Bogotá-Región, una realidad | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Agosto de 2011

*Un proyecto de integración madurado
*Reto de Congreso, Concejo y Asamblea


TRAS  una década de diseño y sentar las bases para que la capital del país y Cundinamarca se conviertan en una verdadera Ciudad-región, al estilo de cómo funcionan las principales metrópolis del mundo y sus áreas circundantes, el proyecto dio esta semana un paso definitivo.


Al amparo de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (Loot) que entró en vigencia recientemente, los gobiernos Distrital y Departamental presentaron ante el Senado el proyecto que busca crear la Región Administrativa y de Planeación Especial (RAPE) Bogotá- Cundinamarca.


Se trata de una figura legal que les permite a ambas administraciones construir una plataforma de coordinación de macroproyectos de amplio espectro así como acompasar esfuerzos institucionales en materia económica, social, ambiental, de servicios públicos e infraestructura, entre otros.


Las RAPE responden al principio constitucional de reconocer a Colombia como un país de regiones. Por eso facilitan la asociación de departamentos y ciudades para abocar programas y obras de largo alcance y beneficio más allá de los límites jurisdiccionales de cada entidad territorial involucrada.


Aunque las administraciones de la Costa Caribe han sido históricamente las más activas impulsoras de la creación de este tipo de instancias suprarregionales, e incluso antes de que entrara a regir la reciente ley que las habilita los departamentos de la zona Pacífica habían pedido pista para conformar la suya, lo cierto es que Bogotá y Cundinamarca llevan una ventaja en el proceso, pues desde hace más de una década los sucesivos gobernadores y alcaldes han trabajado en la construcción de una plataforma de integración y sumatoria de sinergias entre la capital del país y todos los municipios que la rodean y con los cuales hay un alto intercambio social, económico, institucional y, sobre todo, de recurso humano.


Ese es un anhelo de regionalización concreto y estructurado, serio y profundo. Dista mucho de otros intentos en otras zonas del país en donde antes de definir los macroproyectos y las obras a ejecutar, se piensa en crear instancias burocráticas y destinación de partidas presupuestales para gastos de funcionamiento.


En el caso de la Región Bogotá-Cundinamarca no hay tal distracción. Todo lo contrario, desde ya se tienen en la agenda metas de amplio espectro como el Plan Integral de Cambio Climático, el macroproyecto urbano del Aeropuerto Eldorado, la estructuración de un esquema de movilidad zonal en torno del Sistema Integrado de Transporte Público -que incluye el Tren de Cercanías y la red de autopistas-, el Plan de Abastecimiento así como de promoción turística, entre otros. Igual hay procesos en marcha sobre coordinación de las políticas de uso del suelo, expansión urbanística ordenada, cuidado medio-ambiental, protección del recurso hídrico, estrategias de seguridad y desarrollo de las cadenas productivas en materia industrial, comercial y agropecuaria así como de la oferta y demanda de bienes y servicios. Y es que no se puede perder de vista que se está hablando aquí de que la Región Capital aporta el 32 por ciento del Producto Interno Bruto nacional y concentra más del 50 por ciento del sector empresarial del país.


Se espera, entonces, que la Comisión de Ordenamiento Territorial del Senado dé luz verde a este ambicioso proyecto, y que luego hagan lo propio tanto el Concejo de Bogotá como la Asamblea de Cundinamarca. Es claro que estamos frente a una visión de largo plazo, que ha superado la alternación de mandatos en la Alcaldía y la Gobernación, y ahora realiza su apuesta más definitiva. Si ello se consigue en un tiempo prudencial, el siguiente escalón será ampliar la regionalización a las jurisdicciones vecinas, de forma tal que el centro del país se convierta en una zona competitiva, con crecimiento económico ambientalmente sostenible, inclusión social progresiva y mejoría tangible en la calidad de vida de sus habitantes.