El teatro de la dictadura | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Marzo de 2024

 *Maduro sigue cocinando megafraude electoral

* Exclusión de Machado, atentado democrático

 

Acto tras acto, la dictadura venezolana sigue avanzando en su plan de fraude político y electoral para alargar los 25 años que lleva aferrada al poder, un cuarto de siglo en donde la vecina nación pasó de ser una de las más ricas del continente a un Estado fallido en todas sus instancias. Esta semana, por ejemplo, el chavismo dio un paso más en su cuestionada e inaceptable hoja de ruta para impedir ser removido del Palacio de Miraflores: fijó para el 28 de julio la realización de los comicios presidenciales, con el claro objetivo de seguir acorralando a la oposición, que no solo continúa con su principal candidata, María Corina Machado, inhabilitada, sino que además tendría que buscar un nombre alternativo en cuestión de días, ya que la fecha de postulación será entre el 21 y el 25 de marzo.

La trama del régimen es más que evidente. Por ejemplo, la fecha del 28 de julio fue fijada por el Consejo Nacional Electoral, que no solo está cooptado por la dictadura, sino que su presidente –en lo que no es ninguna coincidencia– estuvo al frente de la Contraloría General, la misma entidad que se ha encargado de montarle procesos espurios a la mayoría de los líderes y jefes partidistas de la oposición, incluyendo a Machado y Henrique Capriles, entre otros, con el único fin de neutralizar cualquier rival que sea capaz de ganarle a un desgastado Nicolás Maduro –once años al mando– en una cita electoral limpia.

Semanas atrás, en otro ‘acto’ del teatro político que está montando el chavismo, el Tribunal Supremo Electoral –cabeza de una justicia politizada y arbitraria– había confirmado la inhabilitación de la aspirante, pese a que el régimen se había comprometido a ‘gestionar’ ante el alto tribunal el retiro de la sanción, según los compromisos asumidos en los acuerdos de Barbados.

El caso de la candidata presidencial opositora que ganó en octubre las primarias es el más diciente de la trampa de la satrapía. No solo obtuvo en esa ocasión una votación sin precedentes, sino que desde entonces ha logrado concitar numerosos apoyos políticos y populares adicionales en todo el país, al punto que, como lo prueban las imágenes de sus mítines en muchas ciudades y municipios, miles y miles de simpatizantes se lanzan sin miedo a las calles a apoyarla. Ríos de gentes que desafían la persecución de los peligrosos cuerpos de seguridad del régimen y ven en Machado una líder con el carácter, potencial electoral y valentía para enfrentar en las urnas a la dictadura y ganarle en unos comicios transparentes y con vigilancia internacional efectiva. De hecho, las encuestas independientes señalan que la dirigente arrasaría con Maduro y son tan nutridas sus manifestaciones que ella misma aseguró esta semana que el régimen “perdió la calle” y las mayorías quieren retornar a la democracia, el Estado de derecho, la justicia autónoma, la reactivación económica y la capacidad de reconstruir la senda de progreso de la otrora potencia petrolera.

Hoy, aunque muchos sectores continúan apoyando a Machado, otros han empezado a advertir que la oposición no se puede quedar sin candidato en los comicios de julio, más aún porque resulta evidente que el régimen no va a ceder a las presiones de la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, para que la incluya en la competencia. Así las cosas, el cuestionado gobierno estaría cumpliendo el objetivo de forzar a sus contradictores a escoger a las carreras un nombre entre los pocos habilitados que le quedan y apostar a que puede tomar fuerza política significativa en estos escasos cinco meses que faltarían para las urnas. Además, se sabe que Maduro y compañía ya han ‘volteado’ a algunos de sus críticos y podría convencerlos de que se lancen de candidatos –obviamente sin viabilidad alguna–, solo para dar la impresión de que la otra orilla sí participó en las elecciones.

Como se dijo, el régimen poco a poco se acerca a salirse con la suya. La comunidad internacional y en especial el gobierno Biden cayeron en la trampa. No solo flexibilizaron las sanciones económicas y le han permitido a la satrapía ingresar divisas por las exportaciones minero-energéticas desde finales del año pasado, sino que con ese dinero el chavismo está aceitando las bases del Partido Socialista Único de Venezuela (PSUV) y lanzó esta semana una campaña abiertamente populista de donaciones de colchones, electrodomésticos, zapatos y hasta sanitarios para cautivar a la empobrecida población. Todo ello a la par de una nueva escalada de encarcelamientos a contradictores del régimen.

Visto todo lo anterior, solo hay una pregunta: ¿Se resignará la comunidad internacional a ser testigo pasivo del teatro político y electoral que está montando la tiranía venezolana para entrar en un segundo cuarto de siglo en el poder? ¿Aceptarán enviar misiones de observación a unos comicios en que se excluye a la principal y más viable aspirante de la oposición?