‘Barras bravas’, una plaga | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Mayo de 2016
Otro paquete de medidas en Colombia
Arrebatarles el fútbol a los violentos 
 
Los hinchas violentos en el fútbol son una especie de plaga que se ha ido extendiendo en los últimos años en toda Latinoamérica y lamentablemente Colombia ha sido uno de los países más contagiados de esta problemática. A cada tanto se presentan picos de desórdenes y enfrentamientos, algunos con saldo fatal o graves heridos, no sólo entre las llamadas ‘barras bravas’ de distintos equipos locales, sino entre varias matriculadas con el mismo club o, peor aún, a su interior. A ello se suma que recientemente grupos de esos desadaptados protagonizaron actos delictivos y choques con otras hinchadas, igualmente proclives a la violencia, en Perú, Argentina y Paraguay.
 
Si bien es cierto que en los últimos años se han adoptado en Colombia medidas de distinta índole para contrarrestar este fenómeno, estas se han quedado cortas frente a una problemática muy compleja, pues no se reduce sólo a los actos vandálicos de estos mal llamados aficionados en los estadios, sus alrededores y las caravanas que los transportan a los partidos de visitante, sino que los enfrentamientos y actos de intolerancia se presentan en cualquier esquina en donde los desadaptados se encuentran. No son pocos los casos en que una persona es golpeada o incluso asesinada por el simple hecho de portar una camiseta o distintivo que lo identifica como partidario de este o aquel club. El riesgo ha llegado a tal punto que los comerciantes, tanto formales como informales de vestimenta deportiva en nuestro país, ya venden más uniformes de equipos extranjeros que de los locales, pues muchos aficionados se abstienen de comprar estos últimos por temor a ser atacados en cualquier momento. Ni siquiera arriban al estadio luciéndolos, para evitar ser blanco de insultos o agresiones en el trayecto. Se limitan a ver el partido y luego, al salir, esconden camisetas y otros elementos para que no se noten sus preferencias futbolísticas. Lo que antes constituía un plan de padres e hijos, en el sentido de asistir al estadio, ya prácticamente es imposible por el riesgo que representan las ‘barras bravas’ que, al decir de no pocos, se ‘adueñaron’ de las tribunas, incluso con cierta complicidad o patrocinio subrepticio de dirigentes de clubes que las apoyan con boletería, subsidios de transporte y otras ayudas económicas que, de paso, han contribuido a que la competencia por el poder en estas hinchadas sea tan intensa como potencialmente peligrosa. 
 
En la última semana se anunció otro paquete de medidas para combatir la violencia en el fútbol. En primer lugar se instalarán cámaras con identificación facial en los estadios de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Manizales, con el fin de detectar e individualizar de forma más fácil a quienes protagonizan desórdenes en las tribunas. Esta opción podría ampliarse a aeropuertos y terminales de transporte terrestre, con el fin de hacer completo seguimiento al tránsito de los hinchas.
 
En segundo lugar,  a partir de septiembre, en fase de prueba en las cinco principales ciudades, y de febrero, en todo el país, los aficionados deberán ser carnetizados y se instalarán, además, en las entradas de los estadios aparatos de identificación biométrica. La combinación de estos tres elementos acabará con el anonimato que aprovechan los violentos para hacer de las suyas.
 
A lo anterior se suma que se creó un subcomité de la Comisión de Convivencia en el Fútbol para revisar, en un lapso no superior a un mes, los cambios en la legislación que son necesarios para aplicar castigos más efectivos a los hinchas violentos, tanto desde el punto de vista pecuniario, de expulsión de escenarios deportivos e incluso las reformas de tipo penal que sean requeridas para castigar los actos delincuenciales protagonizados por los violentos que medran alrededor del balompié. Y, por último, las autoridades de Policía y el fútbol podrán publicar una lista de los responsables de actos de vandalismo en los estadios, con el fin de tenerlos monitoreados a todo momento.
 
Lo importante es que cada una de esas cuatro medidas anunciadas en la última semana se aplique de manera efectiva, sin excusas ni dilaciones. La situación es grave y no puede esperarse a que sobrevenga una tragedia aún mayor en algún estadio, sus alrededores o en las batallas campales de las ‘barras bravas’, para allí sí adoptar los correctivos drásticos que se han venido urgiendo desde hace varios años. Hay que arrebatarle el espectáculo del fútbol a los violentos. Esa es la meta.