El maquiavelismo en Colombia | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Mayo de 2018
  • A propósito de un libro de 2007
  • Círculo de Uribe, Santos y Duque

Las reacciones en la prensa al libro de Iván Duque sobre “Maquiavelo en Colombia” han suscitado enorme interés, dada su condición de candidato presidencial e incluso, porque aunque fue publicado en el 2007 por la Universidad Sergio Arboleda, en la actualidad no se encuentra en el mercado. Las especulaciones en torno al escrito, incluyendo toda suerte de consejas sobre el eventual maquiavelismo del autor del ensayo sobre el político florentino, en su mayoría no pasan de ser tesis sin fundamento sustantivo. Obviamente tampoco tienen razón los que niegan la existencia del libro, puesto que muchos lo han tenido a la mano e identifican su portada. Son 248 páginas, unas pocas del prologuista, Juan Manuel Santos, otro par de docenas de Duque y el resto de trabajos de políticos y analistas locales que han profundizado sobre el polémico autor de “El Príncipe”.

Santos escribe sobre Maquiavelo y el arte de gobernar. Plantea que “los hombres en realidad son lo que proyectan su leyenda. Con el devenir del tiempo, los grandes personajes históricos moldean en el imaginario popular estereotipos y mitos que potencian o menoscaban su real dimensión y su obra, y su función en el espacio y el tiempo en que realmente vivieron y actuaron”. Recuerda, cuando aún no era Presidente de Colombia, que sin pelos en la lengua Maquiavelo expresó: “Los hombres son ingratos, hipócritas, inconstantes e interesados”. Y el comentario del político bogotano a esa frase no deja de suscitar interés: “Algo tan demoledor por parcial no es menos cierto y es una radiografía inquietante sobre la condición de los seres humanos”.  En esa época, ya se conocían las ambiciones presidenciales de Santos, lo mismo que se notaba su simpatía por Duque, que era un académico aventajado. Claro, sin que supiese que, por aquello de las vueltas que da la vida, su entonces pupilo al que prologaba el libro, tomó luego rumbo a otro bando y se ganó el afecto de Álvaro Uribe quien, a su vez, desde su gobierno impulsó la candidatura de Santos con la finalidad de preservar la continuidad de su política de seguridad y recio combate con la subversión. Ese círculo de tres personas cobra hoy enorme importancia; en cuanto Uribe y Santos se han enzarzado en los últimos años en una constante confrontación por las políticas antagónicas que cada uno defiende. Mientras tanto Duque asume hoy un papel similar al de Santos, como el ungido por Álvaro Uribe, para retornar al poder. Lo curioso del caso es que, en ambas condiciones, tanto como cuando estuvo en el primer círculo de poder de Santos, como después, con Uribe, en la misma condición, el hoy candidato lo hacía en calidad de asesor académico y juvenil seguidor de los destacados políticos.

En cuanto el libro sobre Maquiavelo, muestra que Duque no es propiamente un maquiavelista, en el sentido de poner a comer en la mano a sus enemigos, como gustaba de comentar con sorna Rafael Núñez, así como declaraba que no se embarcaba en nave que se va a pique, para distanciarse en una jugada maestra de los conservadores; por lo mismo que Maquiavelo tampoco lo era, pues de serlo no habría publicado dicho libro que contiene un análisis histórico-político descarnado de la lucha por el poder y los consejos prácticos al Príncipe para el “buen gobierno”, como, casualmente, se denomina la fundación del hoy Jefe de Estado colombiano. Sin que de todas formas la pugna entre Uribe y Santos no deje de recordar las ardientes enemistades entre güelfos y gibelinos, que agitaron la política del Renacimiento.

Sostiene Duque, que “El Príncipe fue redactado con el deseo de hacer un manual de práctica política capaz de guiar las funciones de los gobernantes florentinos, exponiendo sin temores ni constreñimientos religiosos los distintos asuntos a los que debe enfrentarse el Príncipe para mantener el poder”. Sobre los múltiples aspectos políticos, filosóficos e históricos que abarcan los comentarios sobre la obra de Maquiavelo, el autor se cuida de proferir sus opiniones, en tanto que sobre los temas más complejos y polémicos cita a terceros autores.

Son raros los párrafos del hoy candidato presidencial en los cuales deja constancia de su parecer, salvo cuando afirma: “Maquiavelo no teme sentar juicios morales. En su obra ‘El Asno de Oro’, es categórico al señalar que: ‘siempre se ha visto, se ve y se verá que el mal sucede al bien, y el bien al mal, y siempre será uno la causa del otro”’. Para culminar con la siguiente frase: “no se puede afirmar que ese mal llamado pragmatismo moral de Maquiavelo sea sugerido como piedra angular de quien aspira a gobernar”.