* La sinsalida italiana
* Crisis económica europea
El presidente de Italia, Giorgio Napolitano, quien hasta el momento se había mantenido a la expectativa y silencioso, rompió su mutismo para ofrecer la defenestración del primer ministro Silvio Berlusconi a los jerarcas europeos del poder y las altas finanzas, lo mismo que a los opositores irreconciliables del otrora político más poderoso del país.
En medio de la incertidumbre que ha generado Grecia y el derrumbe del gobierno, sacudida por escándalos y tumultuosas protestas populares en las calles, lo que tratan los dirigentes italianos es de impedir que se repita esa película. Europa se encuentra con los nervios crispados y las bolsas fluctúan, puesto que una operación de salvamento de Italia demandaría un desembolso económico de tal magnitud y de tan imprevisibles riesgos, que podría tener consecuencias desastrosas en la eurozona, incluso empujar el euro al abismo. Lo que ha llevado a Napolitano a dar sus lacónicas declaraciones, que han sido un puntillazo fatal para Berlusconi, dado que anunció un acuerdo en el Parlamento con la oposición para formar una nueva coalición e intentar devolver la tranquilidad a los italianos. También dramatizó al sentenciar que no hay duda de que (Berlusconi) se irá.
Los medios de comunicación italianos han destacado la fotografía en la cual señala Il Cavaliere en un papel el número de los ocho traidores de su club parlamentario, como los responsables de descomponer la mayoría y dar al traste con el gobierno. Lo que ha sucedido tiene antecedentes en la historia de Italia desde los días remotos del gobierno de los senadores y de los césares, en los cuales durante las grandes crisis no faltan los que venden su voto para pasarse al bando contrario e intentar conservar algo del antiguo poder. Silvio Berlusconi es el político que logró lo que Mussolini no alcanzó, derrotar a los comunistas, socialistas, democristianos, domesticar a los neofascistas y nacionalistas. Por lo general, este tipo de movimientos forjados en torno del culto de la personalidad del Il Cavaliere, como ocurrió en tiempos de Mussolini, resisten por largo tiempo los desafíos electorales y suelen dividir a la oposición, lo que no consiguen es encubrir la crisis económica cuando ésta toca fondo. Así como Mussolini no pudo superar la derrota militar; Berlusconi, al estar amarrado al euro y los pactos económicos de la UE, que le restan capacidad de maniobra al gobierno en lo económico, se quedó sin aire, momento en el cual los ocho traidores venden caro su voto. Algo similar en otro ámbito pasó en Europa con la antigua Unión Soviética, que sobrevivió a la guerra fría, pero se desmorona por cuenta de la debacle económica en la que se había sumido y el sistema no le ofrecía herramientas para superar los males que había generado en décadas de autoritarismo.
La renuncia de Berlusconi, quien había conseguido mantener a toda costa una suerte de Estado de bienestar, de ofrecer la seguridad al pueblo de estar gobernado por uno de los hombres más capaces y ricos del mundo de los negocios, que hizo su fortuna a pulso, le permitió superar antes todas las crisis, pues se consideraba que no había otro como él capaz de mantener a Italia a flote en medio de las grandes tempestades económicas. Hasta que, precisamente, la acumulación de problemas y desafíos, de contradicciones, de deudas estatales y problemas sin resolver, de escándalos de faldas, el hecho de tener que dedicar gran parte de su valioso tiempo a defenderse del denominado partido de los jueces, lo debilitan para negociar en el Parlamento. En un sistema presidencial habría cambiado de gabinete, una y otra vez de ser necesario, en el sistema parlamentario los cortocircuitos lo ponen a tambalear; en tiempos de crisis apenas un mago resiste las presiones por las que pasó Il Cavaliere.
Berlusconi ha dicho que lo que tiene es un problema de números, es decir, de votos en el Parlamento, y como todo tahúr aún confía en atraer algunos diputados de la oposición, incluso que ocurra un milagro. El resto de Italia espera que para el fin de semana se aprueben las nuevas medidas presupuestales pactadas con la banca europea y los burócratas de las finanzas, lo que daría lugar a unas medidas de ajuste que Berlusconi se resistió a poner en práctica y que cada vez se asemejan más a las que han debido aceptar a regañadientes los griegos al sentir que se ahogaban en deudas y carecían de capacidad para remontar la cuesta solos.