de las dos que falle produce un cortocircuito y genera, en la misma medida, una grave desorientación de los propósitos nacionales.

 

El nombramiento del último gabinete ha causado cierta oleada negativa. Cuando se buscaban respaldos políticos, ello ha terminado, más bien, en una mayor cantidad de dispersión y vocinglería. Pero el Presidente de la República está en el derecho, inclusive en el deber, de seleccionar lo que considere conveniente para sacar avante sus designios principales. Aquellos, ciertamente, para los cuales obtuvo un respaldo mayoritario en las elecciones presidenciales y que del tal modo adquirieron una capacidad dirigente ineludible.

 

En tal sentido son dos las propuestas básicas por las que los colombianos votaron mayoritariamente en la segunda vuelta de 2014: la paz y la infraestructura. En cuanto a la paz es, desde luego, indispensable concitar una suma de voluntades amplia y suficiente para obtener el fin propuesto y cuyo resultado ha sido tan esquivo en Colombia. Por eso el gabinete, con una representación regional favorable e indiscutible, apunta en la dirección correcta. Recurrir a un gabinete representativo, con base en la exposición electoral y administrativa de sus componentes, como exalcaldes, exgobernadores o excandidatos, es una medida positiva a fin de aproximar la paz firmemente asentada en las regiones, si ha de llevarse a cabo el plebiscito, tal cual fue prometido.

 

En el caso de Bogotá, por ejemplo, no solo ejerce la Vicepresidencia quien de alguna manera prohijó la candidatura de la alcaldía triunfante, sino que quienes estuvieron arriba en esa justa electoral, Clara López y Rafael Pardo, hacen parte del gabinete. No se trata, pues, simplemente de una representación partidista, sino de que en las recientes elecciones municipales, en la capital, hubo un respaldo de lejos favorable a la paz frente a los opositores. Y que los primeros, con la abundante exposición electoral demostrada, son baluartes de lo que pretende el Presidente. En tanto, no hay que llamarse a engaños: la paz requiere de un proselitismo activo, particularmente hoy cuando el proceso parecería desfalleciente. Dentro de las normas pendientes del plebiscito, los ministros jugarán un papel preponderante, mucho más, naturalmente, si la Corte Constitucional acoge un umbral ajustado a los cánones legítimos. No es, pues, que se haya “desbogotanizado” el gabinete sino que dentro del entramado regional se ha privilegiado la última manifestación electoral capitalina en aras de los intereses nacionales que pretende lidiar el Presidente. No creemos, en modo alguno, que el Polo Democrático o el Partido Liberal vayan a desestimar las acciones por la paz que, desde sus cargos, puedan adelantar López y Pardo en el Distrito Capital.

 

Igual ocurre en otras regiones. Nadie osaría pensar que una mujer como la barranquillera y exalcaldesa Elsa Noguera, de tan preciadas luces, deba ser apartada del propósito nacional de la paz. Por el contrario, como bien se hizo, se incorporó en buena hora al gabinete, al igual que otro representante de Cambio Radical, como el exgobernador chocoano Luis Gilberto Murillo, un afrodescendiente con gran sintonía y sensibilidad en torno al tema de la paz, como pudo comprobarse en su gestión del Plan Pacífico. Y por supuesto, al lado de lo anterior, están los Verdes, animadores sustanciales de la salida política negociada. Es posible que dentro de la agenda partidista de cada quien el nombramiento del exgobernador boyacense Jorge Londoño, como ministro de Justicia, haya causado ampolla interna, pero dentro de la agenda nacional por la paz, un Verde es de amplio recibo favorable, así se mantenga la oposición parlamentaria sobre otras políticas.     

 

Por más dificultades y cierto amorcillamiento del proceso de paz el compromiso del presidente Santos ha sido el de sacarlo avante. Habrá, a no dudarlo, elementos para recomponer. El principal de ellos, el de las comunicaciones, donde se anuncia un viraje sustancial. En tanto, mal espectáculo da el “país político”, con sus cuentas de cobro y sus animadversiones, frente al “país nacional” que, al final, lo que pretende es que al menos se  deje la paz en firme.