El acertijo de Europa | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Junio de 2016

·        Incógnita del referendo británico

·        El motor de la división conservadora

 

En caso de tener éxito la salida del Reino Unido de la Unión Europea, en el referendo de este jueves, es válido hacerse una composición de lugar con los euroescépticos tomando la delantera en los países más importantes de ese continente, en especial Alemania, Italia y Francia. De modo que el llamado Brexit produciría automáticamente consecuencias en la segunda economía confederada más importante del mundo y la concepción que se ha tenido de Occidente durante las últimas décadas. Ya no será Europa, pues, el territorio que lucha por la institucionalización de su unidad, sino una que volverá a identificarse con los nacionalismos de base, el proteccionismo económico y la competencia racial y cultural como entorno. Una Europa que mantendrá, al contrario de lo que se quiso superar de la dinámica histórica proveniente de tiempos inmemoriales, el combate y la diferenciación entre las tribus que, al fin y al cabo, fue lo que llevó a la primera y la segunda guerra mundiales. Y que por tanto fue más bien un episodio conjunto efectivamente catalogado, al decir del propio De Gaulle, de una guerra civil intermitente, en el siglo XX, cuya característica adicional fue que arrastró finalmente a otras partes del planeta.

 

A decir verdad, Europa, como entidad sólida y específica, nunca ha podido definirse con todas las letras. Hay por supuesto la idea de una hermandad, inclusive fundamentada en el Himno de Alegría de Beethoven, como es el sublime cántico adoptado para Europa y la sobria bandera celeste con las 26 estrellas amarillas, pero de allí a una expresión taxativa y concreta hay mucho trecho. Están dados, naturalmente, todos los elementos pre-racionales para encontrar un significado y unos significantes, que a la vez son parte insoslayable de la civilización humana, no así, en cambio, una definición sencilla y categórica. En realidad todos sabemos, cada uno desde su perspectiva, qué es Europa, más allá de su expresión territorial, pero no existe un punto de referencia único e indiscutible como concepto. Solo estamos al corriente, claro está, de que sin la noción de Europa el mundo no existiría, a lo menos tal y como lo conocemos a hoy. De manera que Europa fue, es y seguirá siendo un misterio de palpitante actualidad, así luzca avejentada. Y eso, aparentemente tan simple, es lo que de nuevo está en juego sin los dogmatismos impuestos desde las diferentes visiones.

 

En principio, la pertenencia de los británicos a la Unión Europea se debió básicamente a los conservadores, desde hace ya varias décadas. Pese a criterios divergentes, paulatinamente se pusieron de acuerdo y se formó la fuerza motriz para sacar al Reino Unido del aislacionismo y la concepción de que los problemas europeos no eran los de la isla. Todo ello está hoy en entredicho precisamente por la división conservadora sobre el tema. Hay un importante sector Tory que viene deslizándose hacia el nacionalismo bajo la idea de que los ingleses son unos incomprendidos en Europa. La seguridad, la inmigración, las cargas tributarias, el desempleo, todo ello colabora en las discrepancias al interior del partido. Lo que ha determinado que los más extremistas de la derecha hayan conseguido el alinderamiento de sectores representativos de la centro-derecha, como el del hasta hace poco alcalde de Londres, Boris Johnson. Y eso es lo que, a su vez, ha cuestionado el liderazgo del primer ministro conservador David Cameron para presentar un frente amplio en favor de la permanencia.

 

Para ser sinceros la Gran Bretaña, en todo caso, nunca ha adoptado el europeísmo en toda la línea. Si bien se ha adscrito a las cláusulas económicas de la Unión Europea, no así a la expresión más trascendental de la unidad que ha sido la moneda única. Ni tampoco ha sido partícipe de otro aspecto tan importante como la visa Schengen. En las entretelas de la discusión palpita, más bien, la postura inglesa contemporánea frente a Alemania. Por lo menos durante los últimos 200 años los países europeos han tratado de dividir a los alemanes y restarles potencia. Fue inclusive el postulado más importante de la posguerra reciente hasta que, con todas las dificultades, pudieron reunificarse y convertirse, de lejos, en el país de la vanguardia europea, particularmente durante los regímenes conservadores de Helmut Khol y Ángela Merkel.

 

Muy mal haría el conservatismo inglés en pensar que al salirse de la Unión Europea cobraría una revancha contra Alemania, que es el tema de fondo. Por el contrario, esperamos que Cameron y Merkel puedan reencontrarse después del referendo y dar un parte de victoria a la Europa unificada que pretenden, sin que ello suponga dejar a un lado las identidades y los ajustes siempre necesarios.